jueves, 17 de enero de 2008

Duelo y Rabia



A estas alturas todos ya conocemos el triste final de uno de los poetas históricos de Hora Zero. Juan Ramírez Ruiz ha recibido en estos días muchos homenajes y recordatorios. No voy a colocar uno más. Tampoco quiero hacer sangre en la oscura historia de los enfrentamientos de Juan con Tulio Mora o Pimentel, ni quiénes tenían la razón. Tampoco voy a hacer de detective literario husmeando la bronca tal y la carajeada cual. Y mucho menos voy a lanzar al ciberespacio alguna queja sobre lo injusta que fue la vida con el Poeta, sobre todo el tramo final de su existencia.

Pero no voy a ocultar mi rabia y solamente hago mías las palabras de Nicolás Hidrogo -uno de los grandes luchadores por la literatura y la cultura en el norte del Perú- quien, creo, pone los puntos sobre las íes en estos momentos de duelo:


Yo haría un pedido muy especial a tirios y troyanos: que lo homenajeen sus verdaderos amigos y compañeros de la palabra es un acto justo y digno; pero que alguna institución del Estado o privada lo haga, a estas alturas de los hechos, sería la más hipócrita actitud. Vimos vivir y morir a Juan Ramírez, como un poeta auténtico: sólo, abandonado y en silencio, al compás de sus palabras impresas y sus versos amartillados en el yunque de la rebeldía y en la innovación de las metáforas. Por favor no gasten velas ni comilonas en sus aniversarios de muerte, alguna vez, (1944-2007), sería una tremenda afrenta ha alguien que en sus últimos días caminaba por las calles de Chiclayo con el estómago vacío y en la más absoluta indiferencia de todos; y, ninguna institución en vida, ni Beneficencia Pública, ni Municipalidad, ni INC-Lambayeque, ni nadie lo ayudó. Me revuelve toda la bilis cuando alguna institución, asociaciones o personas que nunca ayudaron ni valoraron en vida a algún intelectual o creador, tengan que, por figurar, gastar ríos de tinta, palabras, comida y alcohol, para recordar al que murió hambrientamente olvidado.


Quien desee leer el réquiem completo, lo tiene aquí. El retrato, del pintor Carlos Alberto Ostolaza, otro grande.


Descansa en paz Maestro.

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