lunes, 9 de febrero de 2009

LAS ESCLAVAS DE LA IGLESIA Y LOS ESCLAVOS DE HOY (Post de un agente provocador postmoderno)


Con ustedes, la Hermana Noel, la Hermana Rosaria, la Hermana Wilfrid (Sic), la Hermana Mary Janet y la Hermana María -todas de la Hermandad de la Divina Providencia- en el campo de tiro de Worcester, Massachussets, Yanquilandia. Es 1957, Guerra Fría y época de oro de las armas. Quien crea que es un bluff, se pasa por esta gloria de blog.


Es febrero, el mes de los carnavales y el hueveo, donde parece nunca suceder nada, porque nadie se moviliza ni para protestar contra un humillante pacto en Choropampa, la violación del patrimonio histórico en la universidad de San Marcos o el descarado tráfico de influencias que ha prodigado buena parte del alto personal de la Marina de Guerra. No, a nadie le importa que nos escuchen, nos roben o nos pisoteen. Es febrero.

Buena parte de esta dejadez estacional es producto de una ausencia de institucionalidad que termina siendo copada por desinformación prodigada por medios respetables. Sea ese periódico medio independiente, ya demasiado disparado por su cuenta, que tuvo que ser recientemente "expropiado" por la clase dominante ,sea por nuestra rancia y bien peruana Iglesia Católica o por el vocero ramplón de nuestros gloriosos oficiales de las fuerzas armadas en estado de pre-jubilación:

Ella la Iglesia, Mater et Magistra, se ha preocupado por llenarnos de moral en un país donde los gobernantes casi nunca la tuvieron. Bendijo tropas que cometieron genocidios. Negó el auxilio a sus acólitos que creyeron que ella les protegería. Compartió el poder con la tiranía sin sonrojo. No le importó medrar entre un militarato mostrenco de ideología fascista. 100 años después, han regresado las formas y los contenidos (¡Y el lenguaje!...igualito a capellán castrense del ejército franquista) de esa entrañable Iglesia peruana de los tiempos de Manuel González Prada.

No está demás citar las palabras de Maestro, sobre la enseñanza católica:

"El alumno, aislado expresamente del otro sexo, crecido en el espíritu de hostilidad que la Iglesia fomenta hacia la mujer, ingresa en la vida social y forma familia, con más disposiciones para libertino y tirano doméstico que para hombre, marido y padre (...) En todo buen discípulo de la educación sacerdotal, si no hay un misógino, se encierra un prudhoniano que solamente admite dos rangos en la mujer: cortesana o ama de llaves"

Y, con las monjas, no admite reparos:

"Buena, perfecta, la monja es mujer incompleta y por consiguiente una mala institutora que hace de la escuela un remedo del convento en vez de transformarla en institución moral (...) ¿Qué saben de amor los corazones abiertos a Dios y cerrados al hombre? ¿Qué saben de maternidad los vientres que no sintieron el placer de la concepción ni el dolor del alumbramiento? Buena, perfecta, desviándose y desvelándose por igualar a la madre, la monja confunde la melosidad con la ternura, la inclemencia con la justicia, la hipocresía con el pudor, y solo consigue ofrecer una maternidad fría, empalagosa, de oficio, en una palabra, contrahecha o de encargo relance venal".

Y mete una cuchara incómoda en el feminismo de entrecasa.

"¿Ignoramos la elevación moral de las protestantes? ¿No sabemos que en Estados Unidos y las naciones reformadas de Europa las mujeres brillan por su ilustración y carácter? ¿No vemos que la ascensión del alma femenina coincide con el descenso del Catolicismo? Aunque no pertenezcamos a ninguna secta religiosa, tengamos la buena fe de reconocer que el Protestantismo eleva a los individuos y engrandece a las naciones, porque evoluciona con el espíritu moderno, sin ponerse en contradicción abierta con las verdades científicas. El Catolicismo, al decretar la fe pasiva, nos mantiene emparedados en el Dogma, como al cadáver en un ataúd de plomo; la más intransigente y absurda de las comuniones protestantes, al declarar el libre examen, deja una ventana siempre abierta para evadirse al racionalismo. Si la ortodoxia católica merece llamarse una religión de estancamiento y ruina, díganlo España, Irlanda, Polonia y algunos estados de Sudamérica."

Aunque, no entiendo cómo del protestantismo terminaron apareciendo todas esas iglesias evangélicas de hoy, mezcla de show de Miami y conducta bizarra.

Claro, que el resto de la educación privada -patriotera y devota del poder- no se queda sin mácula:

"Nuestros procedimos en sentido inverso: figurándonos que nuestro empirismo semiteológico y semiescolástico era el summum de la sabiduría, cerramos el paso a todo lo que no fuera esclusivamente nacional y nos entregamos ciegamente a la iniciativa de nuestros hombres. Y ¿qué tuvimos? Lo de siempre: buenos sabios que de la instrucción pública hicieron un caos, buenos hacendistas que nunca organizaron un solo presupuesto, buenos diplomáticos que celebraron convenciones funestas, buenos marinos que encallaron los buques y buenos militares que perdieron las batallas."

Y un guiño a quienes, con toda la concha (y toda la simpatía de nuestra parte), medran y disfrutan del poder:

"Nada tan cobarde como la generación que paga sus deudas endosándolas a generaciones futuras".

Eso ha sucedido los últimos treinta años.

Pero es febrero. Y acaban de morir mineros obligados a trabajar como si estuvieran en la Edad Media.

Y a a nadie le importa un carajo.


P.D. Leer este mes no solamente El Tungsteno de César Vallejo, sino también el cuento Cobriza de Feliz Huamán Cabrera. Antes a la gente le hervía la sangre la injusticia cotidiana. ¿Y hoy?

Casi vale la pena que nos disparen las monjas. Y nuestras mujeres se emparejen con los chilenos.

¿Qué? ¿Ahora sí te escandalizas? Joder!!

3 comentarios:

javier torres seoane dijo...

Mi estimado tocayo

Parece que estabas con hambre cuando escribiste el primer párrafo. No es Chori...pampa, sino Choropampa.

un abrazo

javier

javier dijo...

Corregido, y con hambre.

Anónimo dijo...

Muchas más cosas sobre la Iglesia local y su purpurado Cipriani los puedes encontrar en:

http://vaderetro666.blogspot.com/