miércoles, 28 de mayo de 2008

ASÍ MUEREN LOS GRANDES POETAS EN EL PERÚ



Leo una noticia terrible. El poeta Alejandro Romualdo ha muerto.


Más terrible todavía: Romualdo habría muerto varios días ha, sin que lo pudiéramos saber.


Más terrible todavía: Romualdo dejó este mundo solo.


Más terrible aún: Es probable que el poeta muriera violentamente, por las huellas que ha dejado su rostro.


Como ya lo mencionamos en su debido momento, Romualdo pasó sus últimos años maltratado por un Estado que pasó décadas usufructuando el célebre poema de Túpac Amaru. Romualdo ha muerto solo, en misteriosas circunstancias, sin el gran reconocimiento público que se le debía.


Ahora, es cosa de esperar, vendrán grandes personalidades del mundo y la cultura. En la capilla ardiente todo el mundo dirá que era amigo y admirador perenne de Alejandro. Ahora todos se tomarán la foto o chuparán cámara mientras entonan panegíricos al poeta. Y a lo mejor, durante las exequias, se presente éste.


Alejandro Romualdo murió como los grandes poetas del Perú: Solo, maltratado, olvidado. Pero también honesto, generoso y sabio. La soledad y la ingratitud suelen ser las grandes medallas de los poetas peruanos.


Maestro de maestros, descansa en Paz.

¿Quo vadis, Harold Alva?




Transcribo esta preocupante carta que me manda el escritor Rafael Inocente. Espero que todo esto se aclare lo más pronto posible.



CARTA ABIERTA AL SEÑOR HAROLD (EDITORIAL ZIGNOS)


Señor Harold Alva:


El cinismo y la ceguera son atributos de quienes, en vez de rebelarse, se refocilan con la realidad como los cerdos en el lodo. Y el grado de cinismo al que usted ha llegado con sus excusas y palabrería para justificar lo indefendible, resulta increíble.


Allá por 1920 ocurrió una famosa polémica en la cual se formuló una vieja pregunta, ¿por dónde pasaba el meridiano cultural de América Latina? La respuesta que indignó a los jóvenes escritores latinoamericanos de aquél entonces es que tal meridiano pasaba necesariamente por Madrid. Cuando Unamuno intervino en la discusión, dijo tajante que se estaba torciendo el tema principal, lo que estamos discutiendo, dijo Unamuno, no es por dónde pasa el meridiano cultural, si no por dónde pasa el meridiano editorial, es decir, no estamos hablando de arte sino de economía. Esta cuestión sigue latente hoy en día y con mucho más fuerza. Si en los años 20 existía una independencia que permitía a los jóvenes escritores latinoamericanos rebelarse indignados; hoy, las grandes editoriales están en Madrid y en Barcelona. Es por esos lares, lamentablemente, por donde pasa hoy nuestro meridiano editorial y, en no menor medida, el "intelectual".


Steiner decía que la censura del mercado no es menos terrible para el escritor que la censura que, hace tiempo, llamaron estalinista. Se habla siempre de esta censura política, pero pocos son los que se atreven a nombrar con nombre y apellido a la segunda, la censura del mercado, que se oculta o disfraza y puede ser ejercida por elegantes ejecutivos de periódicos decanos, por reporteros culturales de aspecto trajinado o deliciosas ladies de voz arrobadora. Una engendra rechazo inmediato y general, la otra casi siempre pasa desapercibida y decir algo sobre ella sería insensato, como insensato es ahora mandarse en contra de las sacrosantas leyes del mercado. No es cosa de sonrojarse y negarlo, barajándose en las cosas buenas que de seguro existen, pero decir que casi todo huele a mierda en el mundo editorial peruano, es una verdad de Perogrullo.


Varios otros motivos me llevaron pues a tomar las cosas con calma y a no apresurarme en publicar mi Ciudad de los Culpables. Conocedor de lo manaturaloso del ambiente culturete y "literario" en un país que compra libros (Holler, Cornejo y Rosado, Cruz, Rampolla, Coelho, Johnson, Mandino y mejor no sigo, que me perdonen los optimistas) pero ignora la literatura, decidí esperar el momento adecuado para iniciar la romántica empresa de editar una novela en el País de las Combis Asesinas y la Puticumbia Estridente. Primer error. Pese a haber sido reseñada antes de ser publicada—La Ciudad de los Culpables— en El Pacto con el Diablo, el libro de ensayos de nuestro querido Miguel Gutiérrez, y pese también a generosos ofrecimientos realizados por algunas editoriales, me negué repetidas veces a acelerar el parto mediante una peligrosa cesárea sugerida por médicos a palos. Preferí el parto natural, sin prisas ni sobresaltos fuera de hora, para así no deber nada a nadie al momento de decir mi verdad. A mediados del 2007, Arturo Delgado Galimberti, aquél novelista de culto ignorado campantemente por el establecimiento, me presentó al poeta Rodolfo Ybarra, quien había leído un manuscrito de mi novela e iniciamos una amistad basada entre otras cosas en la común devoción por la literatura, la polémica y la política, así, en ese orden. A raíz de este triple encuentro, Rodolfo Ybarra me recomienda a su persona, y, como anota él, nos recomienda —ya que a mí me interesaba publicar mi novela en una editorial peruana y joven, pero que a la vez hiciese un trabajo limpio y honesto, un trabajo profesional— a ambos. Craso error el de Ybarra y lamentable resbalón el mío. El problema, señor Alva, es que muchos creen que la amistad otorga licencias que tal vez no se tomarían con desconocidos y sólo reparan en ello cuando esa amistad ya está completamente resquebrajada o, peor aún, el amigo, compañero poeta o narrador, ya no quiere más excusas y exige solamente lo que es de justicia. Justicia.


Mi novela vio la luz los primeros días de diciembre del año 2007. Desde entonces hasta la fecha (26 de mayo del 2008) han transcurrido más de 5 meses y usted, en su papel de editor, no ha hecho absolutamente nada por encontrar los adecuados canales de distribución y comercialización. Pero no solamente es eso: todo indica que usted esconde parte de mis libros en su domicilio, pues no encuentro otra explicación al hecho de que conserve en su poder, sin distribuirlos, más de 100 ejemplares de mi novela.


Cuando le conocí, quedamos en que nuestro trato sería en base a la confianza (eso le dije yo y cumplí con la palabra empeñada), incluso me negué a firmar algún tipo de contrato, rompí en sus narices el papel —ese papel que aguanta todo— pues confié en la buena fe de sus actos y en la veracidad de su palabra.


El día de la presentación de La Ciudad de los Culpables, el presentador principal, Miguel Gutiérrez, se encontraba sumamente incómodo, pues, pasados quince minutos de la hora convenida, usted no aparecía por ningún lado y yo no tenía ni un solo ejemplar de mi novela. De los 60 ejemplares que llevó apresuradamente aquella noche, encolados a mano, pegoteados y todavía calientes, todos tenían la indeleble marca de un trabajo chambón e irresponsable: groseros errores de impresión, edición y montaje. Insisto, el cinismo y la ceguera son atributos de quienes prefieren la vida muelle y relajada del atolondrado que pica por aquí y pica por allá, reincidiendo sin remedio y hasta el cansancio.


Pasaron los días y usted brillaba por su ausencia. Después de algunas semanas de insistencia logré ubicarlo y fuimos a la imprenta a recoger los demás libros. Otro desliz lamentable, no debí haber aceptado aquellos fardos en que se había convertido mi novela: por lo menos el 80% de los ejemplares adolecen de errores imperdonables de impresión, edición y montaje. He recibido docenas de correos y decenas de llamadas telefónicas alertándome de mutilaciones a mi obra, yo mismo, cada que tomo un libro para regalar u ofrecer en alguna librería, debo coger 20 para que luego de fatigosa revisión, resulte entre mis manos uno solo sin errores impresentables: ausencia de 1,2 ó 3 hojas, hojas en blanco, hojas dobladas, mala compaginación, por no mencionar la pésima calidad del papel, la peor calidad de la impresión y el rematado cuidado de edición de una novela que —usted lo sabe— no se merecía ese boicot editorial, que es como califico su trabajo.


Pero hay más. Hace varios meses tuvimos una conversación, todavía amical, en la que también estuvo presente el poeta y novelista Jorge Espinoza Sánchez, y usted se comprometió a resarcir la fallida edición de mi novela, a más tardar en el mes de abril. Aunque no refirió el año, mi buena fe me indujo a pensar que se trataba del mes de abril del año que transcurre. Tercer error.


Pues bien, le escribí cuarenta y nueve correos referidos a este asunto y hasta la semana anterior, por motivos ajenos al tema de la presente, usted seguía rutilando pero por su ausencia. Diariamente decenas de mensajes atiborran mi correo electrónico preguntándome en dónde venden mi novela, haciéndome comentarios sobre la misma y la desastrosa edición, muchos colegas la han buscado inútilmente en diferentes librerías y sospecho que si no hubiésemos acudido conmigo mismo al Bulevar de la Cultura del jirón Killka, estoy seguro que La Ciudad de los Culpables no estaría hoy en las calles.


El delito de estafa tiene diversas connotaciones jurídicas, señor Harold Alva, pero el núcleo del concepto reside en el engaño. Sólo usted sabe si su intención respecto a mi obra ha sido esa o alguna otra, que la contundente realidad de la desastrosa edición de mi novela le responderá cualquier argumentación que usted intente ensayar en favor suyo, pues todo lo que aquí reseño no tiene carácter personal, está referido estrictamente a su trabajo como editor de mi novela.


Zein Zorrilla dice que en el Perú la labor de los escritores no termina al finalizar de escribir su obra. Allí recién comienza la titánica faena: difundir y distribuir su propia obra luego de sobrevivir a los editores y al mercado. Cuánta razón tiene el escritor ingeniero cuyo esclarecedor ensayo "Hija de Bergman y Kurosawa, nieta de Balzac", escrito con pluma diestra y editado en bello formato, hubiese causado revuelo en cualquier otra nación que apreciase a sus escritores: aquí toda la prensa le ha dado la espalda y apenas ha sido brevemente comentado.


Espero pues, señor Harold Alva, que esta carta le induzca a severa reflexión y a cumplir con la palabra empeñada que ese es un valor que mis padres me enseñaron de niño, creo todavía que usted puede rectificar los errores, me costaría aceptar que su estructura mental es la típica de sujetos coloniales pervertidos por la semi-feudalidad y la criollada, pero matizada convenientemente por raptos de cinismo, característica de la ética del pendejo. Creo que usted ante todo, sigue siendo todavía poeta.



Rafael Inocente



Esto es un botón de muestra de nuestra invertebrada industria editorial. Lo sorprendente es que, pese a estas cosas, nuestros escritores siguen y siguen en la brega. ¿De dónde sacarán tanta fortaleza?

lunes, 26 de mayo de 2008

...Yo ya lo dije....

El pasado viernes 23 de mayo, ocurrió lo que tenía que ocurrir...



El Viernes 23 aproximadamente a las 10:20 pm irrumpieron violentamente en el Centro Cultural El Averno una treintena de policías (sin orden Judicial) de la Novena Dirección Territorial a cargo del Coronel Churchill Gomes pidiendo DNIs, agrediendo al Poeta Juan Cristóbal, rociando gas pimienta y después al no tener argumentos de su agresión manifestaron que solo ' es un operativo de apoyo a la Municipalidad de Lima'
Después ingresó la Municipalidad Lima a cargo del Sr. Cesar Mendoza de la Dirección de Fiscalización y Control de la comuna limeña (quien ingresó con personal con cámaras y otras personas vestidas de civil sin identificación) afirmando que el Centro Cultural 'El Averno' es un 'centro comercial, que no cuenta con Certificado de Seguridad de Defensa Civil.
Nosotros como Centro Cultural y artistas respondimos ante la agresión violenta que estaban cometiendo la policía (acompañado de municipales); les explicamos nuestra la labor que realizamos y que todos los intelectuales, artistas estuvimos presentes voluntariamente bajo la libertad de reunirnos pacíficamente de acuerdo a nuestra Constitución
Esta nueva agresión se produjo cuando desarrollábamos un homenaje a Hudson Valdivia (conocido actor nacional) y muchas personas mayores estaban presentes quienes son testigos de estos hechos.
Queremos informar que nuestra labor cultural la venimos realizando hace 10 años de recuperar el Jr. Quilca de la delincuencia, la prostitución y la venta de drogas, y transformarlo en un Boulevar Cultural en coordinación con la Municipalidad de Lima .
Denunciamos a la opinión publica las intervenciones y agresiones que viene sucediendo por tercera vez en los domicilios del Boulevar Cultural de Quilca que anteriormente se produjo con la finalidad de 'búsqueda de sospechosos y poetas' y que dió cuenta un diario local. Al final de todo este barullo, con el apuro de retirarse de no hacer mas escándalo ante la prensa -y en vista pedíamos más detalles del operativo- el Sr. Cesar Mendoza derivó a los vecinos para que conversemos con la secretaria de prensa Elizabeth Arteaga. Nos preguntamos: ¿Vendrán ahora la detención de las personas dentro de sus domicilios sin argumentos
Es por esto que nos vemos en la necesidad de demandar penalmente al Ministerio del Interior por abuso de autoridad, agresión y acoso
Atentamente,
Jorge Acosta Director Centro Cultural 'El Averno'
Leyla Moore Administradora
Herbert Rodriguez Director Artistico
Piero Bustos Director Musical
Los artistas e intelectuales independientes, como los judíos, somos una minoría señalada como lo peor del país y el chivo expiatorio de los fracasos del régimen dominante. Somos, además, una minoría desarmada, sin milicias, ni lobbys ni plataformas mediáticas. Como los perseguidos por el fascismo de ayer, nos valemos de canales de comunicación alternativos e imaginativos para decir nuestra palabra y plantear nuestra denuncia. Los medios convencionales, parametrados por el régimen, ya no nos escuchan. Sólo lo hacen cuando desde otros medios y en otras partes (sobre todo en el extranjero) el ruido de la protesta se hace demasiado audible y peligroso.
Y, luego, la matonería abierta.
¿Lo sucedido en El Averno? No, también esos fueron los pasos para la Kristallnacht, la tristemente célebre Noche de los Cristales Rotos, que fue el punto de partida para reducir al silencio extremo a una minoría condenada por el régimen.
Esperamos que los intelectuales y artistas democráticos (y con dedos de frente) se pronuncien contra estas prácticas ya habituales ¿ya legitimadas? de acoso y derribo contra una intelligentsia contestataria y decente. Hoy, miembros de la policía, cual camisas pardas, allanan y lastiman a un colectivo que ha hecho por la cultura en el Perú lo que la actual municipalidad limeña no hará pero ni en décadas. ¿Qué esperamos que suceda el día de mañana?
(Sí, sí. "Albert Einstein y otros emigrantes alemanes", pintado por B Shahn, Nueva Jersey, 1936)
¿Que me he vuelto paranoico? No, no soy el único que lo estoy viendo...

Mi Mayo francés


Cuarenta años ha, que apareció lo más parecido a una revolución en el mundo desarrollado. Para mi generación, el Mayo francés era la puesta de largo de nuestros hermanos mayores, la prueba que en las naciones auténticamente capitalistas, aún brillaba el ideal revolucionario, en fin, la mitología. En este nuevo milenio tan post y tan escéptico, las movidas de aquel mes de 1968 hoy sonarían a una película de ciencia ficción. Aprovechando que acaba mayo, quiero contarles lo que hace mucho tiempo olvidamos.


Aquellos fueron los años de mayor desarrollo en el mundo capitalista europeo, con unas tasas de crecimiento que nunca más se volverán a repetir. Allí apareció esta insurrección de estudiantes que exigían un cambio radical en las instituciones que regían la Francia de De Gaulle, desde la universidad hasta el sistema de gobierno, desde el entorno laboral hasta el sexo. Y el asunto empezó como casi todas las revoluciones: Apareció el día menos esperado y alcanzó dimensiones sorprendentes tanto para los causantes como para los represores.

Un grupo de estudiantes realizó una exitosa manifestación de izquierdas en la universidad de Nanterre (en las afueras de París) siendo reprimidos y arrestados ocho de sus dirigentes. Un grupo de estudiantes parisinos se solidariza con ellos y son salvajemente atacados por la policía en las calles de parís. Es la chispa. A los estudiantes se les sube la ira a la cabeza y vuelcan carros mientras levantan las primeras barricadas que contestan con energía la carga de unos gendarmes acostumbrados a dispersar manifestaciones con cuatro cachiporras: 345 policías heridos. Esta bulla da lugar al día siguiente a una multitudinaria manifestación a lo cual el gobierno responde con más brutalidad policial y sitiando el Barrio Latino. En ese momento, otros sectores sociales empiezan a solidarizarse con la revuelta estudiantil. El 10 de mayo la policía toma la universidad de Nanterre y se desencadenan los hechos: 30, 000 estudiantes marchan hacia París, se forman barricadas más numerosas, hay un inusitado apoyo ciudadano y sindical, repitiendo en las trincheras de La Sorbona situaciones análogas a las insurrecciones parisinas de 1848 o 1871. El gobierno esgrime el ya caduco “principio de autoridad” (Caduco en Francia, en el Perú se sigue ejerciendo y con impunidad) y se intensifica la brutalidad policial: Casi un millar de heridos, quinientos detenidos en una sola noche. La rebelión se mantiene, arden más de un centenar de carros en París. Se convoca una huelga general.





El gobierno se entera que se está quedando sin piso y libera a los estudiantes presos. Demasiado tarde, la huelga general es seguida por nueve millones de trabajadores, moviliza a casi medio millón de personas por las calles de París y aparecen los primeros célebres graffitis (“Seamos realistas, pidamos lo imposible”, "prohibido prohibir", "detrás de las barricadas está la playa"). Los estudiantes toman la universidad de La Sorbona y Bellas Artes, ambas decoradas con banderas rojas, emblemas anarquistas y afiches de Lenin y Mao. Se realizan debates públicos en las aulas y todo funciona con comités elegidos en asamblea a mano alzada.




Empieza a consolidarse el apoyo obrero con ocupaciones de fábrica (más de quince mil obreros de la Renault se encierran en su planta secuestrando a la patronal). Paran los transportistas públicos en París, las industrias de Normandía y Lyón, los trabajadores de la televisión estatal, los controladores aéreos, los obreros del carbón, los ferrocarrileros, los astilleros, las empresas de electricidad, el sector educación. Ante la inestabilidad general, el gobierno ordena que los franceses solo retiren quinientos francos en las ventanillas de los bancos. Los textiles y los grandes comercios de París se unen a la huelga. ¿Qué piden? Semanas de 40 horas, derogación de leyes anti-huelga, aumento del salario mínimo, mejoras laborales.

A fines de Mayo, Nantes adquiere protagonismo. Los agricultores bloquean las vías de acceso, la huelga es general y el comité de trabajadores controla durante una semana el funcionamiento interno de una de las ciudades más populosas de Francia: Las tiendas abren al público con carteles que dicen “esta tienda está autorizada a abrir. Sus precios están bajo supervisión permanente del Comité”. Desde la España republicana de la guerra civil no se veía algo similar. Treinta mil personas marchan al palacio de La Bastilla (símbolo de revoluciones) fuertemente custodiado por los gendarmes, los manifestantes saquean e incendian la Bolsa de París y se estuvo a punto de ocupar el Ministerio de Finanzas. Medio millón desfilan por las calles pidiendo un “gobierno del pueblo”. Era la cresta de ola. Un empujoncito más y veríamos la primera revolución europea por televisión.

Pero, esta vez, De Gaulle fue más inteligente. Se decretó un incremento del 35% en el salario mínimo industrial y convoca a nuevas elecciones (antes había gobernado vía referéndums, pero esa fórmula ya estaba gastada). También se asegura el apoyo del ejército mientras obliga al dirigente estudiantil Cohn-Bendit a exiliarse. También negocia con el Parido Comunista Francés (que miraba con profunda desconfianza la gesta de mayo) y con la URSS (que ya estaba informada de la perniciosa influencia de esta revuelta en sus propias filas, empezando por los sucesos en Checoslovaquia) en busca de avales por si la situación se volvía a disparar. Todas las manifestaciones callejeras son prohibidas.

Los sindicatos oficiales desconvocan las huelgas y los estudiantes empiezan a irse de vacaciones. Las elecciones de fines de junio da el 60% de los votos a De Gaulle. Final de todo.

¿Cómo fue posible? Quizá ganó la espontaneidad y nadie se enteró de la enorme oportunidad histórica de una sociedad altamente industrializada que se atrevió a cuestionar las bases mismas del sistema. Al final, como dice la canción de Ismael Serrano, detrás de las barricadas no había ni playa ni nada. Y los movimientos radicales europeos se encaminaron al inofensivo movimiento ecologista o a grupúsculos violentos que ejercieron el terrorismo.

Para mí, a la distancia, el mayo francés significó la necesidad que teníamos los estudiantes de enfrentarnos al poder y de hacer política desde el primer día. También la necesidad que los estudiantes tendieran lazos con los trabajadores en un frente común. Durante los años ochenta, cuando varios campamentos de mineros se instalaron en el interior del campus de San Marcos , creí ver eso plasmado finalmente. Fue otro sueño, los mineros se fueron finalmente para no volver más.

Y quizá el verdadero ejemplo del Mayo francés es precisamente ser un sueño. Sugerir utopías. Provocar. Es nuestro derecho, disentir y provocar. Cuestionar. Joder. Amargarles la mañana a quienes nos dicen todos los días que vivimos en el mejor de los mundos.

Hoy que parecemos habernos acostumbrado a que los trabajadores sólo trabajen y los estudiantes sólo estudien (y ¡ay! del que se meta en política más de la cuenta), el ejemplo de aquellos chiquillos convertidos hoy en abuelos cascarrabias o diputados modélicos es que, sobran las razones para rebelarse. Y, como decía González Prada, los levantamientos populares significan abundancia y vitalidad en las sociedades.

Ya que este mayo peruano ha traido malas noticias -mascaradas gubernamentales, represión gratuita, la ausencia fatal de un Maestro- refresquémonos un poco con la inocencia esperanzadora de aquellos días mágicos que nunca más volverán. Aunque suene cursi, embriaguémonos con las flores del amor.



miércoles, 21 de mayo de 2008

LAS CALLES LETRADAS DE LIMA: WILSON




En estos días se ha ventilado una pequeña discursión sobre la piratería. Además del discurso oficial de Indecopi ("la piratería es mala, muy mala, porfavorcito sólo compren originales") afortunadamente existen hoy opiniones alternativas que ven en El Hueco o Polvos Azules el efecto de una poderosa demanda social de bienes culturales a precios asequibles que el sector formal no puede ni quiere satisfacer. En ese sentido léanse los posts de Andrea Naranjo y El Morsa. Otros, ven un futuro casi sin libros donde la producción cultural pega un delirante vuelo tecnológico (ver para creer).

Ahora bien, en el Perú se lee bastante. Sí, aunque no lo crean, se lee bastante. Y una de las pruebas más contundentes es la explosión de la piratería editorial. Si la gente no leyera o leyera poco ¿Qué sentido tendría en piratear los libros de Eco, Bolaño o Restrepo? Después de la proclamación del nuevo premio Nobel de literatura, casi a la semana aparecen las ediciones piratas de sus obras, sea el autor turco o austríaco. Cuando el escritor Santiago Roncagliolo presentó en Barcelona su texto La cuarta espada vendiéndose a 25 euros, nuestra pujante piratería patria ya los vendía en el centro de Lima a unos merecidos diez solcitos.

Es por eso que, creando esta nueva sección que demostrará que en muchas partes de Lima se lee bastante, hoy empezamos reseñando la patria chica de la piratería chola: La Avenida Wilson.

La avenida que lleva el nombre de un presidente norteamericano -aunque durante el gobierno nacionalista de Velasco se la renombró oficialmente por el de Garcilaso de la Vega- inicialmente fue una de las grandes alamedas del Perú oligárquico, una suerte de Quinta Avenida tercermundista donde las empresas y franquicias más importantes del Perú colocaron sus oficinas. Cuando el Perú oligárquico se tiró al basurero de la historia, la avenida perdió prestancia y sus inmuebles fueron ocupados por empresitas de medio pelo o simplemente abandonadas. En los ochenta se pobló de Cenecapes y academias de pre-ingreso (acuérdense de esos nombres pomposos: Einstein, Pedro Paulet, Pitágoras, Werner von Braun, Arquímedes, Norbert Wiener -mmmm, ¿eso ahora no es universidad?). A fines de los noventas se convirtió en el gran escaparate de software libre del Perú y en el corazón de la informática al alcance de la mano. En Wilson puedes encontrar todos los programas habidos y por haber, mandar hacer una PC a tu medida o comprar una gigantografía con tu foto. Gracias al empeño de los trabajadores de Wilson, la computadora propia dejó de ser un sueño para los peruanos y le hemos pagado a Bill Gates con su misma moneda.

Bueno, Wilson también es uno de los grandes centros de "piratería" editorial, aunque a su modo.

Los corsarios de Wilson se dieron cuenta que no sólo daba dinero piratear programas o CDs.

Las nuevas tecnologías han abaratado la publicación de un libro (de eso pueden dar fe la proliferación de editoriales e imprentas en el centro de la ciudad). Ademas, entre que obvian los derechos de autor, pagan los menos impuestos posibles, buscan fáciles targets y ahorran encontrando la tinta y el papel más baratos; tienen unos precios innegablemente preferenciales. En su momento de esplendor, se montaron puestos ambulantes de venta en las afueras -siendo célebres los de los cruces con las avenidas España o Uruguay, que rivalizaban con los kioscos de prensa chicha- hasta que el largo brazo de INDECOPI los echó al interior de locales multiusos donde se vende software, accesorios de informática, tinta de impresora, fotocopiadoras, cabinas de internet y, como no, ediciones pirateadas. Wilson no solo es Wilson, sus tirajes se expanden en varios puntos de Lima, han alcanzado a los conos y su venta se codea orgullosa en la pituca Avenida Javier Prado.

Wilson, además, edita literatura práctica: Exámenes de ingreso, tomazos matemáticos de lectura obligatoria, casi la totalidad de los libros sobre informática en castellano y muchos libros técnicos. Ya en menor cantidad, uno ve en las estanterías algo de literatura mezclada entre los tratados de economía de la Mc Graw-Hill o el último hit de Camilo Cruz. Y quizá aquí empezamos a arrugar la nariz: La literatura de Wilson es casi cien por ciento comercial. Ellos siempre piratean a los bestsellers mundiales, nunca se lanzarían por gustos minoritarios. Los libros de Bayly o Bryce los encontrarás muy rápidamente, pero puedes esperar sentado a que te topes con ediciones corsarias de Reynoso, Gutiérrez o Malpartida. La publicación de autores ganadores del Nobel o de textos bien aireados por la crítica que han tenido respuesta del consumidor son el summum de la generosidad de Wilson en materia literaria. No esperamos nada más de una avenida que mueve millones vendiendo los últimos antivirus a menos de diez soles o te monta una pentium guapita por 350 dólares.

Por eso el grueso de la literatura pirata de Wilson tiene un carácter bizarro: Manuales de autoayuda casi insultantes (idioteces como "eres pobre porque tú lo quieres, porque no te atreves a ser rico"), libros sobre ese gran leit-motiv nacional que es el esoterismo (Las Profecías de Nostradamus, ese fijo) o textos de explotation de películas o best-sellers (toda la morralla escrita en torno a El código Da Vinci, el Priorato de Sión o la siempre jugosa leyenda de los Cátaros). Abundan mucho los manuales de autoayuda pero en clave empresarial, que cómo logré mi primer millón, que cómo arrasé con la industria de mi sector, que yo fui quien conquistó Nueva York. Y no falta la literatura de tema nazi, un clásico invisible en la cultura popular limeña. Que sí.

Wilson refleja las contradicciones entre el capital y la cultura, entre la explosión de un nuevo empresariado emergente buscando nuevos públicos y las necesidades o gustos del nuevo consumidor popular: La magia de encontrar el último libro de Petras o Chomski (en español, obviamente) y el horror de ver las estanterías repletas con subproductos de Og Mandino, Alessandra Rampolla o Frida Holler. El primer peldaño de la literatura está acá y, como en la biblioteca de aquel monasterio benedictino de El nombre de la rosa, ella es la guardiana de la verdad y el error.

Y quien todavía piense que los piratas de Wilson son unos sinvergüenzas y delincuentes, pues entérese que las grandes empresas formales de la comunicación se comportan como los mismos explotadores de siempre.

Ya ta dicho.
Ah, la fotito, del célebre blog del Doctor Monique
Actualización: Este post ha tenido un rebote en un artículo en el Gran Combo Club. Lo interesante es el debate que se ha dado en los comments y más aún, que las posiciones cuestionadoras del discurso oficial antipiratería han conseguido ya una hegemonía. Y se me ha quedado un gustito en el cuerpo...

miércoles, 14 de mayo de 2008

SI HERAUD NO FUESE HERAUD



De Javier Heraud se ha dicho casi todo y su prestigio en la poesía peruana es indiscutible. Aprovechando el grave momento en el cual, por voluntad de sus familiares, se han trasladado sus restos desde su ya mítica tumba en Puerto Maldonado hasta Lima (merced a la generosa labor del Equipo Peruano de Antropología Forense) y -más aún- ahora que se conmemoran 45 años de su muerte; cabe hacer algunas disquisiciones que puedan servir a los escritores jóvenes de hoy.


Como ya lo señalé en un comment por allá, algo que me sigue extrañando en el ecoambiente informativo y noticioso relativo a Heraud es que:

" Es curioso como en los medios hegemónicos se respeta a Javier Heraud y se lo vé, en el peor de los casos, como un iluso o el último de los románticos. Cuando hoy en día el sanbenito de “terrorista” le quedaría hasta pequeño. Por un lado creo que hay una suerte de mitificación generacional legitimada no sé por qué (quizá porque muchos de sus simpatizantes están reconvertidos como Béjar o simplemente muertos hace años y en paz). Pero creo que hay otra cosa y es el elemento racial-clasista. Heraud era Heraud y no Atoccsa, Curi o Tasayco. Era de lima limón, de gente bien y seguramente compañero de clase de quienes luego fueron banqueros o contralmirantes. Al césar lo que es del césar y mi tocayo murió en su ley, pero me llega altamente que otros con menos pedigrí social sean vistos como poco más que hienas sangrientas enemigas de la patria y bla bla bla…"


1) Curiosamente, a ningún miembro del rastrero periodismo oficial le da por llamar "terrorista" a Heraud, a pesar que él asumió explícitamente la via armada para cambiar las cosas, siguió cursos de entrenamiento militar en Cuba y viajó al Perú para montar una guerrilla que combatiría inexorablemente contra la policía y las Fuerzas Armadas, bajo un modelo guevarista en el cual no se escapaban ni los curas si éstos eran enemigos de la Revolución. Heraud contaba con un plus que, pese al actual stablishment, no lo convirtió en traidor a la patria y sí en un icono tolerado por el sistema (incluso por El Comercio).


2) Otra atingencia. Antes era legítimo usar las armas. Alternativa quizá equivocada y tristona, pero considerada -décadas y siglos ha- como legítima. Nadie osaría llamar a Mariano Melgar "terrorista", "violentista" o "autoritario" por elegir levantarse contra la Corona en vez de negociar con ella cuotas de poder y buen gobierno (De hecho, en muchos sectores de historiadores -de la PUCP, todo hay que decirlo- está hoy de moda decir que habían bastantes posibilidades de consenso entre realistas y criollos americanos que fueron lamentablemente superadas por los hechos consumados de San Martín y Bolívar). En esa órbita, hasta a Miguel Grau le colgaríamos el sambenito de "terrorista", por apoyar con la violencia la insurrección vivanquista contra el gobierno elegido de Castilla. Pero hoy, cualquier comunero o trabajador minero que con una huaraca se enfrenta a la Policía nacional ya tiene el socorrido estigma. Protestar firmemente ya es sinónimo de "terrorista", no importa la causa. El gran Domingo de Ramos, con su poesía y un coctel molotov en la mano, hace cuarenta años sería un héroe popular; hoy estaría purgando pena en Canto Grande. El pensamiento hegemónico ha hecho hoy de la violencia un recurso privativo solo de los Estados y ya no se tolera, bajo ninguna circunstancia, que la población civil se levante políticamente en armas. Pero Heraud murió en 1963.


3) Y finalmente, Heraud era poeta. No era obrero textil, contador público, peón de almacén, trabajador metalmecánico, vendedor ambulante o ingeniero agrónomo. A Heraud el aura de poeta lo hizo mucho más legendario y recordado que sus propios compañeros de armas caidos en combate a quien casi nadie recuerda. Un áura que uno calificaría de injusta (sobre todo si uno no es poeta). Si Heraud no fuese Heraud ¿Cómo sería hoy recordado?

Con todo esto no he querido desmerecer en absoluto ni la obra ni la estatura de mi tocayo. Pero sí he querido señalar esas disonancias para volvernos a replantear críticamente la presencia de Heraud entre nosotros. Unos ven a Heraud a la distancia, simpático pero lejano, con la misma postura acrítica de nuestros textos escolares de historia. Para otros -y saludo la valentía- se señala directamente que la trayectoria de Heraud debería representar lo que los jóvenes peruanos no deben hacer, el camino que no deben seguir.


El debate está abierto ¿Cuáles son los límites para nuestra rebeldía y nuestras ganas de cambiar las cosas? ¿como hacer para que el criterio de clase y de raza no siga ensuciando nuestro recuerdo y aceptemos la patraña de tener revolucionarios "buenos" y "malos"? ¿Te hubiera gustado que los criollos resistieran las tentativas rupturistas y apoyaran a Abascal, resistieran exitosamente a las tropas de San Martín y Bolívar y el Perú terminara siendo una de las últimas colonias españolas como Cuba, Puerto Rico y las Filipinas? ¿La poesía, incluso la libertaria, se mancha con la sangre?


Una reflexión final: Me hubiera gustado que Heraud viviera, que entre tazas de café o chelas me dijera cómo fue capaz de entrar a Puerto Maldonado llamando tanto la atención, llegando en tropel al ventiúnico hotel de la ciudad con unos tipos ostensiblemente barbudos y que cuadraban con el esteriotipo del comunista y sin nigún contacto con la población. Que cómo se podía ser tan ciego, que cómo se podía ser tan loco. Que cómo jugó la increíble carta de dejar la vida muelle de la oligarquía limeña para hechizarse en Moscú y en Pekín, lanzándose gigantescamente al vacío y terminar su vida junto a las orillas de un río remoto con solo ventiún años.


Bueno Javier, por lo menos a tí no te llaman terruco ni antipatria. Tu poesía ha sido la barrera contra los baldazos de indignidad que los de siempre arrojan sobre quienes les señalan sus felonías y crímenes.

Tocayo, descansa en paz.
La foto que véis es la última que se tomó en Lima, antes de partir a La Habana, era 1962.

domingo, 11 de mayo de 2008

El cemento contra San Marcos



"-Quiere entrar también a esa olla de grillos de San Marcos en vez de la Católica -don Fermín paladeó la bebida, hizo un gesto de fastidio- le ha dado por hablar mal de los curas, de los militares, de todo, para hacernos rabiar a mí y a su madre.


-Todos los muchachos son un poco rebeldes -dijo él-. Creo que hasta yo lo fui.


-No me lo explico, don Cayo -dijo don Fermín, ahora grave-. Era tan formalito, siempre las mejores notas, hasta beato. Y ahora, descreído, caprichoso. solo me faltaría que me salga comunista, anarquista, qué se yo.


-Entonces va a emprezar a darme dolores de cabeza a mí -sonrió él-. Pero vea, si yo tuviera un hijo, creo que preferiría mandarlo a San Marcos. Hay mucho indeseable, pero es más universidad ¿no cree?


-No es porque en San Marcos se politiquea -dijo don Fermín, con aire distraído-. Además, ahora ha perdido categoría, ya no es como antes. Ahora es una cholería infecta, qué clases de relaciones va a tener el flaco ahí.


Él lo miró sin decir nada y volvió a pestañear y bajar la vista, confundido.


-No es que yo tenga nada contra los cholos -te diste cuenta, hijo de puta-, todo lo contrario, siempre he sido muy democrático..."



Mario Vargas Llosa


Conversación en la Catedral






La desconfianza y la inquina del poder frente a San Marcos viene de largo.


Nuevamente la tombería ha entrado al campus de La Decana. En mis tiempos aún era un riffirrafe al lado del muro donde nosotros tirábamos piedras y ellos perdigones. Luego, nosotros molotovs y ellos fuego real. Luego entraron y montaron un vergonzoso cuartel donde a una generación de sanmarquinos los trataron como a perros. Ahora, lentamente, el viejo espíritu contestatario ha vuelto a tomar cuerpo. Y ha recibido la misma respuesta de siempre: Represión policial y manipulación mediática.


Sin embargo, además del gobierno y los poderes fácticos, el estudiantado sanmarquino tiene otro enemigo.


El hecho que Castañeda pudiera pasar con su aplanadora para construir una autopista fue algo aprobado alegremente en una sesión de la Asamblea Universitaria. Tanto el rector como los dirigentes estudiantiles que estaban allí no dijeron nada en contra. ¿Es que no se dieron cuenta de lo que iba a significar?¿En qué pensaron?¿Qué cuotas de poder, qué manejos de coyuntura pactaron? Y ahora que las excavadoras han derribado el perímetro del campus, el polvo y el ruido atosigan las clases y se han dado enfrentamientos entre los estudiantes y los trabajadores de la construcción; recién se enteran que algo ha salido mal. Y cuando la rabia sanmarquina vuelve a aparecer, inmediatamente cambian de canal y se reconvierten en críticos y revolucionarios, echándose la culpa los unos y los otros. El papel del rector es el más pusilánime. Salva la cara diciendo que va a cambiar las cosas que él mismo firmó.


El cubileteo es una vieja práctica sanmarquina y, como lo dijera socarronamente una vez el profesor García Bedoya "tenemos la burocracia universitaria más antigua de América". De nada sirve tener la razón de nuestra parte si nos falta más visión en elegir nuestros dirigentes y representantes. No tiene sentido pedirle democracia y transparencia al gobierno central y local, mientras dentro de la Decana siga existiendo el mangoneo y la opacidad. La democracia empieza por casa y creo que es la hora que TODAS las autoridades universitarias -incluyendo, cómo no, la representación estudiantil- hagan rendición de cuentas ante asambleas estudiantiles con poder de revocatoria.


También es tiempo que San Marcos responda a las mentiras de la mayoría de los medios con una contracampaña que haga conocer a la ciudadanía lo que hace la universidad: decenas de investigaciones, iniciativas de proyección social, labor cultural extracurricular, apoyo a proyectos de otras instituciones de la sociedad civil y, sobre todo, permanente creación intelectual y artística. San Marcos debe arrinconar a Castañeda en su punto más débil: los asuntos culturales, reducidos por la municipalidad a inaugurar parques huachafos de pago, a enrejar y prohibir la entrada a otros, a montar concursos bizarros de bandas o a reconstruir el Teatro Municipal como si fuera el Monumental de la U (vendiendo palcos y asientos privados a perpetuidad, expulsando al ciudadano de a pie de los futuros conciertos o representaciones). Los sanmarquinos deben enseñarle al alcalde mudo que ellos, con un presupuesto siempre insuficiente, montan decenas de grupos de danzas de alto nivel, inauguran simultaneamente muchas exposiciones en su Centro Cultural y cuentan con un fondo editorial de unas dimensiones impensables para una Gerencia Municipal de Educación, Cultura y Deportes, cuyo portal web de actividades se ha quedado estancado ¡en el 2005! Claro, como solo piensan en cemento...


No sé si San Marcos le pueda ganar la guerra al cemento, pero creo que por fin estamos regresando a un renovado y saludable movimiento estudiantil. Ojalá este asuma formas más críticas, más democráticas y más integradas al grueso de la sociedad. En un país casi sin instituciones, la participación de la Decana en la vida pública no solo es un derecho, sino sobre todo es un deber.
*La foto, del Blog del Morsa. En rojo, la autopista de la discordia.

jueves, 8 de mayo de 2008

MELISSA, POR FIN, LIBRE




Lo informa el blog del IDL (el organismo que ahora se está encagando de la defensa de Melissa):"La magistrada Jessica León Yarango, titular del Primer Juzgado Penal Supraprovincial de Lima, ordenó la inmediata libertad de Melissa Patiño, joven estudiante que fue recluida en el penal de Chorrillos, tras ser detenida el pasado 29 de febrero bajo el supuesto delito de colaboración con el terrorismo, informó su abogada Silvia Romero, integrante del Instituto de Defensa Legal (IDL). El Poder Judicial accedió así al pedido de variación del mandato de detención por comparecencia, argumentando que en el transcurso del proceso se ha desvanecido la probabilidad de que Patiño Hinostroza evada la acción de la justicia o pueda perturbar la actividad probatoria."

Asimismo informa La Primera: "La estudiante sanmarquina Melissa Patiño recuperó ayer su libertad, previo pago de mil soles de caución, por decisión de la jueza Jessica León, quien, ante la falta de pruebas contra la joven y en medio de una ola nacional e internacional de solidaridad con la detenida, dispuso que sea investigada bajo orden de comparecencia.La necesidad de cubrir diversos trámites burocráticos postergó la libertad de Melissa hasta altas horas de la noche".
Además, como informaba el blog de Sifuentes, ya desde hace dos días se había suavizado el régimen carcelario para las seis mujeres detenidas en Tumbes. Lo que puede leerse (también, ojalá) como una próxima excarcelación para todas ellas.

El escritor Rodolfo Ybarra, quien es uno de los coordinadores de la defensa de Melissa, no tiene mi fono y no ha podido llamarme para estar en la madrugada en el comité de bienvenida a Melissa a la salida del penal (coño, qué envidia). Así que, permítanme la banalidad, ahora mismo lo estoy festejando prematura (¿e irresponsablemente?) con una botella de vodka lituano. En este país, con los tiempos que corren, las alegrías son pocas.

Bueno, se ha impuesto lo obvio: Melissa, como los otros detenidos de Tumbes, fue víctima de una caza de brujas propia de un grupo de policías aficionados dirigidos -yo diría obligados- por un Ministro del Interior más que inepto. A Melissa se la incriminó sin pruebas, con un auto de apertura vergonzante para cualquier sistema legal del planeta y acogido por un poder judicial miedoso ante el poder. Esta desfachatez fue posible por la indiferencia de la buena parte de la sociedad civil, la ausencia de una oposición política efectiva al gobierno y la participación de una parte del periodismo hegemónico al parecer ya vendido como en los mejores tiempos del fujimorismo.

Y, lo peor de todo, Melissa sale en libertad no por magnanimidad del gobierno, sino por la presión mediática que significaba celebrar un Cumbre de Jefes de Gobierno de medio mundo mientras se violan y manosean uno por uno los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos. El Genocida que nos gobierna ya sabía hace muchas semanas que su torpísimo A-Team la había enbarrado. Lo que siguió después ha sido un oprobioso proceso de liberarla sin roche para que ningún Jefe de Estado o eurodiputado le mencione al presidente en su cara (y ante cámaras) su acitud prepotente y antidemocrática. Pero algo me dice que eso pasará...

La Primera señala, asimismo, que la familia de Melissa interpondrá una demanda contra el Estado peruano. Demanda que será larga, tortuosa, pero que Melissa -como ya ha sucedido en muchos casos anteriores- ganará.

Bueno ¿Y ahora qué dirán aquellos que la acusaban tácitamente de delitos de terrorista?¿Qué dirán aquellos que creían que era mejor que ella permaneciera encerrada? ¿Qué dirá este imbécil y ésta otra? ¿Y que dirán todos esos hueleguisos del ciberespacio que bombardeaban nuestros blogs con opiniones rastreras amparadas en una ovejuna confianza al testimonio de la policía? ¿Alguno de esos tendrá los cojones de criticar a Alva Castro por su torpeza?¿Alguno tendrá la valentía de decir que se ha equivocado, que pecó de extrema sospecha y que reconoce sus errores? Ojalá, porque rectificar en el Perú no sé si sea de sabios, pero sí de personas decentes.
Disfruta tu libertad Melissa, pero recuerda que -como a todos los que pensamos distinto al poder- podemos ser encerrados una y otra vez.

Actualización: Cal y arena. Se libera a Melissa pero se detienen a la brava a una veintena de estudiantes de mi amada San Marcos. En el Blog del Morsa pueden ver (gracias a testimonios directos en primera persona) la terrible magnitud de los hechos, lo que no percibirán ni por asomo en los noticiarios de la apestosa TV peruana. Mientras, este otro infeliz del gobierno califica de antipatriótico el derecho a protestar. No es ser alarmista, pero está clarísimo que este país está regresando a formas de represión y autoritarismo que uno ya creía superadas ¿A cuántos meterán en las cárceles por ejercer su derecho a protestar y a opinar distinto? ¿Cuántas semanas estarán esos estudiantes sanmarquinos presos por el gobierno? ¿Tantas como Melissa?
Actualización 2: Como se pueden imaginar, el imbécil fascista no ha podido con su genio y acaba de defecar esto en la editorial del periodico de sus patrones:
-¿Por qué sólo se ha dispuesto la libertad de Melissa Patiño y no la de los otros detenidos junto a ella? ¿Por qué es poetisa (aquí escribes cualquier cosa sentimentaloide o rara y ya eres poeta), chiquilla, tiene carita de mosca muerta, la apoyó una campañita izquierdista y la defendió la todopoderosa ONG IDL? Si salió ella, lo lógico era que suelten al resto también, o por lo menos a los que no tenían antecedentes. Espero nomás que dentro de unos años no terminen cogiendo a Patiño en actos criminales, como pasó con Edith Lagos, Sybila Arredondo (¡qué tal gusto el del escritor Arguedas!) y Mónica Feria, a las que se soltó también tras una fuerte campaña mediática. Que de ahora en adelante Patiño escoja mejor a sus amigos y pregunte más detalles cuando la inviten gratis de viaje, que así de cándida –como jura– va a terminar cayendo en manos de tratantes de blancas en Tailandia

La Represión avanza...


Niederdrückung




Que es como los alemanes le llaman a La Depresión.

La historia de este silencio bloguero se debe en primer lugar a una inesperada sobrecarga de trabajo no prevista ni por asomo. Y también a una terrible semana en la que no pude colgar un post sobre Vallejo por mi puñetera impericia tecnológica (no encontré como colgar en la red un archivo radiofónico de Cronwell Jara).

Pero el gran down fue el enrarecido clima en la red acerca del asunto. Se los explico: Yo puedo entender la posición de Aldo Mariátegui o Giampetri, nuestros dos portaestandartes del fascismo patrio. Puedo entender las razones crematísticas o de mera supervivencia mediática de esta bruja para haber caido tan bajo en su pseudoperiodismo. Puedo entender el vergonzoso silencio del caricaturista Alfredo, amiguísimo personal de Alan por más señas. Puedo entender -y entiendo- la deriva autoritaria de este régimen que se cree dueño de la pelota y la cancha.
Lo que no puedo entender es cómo gente que yo consideraba respetable -a pesar de muchas discrepancias- siga manteniendo opiniones tan rastreras frente al caso inaudito de Melissa Patiño. Yo creía que la blogósfera podía ser un espacio privilegiado de debate ausente de las maniobras del poder, las presiones mediáticas y la baja política. Creía que todos los bloggers, más o menos, mantenían cierta permeabilidad final a las razones y a la decencia. En las primeras semanas de abril me topé con posiciones increíbles que avalaban alegremente a la policía, que se amparaban en un miedo fabricado a un hipotético futuro revolucionario (o "terrorista" como suelen mencionar) y que abusando del insulto y la impunidad convertían a una poeta de veinte años que piensa diferente en una criminal avezada a la que le niegan los más mínimos derechos que le regalan a los presos por narcotráfico o violación de derechos humanos.

Como novato que soy en esto, no podía creer que recias corrientes de excrementos bajo perfumes artísticos o liberales, expulsadas por fauces de supuestos expertos en derecho, periodismo o literatura fluyeran con tanta normalidad por la red. Preparé un post seleccionando esos comments rastreros de grandes blogs que cultivo, incluso estuve tentado a poner el nombre real de sus destinatarios.... pero entendí que ese ejercicio de soplonería solo conducía a acercarme a esos albañales del siglo XXI. Javier, terminé aprendiendo, los enemigos están en todas partes, en el ciberespacio también. Colón!!

Así que me costaba volver al blog. Terminé navegando por blogs depresivos, otros curiosamente tétricos o críticamente deportivos. Para colmo Lima se ha convertido en una inmensa escombrera estresante, el Barcelona anda hasta el culo en la Liga, el Alianza otro tanto, se aplauden obscenidades como el matrimonio de un tenor en un edificio que es Patrimonio Histórico (¿A cualquier peruano se le dejaría casarse en Machu Pichu o Caral?) o se descubren más cadáveres en ese campo de concentración y ejecución que fue el cuartel Los Cabitos ante la indiferencia general. Me hice la misma pregunta que muchos de ustedes se han hecho ¿Vale la pena seguir con un blog?

Afortunadamente, la literatura vino a mi rescate. La Revista Peruana de Literatura, de la que soy editor, convocó hace un año un Concurso de Novela Política. Contra lo que uno malpensara no llegaron cuatro folletines gritones sino más de una veintena de formidables novelas que, como miembro del jurado, estoy leyendo con placer. Putamadre, este país rezuma literatura, te encuentras con historias extraordinarias contadas desde el corazón, las tripas y el cerebro, hay unas ganas de verdad, de reconstruir la historia, de creer en otro país; en fin, que me devolvió la estatura y me hizo repetir aquella frase de Ken Loach atribuida a sus personajes obreros: No tengo depresiones porque no tengo tiempo para ello. Amigos, hay un montón de cosas por hacer y no solamente en literatura. Y detenerse, equivale hoy a retroceder.

Meine Niederdruckung ist kaputt! (mi depresión se acabó), Ihre Blog kommt zurück! (vuestro blog regresa) Vorwärts! (Adelante) Freiheit und Kultur! (Libertad y cultura) Proletarier alle Länder... (ejem, mejor lo cortamos ahí).






Y volvemos a hablar en cristiano. Al pan, pan. Al vino, vino. Y al fascista, fascista.