lunes, 31 de marzo de 2008

...Y TRES COSAS MÁS SOBRE RACISMO




1- Como en los viejos tiempos

Aprovechando el debate sobre racismo que circuló por la red hace algunas semanas, el jueves 27 de marzo se montó un conversatorio en el IEP con la participación de los grandazos de la Academia: Allí estuvieron Julio Cotler, Jorge Bruce, Martín Tanaka, Víctor Vich junior o Romeo Grompone y bajo un lleno de bandera que augura buenos tiempos para la discusión. Aquí una lista de frases célebres:

“El Perú habrá cambiado. Pero el racismo –lejos de irse- se ha “adaptado”, se ha “mimetizado” entre nosotros, es como un virus que se las ha ingeniado para meterse en el software peruano”. (Jorge Bruce)

“El racismo es siempre en doble dirección. Es también una vía de escape de los discriminados. El racismo ha existido siempre, lo que sucede es que aflora en determinadas condiciones. Recordemos lo que dijo Aníbal Quijano, que en el Perú las relaciones de clase están racializadas”. (Julio Cotler)

“Estamos pagando veinticinco años de brechas educativas brutales” (Rome Grompone)

Además tanto Walter Twanama como Víctor Vich usaron símiles literarios. El primero para decir que la narrativa contemporánea (Bayly, por ejemplo) demostraba que se habían alterado notablemente el peso del racismo en el Perú. El segundo se centraba en novelas como La hora Azul de Alfonso Cueto donde se marcaban límites inevitables entre personas que obedecía inevitablemente a un imaginario racista. Un servidor agregó que frente a esa literatura hegemónica había una ristra de escritores del interior con una imagen muy distinta de nuestra sociedad, pero apenas considerados por la crítica y absolutamente desconocidos para el grueso del auditorio ¿Y eso no era discriminación?¿No era un aspecto asolapado de racismo a la peruana?


Para quien quiera, el video de toda la Mesa está acanga.


2- Los caballos de Troya ya fueron

La semana pasada se planteó un breve (e inadvertido) debate a partir de un artículo de Silvio Rendón en el cual criticaba una perspectiva de análisis que él llamaba Desbordepopulismo debido a seguir perpetuando un discurso de gesta del migrante victorioso y emprendedor que se comía el mundo, un discurso de optimismo cholo que venía de los célebres libros de Matos Mar y Jürgen Golte. La idea central es que ese discurso ya acabó, el proceso migratorio ya se ha clausurado y ahora tenemos que partir de analizar un nuevo escenario social sin recurrir al áurea heroica del cholo conquistador de antaño. Los caballos de Troya de los invasores hace tiempo cruzaron las murallas y se han quedado allá.

Dentro de las últimas discusiones sobre la mirada optimista de nuestro proceso de cholificación -desgraciadamente, aún no hay un registro escrito del interesantísimo debate sobre el tema entre César Ramos (un optimista) y Guillermo Buntinx (pesimista) hecho meses antes en la Biblioteca Nacional- la óptica de Silvio es interesante en tanto nos dice que dejemos de remitirnos a la epopeya migrante y veamos los nuevos sujetos sociales como colectivos ya instalados, con otras expectativas y preocupaciones. A mí me interesa en tanto dejamos de lado los lastres culturalistas en función de un análisis más materialista de la sociedad, donde los nuevos sujetos sociales antes que cholos o migrantes, son trabajadores sometidos a una lógica discriminatoria y excluyente de la dinámica económica y política. A ver si es verdad que Marx is back.


3- Ojo con lo que se viene

En esa perspectiva, podemos ver el Festival Claro de la Música Peruana no como un ejemplo de fusión final de la diversidad de la música nacional como sí de un nuevo aparato diferenciador que busca edulcorar nuestros acervos en función de rentabilizar nuevas vetas musicales para un paladar mayoritariamente sedado. Las transnacionales nos imponen su versión de Perú mestizo-plural-y-de-buen-rollito. Mismo comercial de cerveza.

O la famosa publicidad de la universidad de nuestro ministro triquero : Esa en que la que se desprecian tareas simples como pegar curitas o filmar bautizos, y basa la excelencia universitaria en sueños megalómanos como reportear desde la Casa Blanca o hacer un discurso bacán en un congreso mundial de biogenética. ¿Es síntoma de la vitalidad de las nuevas capas medias o mera explotación de sentimientos arribistas? (Aquí, el comercial de marras).

Porque en el Perú, la modernidad tiene un tenebroso envés semicolonial, racista y heteróclito. ¿Qué no? Aquí un extracto de Volcán de viento de Roberto Rosario (Ed. San Marcos, Lima 2008), que aborda la que se supone es una de nuestros sectores económicos más pujantes, modernos y opulentos: La minería.

Ha llegado el fiscal, el juez y el policía. Son gente de otra especie. Ríen, conversan. Con ellos no es la desgracia. No tienen nuestro sentimiento. Nuestro dolor. Los muertos no son carne de su carne. Sangre de su sangre. Ellos no saben del sufrimiento de los mineros. De su familia. De sus hijos, que crecerán sin padre y seguro tendrán que trabajar en el socavón para seguir el mismo camino de sus progenitores (…) Están bajando escoltados por los supervisores de seguridad, cuidando que no hablen con nosotros, que no se junten. Seguro para que no escuchen lo que decimos, no sepan lo que pensamos ¿Quién los mató? ¿El cerro? ¡mentira! El cerro no mata. Él ha estado tranquilito millones de veces (....) El cerro no los ha matado sino la codicia de los ricos. La ambición de los dueños que nunca conocemos. Serán el diablo. El mismo diablo que manda a sus genrentes. A sus ingenieros. A sus capataces. Gritando lisuras. Ordenando. ¡Tenemos que lograr el tonelaje, carajo! ¡hay que mejorar la ley! Diciendo. Qué les importa el costo social. Lo importante es producir. Al diablo con la seguridad. Hay que alcanzar la meta. Qué será pues la meta. Para qué nos sirve a nosotros, si sólo somos sus máquinas. Qué les va a interesar a ellos nuestra vida. El juez ha mandado arrancar la ropa embadurnada de sangre de Adán, buscando la causa de su muerte. Como pelota botada en otro lugar su cabeza. ¿Qué no saben cuál es la causa? La ambición pues, señores, la explotación del hombre por el mineral. ¿No es suficiente? Tienen que justificarse ante la ley, escribir papeles, para decir que ahora sí pueden recoger esta mierda. Desde lejos los ingenieros miran. Qué se van a ensuciar las manos recogiendo a los muertos, para eso estamos los de su misma sangre, los chalacos de la cuadrilla de rescate. Allau Adán, pobrecito”.

Así -también- es nuestro país.


(La ilustración, de Oscar Manuel Alarcon Prieto y su historieta "Micro Bio Peru", aquí la ves más grande)

lunes, 24 de marzo de 2008

El racismo nuestro de cada día




Bueno, llego un poco tarde al debate que se ha generado en torno a la importancia del racismo en el Perú. Todo esto vino a partir del libro de Jorge Bruce, en la cual el autor sostiene que la práctica del racismo es generalizada, interiorizada y consolidada en las entrañas de nuestro lazo social. El racismo es una práctica que atraviesa casi todo el espectro de los peruanos. Por el contrario, Martín Tanaka señala que, en nuestros tiempos, el racismo ha perdido legitimidad en los nuevos sujetos populares que ya han dejado de sentirse discriminados y no reconocen el factor étnico como medida de jerarquización. Por un lado hay un énfasis en el racismo como un rasgo de cotidianidad social. Por el otro, ser más cauto ante el avance de nuevos sectores sociales que se apropian de espacios y símbolos y para quienes el racismo no tiene cabida en su mentalidad emprendedora.

Bueno, tiro mis piedras.

-Si bien soy profundamente desconfiado de las interpretaciones psicoanalíticas de los sujetos sociales, eso no es óbice para estar de acuerdo con Bruce en reconocer la importancia radical del racismo como práctica habitual para la mayoría de los peruanos. Una importancia que marca gran parte de nuestra identidad y nuestra concepción de país.

-La modernización y emergencia de los nuevos sujetos sociales es algo inobjetable que ha cambiado el perú; pero no ha traído necesariamente una mayor democracia ni una mayor tolerancia. Los nuevos peruanos han conquistado el mercado musical, pero ellos no determinan la política de los medios de comunicación. Como muy bien lo estudió Pedro Pablo Ccopa, hay mucho más moteles y mayor laxitud para disfrutar el sexo, pero eso no ha significado una disminución del machismo. Por el contrario, la violencia de género se practica a niveles espeluznantes. ¿Por qué tendría, pues, que disminuir el racismo?

-En una sociedad tradicionalmente discriminadora, sin instituciones ni mecanismos que hayan garantizado los derechos más elementales, con una democracia de juguete y bajo un sistema capitalista que ha terminado de imponer la ley de la jungla en todo el país ¿Es de extrañar que el racismo disminuya? Buena parte de la construcción de este nuevo mestizaje se produje, como dice el Morsa, porque los peruanos no tenían otra. Más que una apuesta esperanzada de integración fue una apuesta defensiva de supervivencia en un miedo hostil de escasez. Una apuesta no exenta de prácticas autolacerantes como el sepultar su lengua materna ante su familia y terceros.

-Y lo que hay ahora es una reproducción de prácticas racistas en espacios populares, supuestamente más abiertos y democráticos. El que tiene más plata “cholea” a su inferior. El liberalismo a lo salvaje te acostumbra a mirar tus semejantes más como competidores que como iguales y ha promovido una cultura discriminadora con el que menos tiene. El racismo se apoya y atraviesa profundamente la pirámide social donde los más vulnerables son los que pagan pato. Un ejemplo claro es la forma como se explota a las trabajadoras del hogar en zonas populosas de Lima, allí –lejos de construir algún tipo de lazo- la trabajadora tiene muchísimo menos derechos de los pocos que conserva en las zonas adineradas.

Desde la literatura hay una huella profunda del racismo y, más que textos integradores, lo que abunda es la crítica airada al racismo como nuestra conducta habitual. Paolo de Lima hizo una selección extraordinaria de textos de literatura peruana reciente donde el racismo (a veces solapado, a veces confeso) está presente con cruel perseverancia. En esa ruta, yo sólo les dejo con un extracto de La Ciudad de los Culpables, de Rafael Inocente (Zignos, Lima 2007).

Ahora la tengo frente a mis ojos. Excluida del mundo. Sola. No me mira directamente.

La obediencia inculcada en su alma desde los primeros años otorga a sus gestos ese aire de sumisión y respeto que guardan las mascotas bien educadas con sus dueños (…)

-hola ¿por qué tan tarde? –pregunto, intentando con el tono de voz darle algo de confianza. Sé bien que las empleadas domésticas salen los domingos más temprano que otros días.

-Es que la señora me mandó al mercado. La señorita quiere comer pescado y por aquí no venden fresco –responde con evidente temor, disimulando mal una vergüenza que no logro comprender. Otea la avenida abarcando todo lo que iluminan sus hermosos ojos de vicuña y a lo lejos reconoce el microbús al que deberá subir. (…) El micro sofrena y el cobrador –de la misma condición social, del mismo color de pie- mirándola con una mueca insolente de desprecio y deseo, la tira del brazo para que suba más rápido mientras el chofer arranca en tercera. Apenas si nos despedimos. No me queda más que lanzar un salivazo a la tierra muerta, mirando con rabia el gesto artero del cobrador que grita ¡Habla jugador, vas vas! En ese instante detesto profundamente a las combis, a los choferes de combis, a los cobradores de combis, a la música que pasan en las combis, al rebaño servil que permite el abuso en las combis…


Con estas reflexiones, les recuerdo que estamos en la Semana contra el Racismo que vienen impulsando diversos colectivos. Como broche de oro, el domingo 30 se realizarán actividades por el Día Nacional de la Trabajadora del Hogar (Efectivamente, aunque no lo crean, las empleadas domésticas tienen su día) en La Casa de Panchita. Todo el mundo está invitado.

Que esta semana nos haga más tolerantes y pensemos cómo rayos combatir el racismo, uno de los principales problemas de nuestra sociedad.

domingo, 23 de marzo de 2008

Mi entrevista en La Primera



Bueno, la semana pasada Don José Luis Ayala me entrevistó en La Primera, aunque por motivos de espacio el texto no salió completo. Así que mi ego ordena y manda que publique la entrevista completa. Ah, la foto me la tomó Rafael Inocente en La Rockola junto con los escritores Domingo de Ramos, Augusto Rubio y Fernando Carrasco. Un servidor, con la camiseta del Barça.

¿Hay literatura sin política?

Muchos escritores, con todo el derecho del mundo, quieren hacer una literatura al margen de los vaivenes sociales, interpretando sus propios sinos individuales o creando un discurso literario personal y hasta hermético. Pero su difusión e influencia en la comunidad de lectores termina por ser política. Es el caso del esplendor de la narrativa de ciencia ficción en los antiguos países socialistas o en el auge de la novela policial o el weird pulp en Occidente durante gran parte del siglo XX: Lo que inicialmente era un producto de imaginación personal que buscaba residir en universos autónomos, termina siendo traducido por los lectores como interpretaciones críticas de su contemporaneidad. Esa paradoja es también política.

¿Hay política sin literatura?

Todo movimiento político busca una legitimación social y recurre inevitablemente a un discurso. El mismo que ha de buscar un sustento literario (en el pasado o en el presente). Incluso regímenes que odiaban la cultura como los nazis o el fujimorismo, buscaron siempre literaturas amigas (o, más bien, serviles) que les dieran decencia y autoestima. Aunque sea para escribirles los discursos para televisión, como ha sucedido con más de un escritor o poeta de otrora pasado rebelde.

¿Qué pasa hoy en el Perú?

La literatura hegemónica está en crisis frente a la irrupción de nuevas literaturas del resto del país. Antes, ser de la Universidad Católica o tener influencias en los circuitos sanisidrinos era patente de corso para dártelas de poeta. Ahora hay nuevas literaturas porque hay nuevos lectores. Eso explica la consolidación de nuevos focos culturales en sitios inéditos como Chimbote, Huanuco o Puno, cada uno ahíto de escritores, revistas literarias, editoriales y eventos. Vivimos una revolución en las letras; que en el Somos no se enteren, es su problema.

¿Se ha despolitizado la literatura?

El poder de la sociedad del espectáculo frente a la razón crítica es un hecho del nuevo siglo a nivel global. Aparentemente hay una despolitización pero lo que existe ahora, vía las nuevas tecnologías, es una reconfiguración de nuevos espacios críticos frente al poder. Así como el video doméstico y el DVD significaron la democratización del consumo audiovisual; los blogs y el ciberespacio han creado un nuevo y sugerente acceso a las maravillas de la letra escrita en todas sus formas. Y la literatura -cuanto más cerca del hombre cotidiano esté- siempre será más política, ya sea ensayo, canción o melodrama.
Actualización: Como sabéis, dos estudiantes ( Juan Manuel Temoche Carreño, de 25 años y Ciarbel Bugosen Abigosen, de 23) han sido detenidos por tomar fotos de aviones despegando y aterrizando en el jorge Chávez. La bizarra noticia está aquí: http://www.larepublica.com.pe/content/view/210190/34/

Al final, cómo no, quedaron libres. Pero yo me quedo con el sesudísimo análisis del oficial, todo un CSI en la lucha antiterrorista:

Para el general Bruno Debenedeti, la descendencia libanesa de Ciarbel Bugosen deja abiertas las sospechas de vínculos con grupos terroristas de Irak e Irán, o incluso Sendero y MRTA.

El Perú avanza...

lunes, 17 de marzo de 2008

LA SOMBRA DEL FASCISMO YA ES ALARGADA





Créanme que yo esperaba que el sainete de la detención de los siete acusados de no se qué (¿terrorismo?¿conspiración?) -entre los que se encuentra la poeta Melissa Patiño- terminaría con el mismo resultado de detenciones similares que se han hecho anteriormente en este gobierno; es decir: liberación y no me acuerdo. Sin embargo, el gobierno aprista ha dado una vuelta más de tuerca en su política represiva y, tan pancho, ha decidido poner a los siete detenidos en reclusión a sabiendas que va a perder el juicio y pagar –con el dinero de todos los peruanos- los costes del pleito. De momento, Melissa Patiño ha podido dar declaraciones exclusivas al diario La Primera desde su nueva residencia: El penal de Santa Mónica.

Y el gobierno sigue sin dar un informe explícito acerca de por qué se les incrimina a los siete detenidos. El atestado apenas habla de registrar conexiones con organizaciones terroristas. Como si estar en la lista de correos de Aurelio Pastor ya me convirtiera en aprista.

Pero eso no es todo.

Según cuenta el poeta Rodolfo Ybarra, “el día de ayer viernes 14 de marzo, decenas de policías y un grupo de boinas rojas irrumpieron en el jirón Quilca, buscando a poetas y artistas a los que requisaron DNIs con el fin de identificar a "alguien" en especial. Según informan varios poetas los documentos fueron devueltos luego de que fueron refrendados y empadronados en una lista que los policías tienen en su poder. Según me escriben otros parroquianos, hay varios artistas que estarían siendo buscados intensamente por solidarizarse con Melissa Patiño”.

Una costumbre antigua y que busca un fin ridículo y, a la larga, contraproducente: Atarantar a los jóvenes, sugerirles a lo bestia que “no se metan en política”. Los resultados de esta medida lo pueden ver en el estupendo testimonio de Raúl Wiener. A ver si nos enteramos: el Estado ha gastado recursos para recorrerse la Calle más libre del Perú en busca de poetas e intelectuales considerados subversivos por el poder y sus serviles medios. En pleno siglo XXI tenemos a un Estado que quiere fichar escritores. Es la penúltima estupidez de un clima de paranoia pituca-conservadora que ya ha merecido una crítica clara de un columnista nada sospechoso de chavismo.

No es de extrañar que desde el Cuzco, el poeta Iván Yauri proponga “formar un Comité de Artistas contra la Represión, que denuncie todo lo que sucede y va a continuar sucediendo. Sin ninguna duda ya estamos entre los objetivos del gobierno, como hace 20 años, junto a todos los líderes y activistas populares. Lo cuál es a la vez un honor y una seria responsabilidad que hay que asumir como corresponde”.

Si el gobierno quería meterle miedo a los escritores, ha conseguido exactamente lo contrario.

¿Qué vendrá después? ¿Allanamientos a Centros Culturales? ¿Proliferación pública de listas negras (como esa que quieren hacer de acusados de terrorismo)? ¿Más detenciones? ¿Quema de libros? (no se exalten, que esta costumbre no es nueva en el Perú).

Se supone que las Cumbres Mundiales iban a dar una cara optimista al Perú, pero ya están ofreciendo rostros tenebrosos. Si Alan García y su séquito de palafreneros querían un año tranquilo sin manifestaciones ni broncas, pues a este paso se van a llevar la sorpresa de sus vidas. De momento, el 2008 se está convirtiendo en el Año de la Represión.

El fascismo no hay que verlo solamente como un esquema político exclusivo de algunos regímenes europeos de los años treinta. El fascismo es una actitud: Subyugar como sea (mediante la mentira, la propaganda o la propia represión) a los ciudadanos, domesticando a las instituciones y aniquilando a sus pares más críticos, en aras de un proyecto vertical cuyos guardianes son una minoría selecta. Que alguien me diga que esto no está sucediendo en el Perú.

El llamado de Iván Yauri es inapelable: Urge que escritores, artistas e intelectuales formen un coordinadora que los defienda frente a las agresiones de un Ministerio del Interior bestializado que ve en poetas rebeldes o artistas díscolos el largo brazo de Chávez. Amigos, FRENEMOS LA BARBARIE.
Actualización: Efectos colaterales de la batida aprista contra los escritores: Se cancelan los recitales en el Yacana. Cito: Queridos amigos en vista de los acontecimientos violentos en el yacanael día viernes 14 de marzoy que los administradores del mismo no ofrecen la seguridad a nuestros invitados y a nuestro públicodamos por clausurada definitivamente los recitales de la escuela de lima les agradecemos a todos los que nos acompañaron en estos años y les deseamos larga vida creativa mil disculpas y esperamos su comprensión reciban un fuerte abrazo.
Willy Gómez Migliaro & Dalmacia Ruiz Rosas



El Árbol / Julio Meza

Bueno, aquí está la primera selección de esta nueva etapa de Quipu. Se recibieron seis decenas de textos de jóvenes autores (no todos llegaron a ser revisados, muchos de ellos se juntarán con otros cincuenta textos llegados en los últimos quince días). Los jurados encargados de esta primera selección fueron Ernesto Carlín y un servidor, quienes elegimos de común acuerdo los dos cuentos enviados por Julio Meza, subrayando sobre todo uno de ellos, “El árbol”.

Julio Meza (Lima) tiene veintisiete años, es un abogado graduado en la PUCP que ahora se dispone a estudiar literatura en esa misma universidad. Ha publicado un libro de cuentos, Tres giros mortales, en la editorial Casatomada que dirige Gabriel Rimachi. También administra un blog de crítica de rock llamado Atrapa la Luz (www.atrapalaluz.blogspot.com).



El Árbol / Julio Meza


Al oeste de un cielo de nubes blanquecinas, el sol se levantaba con su característico vigor matutino (parecía un hombre luminoso que se despereza exhibiendo una panza abultada) y, con su fuerza natural, lanzaba sus rayos amarillos que producían iridiscencias en las rocas de los cerros imponentes. Varios metros más abajo, en el pueblo, las tejas rojizas y las ventanas de las fachadas brillaban por el emerger de la mañana, y estos pequeños resplandores formaban raras constelaciones que podían verse desde las lejanías. En la plaza, la iglesia mayor proyectaba una sombra alargada, que aumentaba de tamaño hasta atravesar el asfalto, ingresar al jardín central y refrescar la banca de madera que acogía a un mendigo. A una cuadra, en la calle que conducía al río de aguas tranquilas, se encontraban las casas de las personas más pudientes, y, por ello mismo, el sector más cuidado y agradable de todo el valle. Una de esas construcciones, que se ubicaba en una esquina concurrida, era la del señor, un hombre de edad avanzada, pero con un cuerpo tan recio que daba la idea que los años, en vez de afectarle, le habían dado una fibra invencible. Frente a su puerta principal, por donde recibía las visitas de sus pares, se ubicaba el resultado de las décadas completas que había llevado en ese lugar: un árbol de raíces profundas, tronco grueso y firme, y ramas y hojas de una gran abundancia.
-¡Cuánto se demora este bruto! -dijo el señor, saliendo a la vereda para buscar al jardinero.
A una centena de metros, el jardinero venía caminando lentamente, como si reflexionara con paciencia antes de dar cada paso. Sobre su espalda encorvada, y en una bolsa de rafia, llevaba sus herramientas de trabajo, algunas ropas y un frasco con gasolina. “Pero qué rico”, pensó, luego de sentir el calor del ambiente en su cuerpo, y se puso a silbar. La melodía que brotaba de sus labios era en apariencia alegre, pero tenía una corriente subterránea que la tornaba melancólica y, en algunos momentos, hasta vertiginosamente triste. Por más que se esforzó (puso un dedo en su boca y junto los dientes), no logró evitar el aire oscuro de su música. “Parece que mi interior me manda un mala señal”, caviló, y, sin embargo, continuó soplando con ritmo.
Luego de pasar por una bocacalle, vio al señor, que exhibía un rostro de exasperación, y recién avanzó con rapidez, pues entendió que estaba llegando tarde. “Uy, el señor está amargo, creo”, pensó.
Ya delante de su patrón, bajó sus cosas y saludó con verdadero cariño: - Señorcito, buenos días. ¿Cómo se encuentra hoy?
-A ti que te importa cómo estoy -respondió el señor, agresivamente-. Debiste aparecer hace media hora.
-Sí, señorcito -dijo el jardinero, bajando la cabeza-. Pero no se moleste. Al fin y al cabo, he llegado ya, ¿no?… Dígame, ¿para qué soy bueno?
-Primero, la próxima preséntate más temprano -manifestó el señor-, porque de lo contrario no te daré ningún encargo -y, relajando su mal carácter, señaló el árbol-. Bueno, ¿ves a ese?
-Sí.
-Deseo que lo hagas caer.
-Pero… -dijo el jardinero, mirando el árbol por un momento- ese está sano y fuerte. ¿Por qué quiere que lo baje?
-¡A ti qué te interesan mis razones! -el señor volvió a encolerizarse-. ¡Sólo córtalo!
-Como desee, entonces -aceptó el mandado el jardinero -. Lo haré lo más pronto que pueda.
-Espera -agregó el señor, rascándose la cabeza-. Si te lo cuento, tal vez trabajes con más ganas.
-A ver, señorcito.
-Mira, sucede que mi mujer está muy enferma -se explicó el señor-. Ella cree que va a morirse. Pero considera que eso no sucederá hasta que cante un ave de mal agüero. Y en el único lugar en que se puede colocar dicho animal es en ese árbol. Por lo tanto, mientras no exista esa planta fregada, ningún pájaro se hará escuchar.
-Entiendo, señorcito -dijo el jardinero, respetuosamente.
-Bueno, ahora me voy -finalizó el señor-. Tú ya sabes cuál es tu trabajo.
Mientras se retiraba el señor, el jardinero se paró delante del árbol y lo observó con atención: bajo el sol intenso, tenía un aire majestuoso y superior, como de alguien importante. “Además”, pensó él, “parece de ánimo duro y voluntad terca, igual que un señorón de esos”. De inmediato, el jardinero se acobardó, y contrajo el cuerpo hasta juntar la quijada con el pecho. Su meditación le indicaba que debía mostrar respeto, pues no estaba tratando con un igual. Pero, luego de unos segundos, cuando se dio cuenta que estaba frente a un árbol, se irguió por completo, se colocó en posición de pelea, y dijo en tono desafiante: -No me vencerá ni con su porte de señor ni con nada… ¡Y, por último, no permitiré que le haga daño a la señora!
Desde la perspectiva del jardinero, el árbol pareció responder a sus palabras: se agitó ligeramente, como si se estuviera riendo ante su amenaza.
***
-Ha llegado su fin, señor árbol -se animó el jardinero, levantando la tijera de podar-. Ahora sabrá de mi oficio.
Con una minuciosidad de artista, y sobre su escalera de tablas, empezó cortando las ramas más pequeñas. Para alguien no avisado, daba la sensación de estar realizando una labor de peluquería, pero trasuntada a los oficios que requieren las plantas. Luego de varios minutos, cuando terminó con su tarea, y dejó al árbol sólo con su enramado grueso, tomó el machete y, con golpes secos, acabó por tirar abajo esos brazos marrones y tortuosos. Ya con la cara y el pecho manchados de tierra, descendió al suelo, y procedió a alistarse para el trabajo más arduo: quebrar el tronco. Empuñando el hacha con ambas manos, taló una y otra vez, deteniéndose a ratos para secarse la frente o beber agua de una botella de vidrio. Media hora después, cuando estuvo a punto de concluir (sólo faltaban tres o cuatro hachazos), cogió la soga y, con mucha precisión, la envolvió a un lado del tronco. A continuación, tiró con potencia, hasta que, tras el grito “¡cuidado abajo!”, el árbol cayó vencido, desplomándose en su integridad.
-Le dije que acabaría con usted -soltó el jardinero, dibujando una media sonrisa-. Ahora, pues, le verá el señor.
Mientras tanto, el sol seguía gobernando con ímpetu, lanzando sus rayos como si estuviera dando su bendición a todos los seres existentes. En respuesta, las flores abrían sus pétalos de colores, invitando a que cayera en su interior un poco de la energía dorada que se desperdigaba por el campo; y los animales, con una alegría que manifestaba éxtasis, jugaban desplazándose de un lugar a otro y produciendo una bulla disonante pero feliz. Más allá, sin embargo, un conjunto de nubes albas, que poco a poco se volvían de un gris espectral, acechaban como fantasmas, y expandían su sombra tensa por algunos bastos territorios. A su vez, el viento, al que parecía fastidiarle la claridad del día, exhalaba hacia el este, ora con suavidad, ora con una potencia desgarradora, y, lentamente, desplazaba a los copos blancos del cielo a su encuentro con el astro rey.
Avanzando sin apuro, el jardinero se acercó a la casa y tocó la puerta. De inmediato, el señor se asomó y preguntó qué deseaba.
-Ya he acabado, señorcito -dijo el jardinero, con tono alegre-. Puede decirle a su señora que esté tranquila. Nada le va a pasar.
-Oye, ¿pero tú estás bruto? -se molestó el señor y, estirando un dedo, indicó-. ¡El árbol sigue allí!
-¿Qué? -se impresionó el jardinero, volviéndose-. Pero si hace un rato…
-¡Cumple con tu tarea, so vago! -concluyó el señor, y lanzó la puerta.
Estupefacto, el jardinero le puso los ojos al árbol con una cólera ardiente: este se hallaba con su tronco intacto, sin ninguna rama quebrada y con su mechón de hojas llenas de una vida arrogante.
-No me la va a hacer -reventó el jardinero, colérico-. ¡A mí no me la va a hacer!
***
En las alturas, el viento, que había soplado con una fuerza liberada, empujó las nubes a lo largo de varios de kilómetros y, habiendo logrado su propósito inicial, oscureció el ambiente de tal forma que todo se tiñó de una coloración ceniza. Las nubes, con su naturaleza ahora abultada y negra, expedían relámpagos incesantes y provocaban la sensación que, de un momento a otro, iban a explotar definitivamente. El sol, del que ya sólo se podía observar cierto resplandor y algunas de sus lanzas brillantes, moría sin luchar y estático, como si le hubiera sido suficiente su breve reinado.
-Con que sí, ¿no? -dijo el jardinero, destilando amargura.
Con movimientos presurosos, se sacó la chompa y el polo, y se amarró una faja de cuero alrededor de la cintura. Sin esperar un instante, cogió su hacha y, furiosamente, golpeó el árbol en su base. Repitió este acto numerosas veces, sin descanso ni para tomar un suspiro, hasta que logró dejar al aire libre el centro mismo del tronco. “Tendrá que derrumbarse”, pensó el jardinero, dirigiéndose al árbol. “A las buenas o a las malas”. Prosiguió con rabia cada vez más intensa, como si, en un arranque de locura, estuviera asestándole cuchillazos homicidas a una víctima que estuviera a punto de fenecer. Luego de uno minutos, con su entorno lleno de astillas de madera, el árbol empezó a inclinarse hacia la izquierda. Dejando la cuerda que uso anteriormente a un lado, lanzó terribles puntapiés contra la corteza pelada, y, rechinando estremecedoramente, el árbol se derrumbó.
-¡Le dije que no podría conmigo! -se exaltó el jardinero-. ¡Se lo dije!
Para que no haya duda de su logro, siguió asestándole tajos al árbol caído. Con el rostro y la espalda húmedos de sudor caliente, le dio duro a las ramas, casi sin distinguir las que eran pequeñas de aquellas de mayor tamaño. En quince minutos, y exhibiendo unos dedos encallecidos, tuvo a sus pies un enorme montículo verde y castaño. A continuación, aprehendió otro instrumento (una sierra), y prosiguió con el tronco desnudo. Sin conmoverse por la savia que se derramaba a manera de sangre, hirió progresivamente el cuerpo tendido, hasta sacar la primera rodaja de madera. Tres cuartos de hora después, no existía tronco, sino una docena de trozos circulares. “Aquí no acaba la cosa”, le dijo al árbol, mentalmente, mientras jadeaba de cansancio. “Sólo ha comenzado lo bueno”. Con el hacha, y ya gastando las últimas energías que le restaban, destrozó las mencionadas piezas y, como si fuera a prender una fogata, acumuló leña en grandes cantidades.
-¿Quién es el señor, pues? -dijo el jardinero, completamente cansado, pero orgulloso-. ¡Ahora dime quién es el señor!
-A quién le hablas, loco de mierda -gritó el señor, desde el interior de su casa.
El jardinero se volteó y, dirigiéndose al señor con un tono triunfante, le anunció: -¡Ya terminé! ¡Venga usted a ver cómo quedó!
El señor abrió la puerta y quedó callado, como si estuviera pensando la manera más punzante de responder un insulto.
-¡Tarado! -soltó por fin, y agregó, con la mirada ardiente: -¡Pero si allí esta el árbol! ¡Acaso tratas de reírte de mí!
Estupefacto, el jardinero dirigió su cabeza hacia atrás y, con las articulaciones temblorosas, se encontró con el árbol íntegro, tan igual como lo había visto a su llegada.
-¡Carajo, termina de una buena vez o ya no querré más tus servicios! -indicó el señor, y se marchó golpeando la puerta.
El jardinero, jalándose de las crenchas, gritó: -¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡No le dejaré vencer! ¡No!
***
Explotando por un frenesí agresivo que le enfermaba la cabeza, el jardinero no reflexionó un momento, sólo se dejó llevar por el mero arranque del impulso, y empezó a empapar el árbol con la gasolina que tenía en una botella. Mojó la parte más expuesta, desde las zonas visibles de las raíces, hasta el tronco que se perdía por las ramas entreveradas. Como su pulso era descontrolado (no aguantaba la irritación que le producía haber sido derrotado dos veces por el árbol), manchaba el suelo y sus propios pies calzados con sandalias. Finalmente, empapó un trapo y, llevado por un afán piromaniaco, lo encendió con fósforos y lo arrojó al árbol. Este ardió como una antorcha gigante y crepitó sin cesar, expulsando densas humaredas negras.
-¡Le derroté! -saltó de alegría el jardinero-. ¡Ahora sí le derroté! -y se puso a reír con carcajadas enajenadas-: ¡Ja, ja, ja! ¡Ju, ju, ju!
El sol había desaparecido por completo, sin dejar siquiera un modesto rastro de su presencia. Las nubes, que eran las nuevas gobernantes del cielo, lucían un negro intenso y, además de reventar en fragorosos espasmos de luz, echaban rayos como si fueran brujos vengativos. El viento, perdiendo toda coordinación, soplaba a mansalva, entreverándose en desorden y careciendo de un sentido claro. De un momento a otro, se escuchó un tronar más fuerte que todos lo anteriores, y, por un instante, se vivió una atmósfera paralizada, como si el tiempo se hubiera detenido en una fotografía.
Y, con violencia, llovió.
-¡No! -chilló el jardinero-. ¡No se liberará de esta!
Las llamas del árbol, que habían crecido considerablemente, empezaron a apagarse, y el humo brotó en espirales como una serpiente encantada de su canasta. El jardinero, sin esperar un segundo, y con movimientos torpes por la desesperación, echó más gasolina, y, por casualidad, se empapó el pecho y las piernas.
¡No le dejare ganar! ¡No! -aulló, y, sin ninguna razón, volvió a lanzar risotadas-: ¡Ja, ja, ja! ¡Ju, ju, ju!
En seguida, prendió fuego. El árbol se envolvió en llamas, pero no con el mismo brío de antes. Con lo ojos desorbitados, el jardinero se puso a silbar, como lo hizo al principio del día. Pero ahora, acompañado de su música, también bailó, dejando huellas largas sobre el barro. Su tonada era exaltada, y hacía referencia a un triunfo supremo y una alegría espiritual. Era una melodía propia de fiestas carnavalescas, pues estaba compuesta de partes jubilosas y de un ánimo lujurioso. Pero, en lo profundo, tenía un aire lúgubre, que indicaba la melancolía que produce la proximidad de la muerte. Sonaba como el anuncio festivo y resignado de alguien que, pese a sus esfuerzos sobrehumanos, fallecerá.
El jardinero bajó mecánicamente la cabeza y, sin sorprenderse, descubrió que tenía la bota de su pantalón encendida. Ya sin cordura, se bañó con lo que restaba de gasolina, mientras expedía a grandes aullidos:- ¡Ja, ja, ja! ¡Ju, ju, ju!
Y, con el cuerpo en fuego a lo bonzo, gritó-: ¡Así usted morirá! ¡Morirá!
Y corrió a abrazarse al tronco del árbol: fuego y fuego se unieron y, hasta consumirse, no se apagaron.
***
No pasó mucho (de dos a tres horas) para que las nubes se desgastaran en su trance líquido, pues, a medida que evacuaban agua, se consumían al igual que cuerpos afectados por la hambruna. En un momento dado, desaparecieron del horizonte, y se presentó, con un aura renovada, quien gobernaba en un principio: el sol. Este, despidiendo su luz brillante, impartió una vida nueva a la atmósfera, que se mostró caliente y acogedora como una madre. El viento, por su lado, se relajó por completo, y únicamente se hacía sentir a manera de una brisa fresca que relaja los rostros y mueve con sutileza las cosas dóciles.
El señor salió de su casa y se encontró con una escena pavorosa: desperdigadas por el piso, había un hacha, una sierra, una soga, un recipiente y una tijera de podar; más allá, un cuerpo calcinado, que sólo mostraba como piezas intactas sus dientes blancos, se exhibía con un gesto furioso y tenso; y, al lado, el árbol se levantaba íntegro y con la vida lozana del que ha renacido.
-Pero… -se dijo el señor, sorprendido-. ¿Pero qué ha pasado?
De pronto, un ave negra se posó sobre una de las ramas gruesas del árbol. El señor, que la había visto llegar, cogió algunas piedras e intentó espantarla.
-¡Fuera! -decía-. ¡Fuera, monstruo!
Sin hacerle caso al señor, el ave negra abrió el pico y, haciendo primero unos gorgoritos, cantó con una sencillez sublime. Luego, esquivando uno de los proyectiles que le lanzaron, se marchó.
-¡Maldita! -le gritó el señor, alzando los puños-. ¡Maldita ave de mal agüero!
***
En la noche, bajo una luna colmada de reflejos, la esposa del señor murió luego de un vómito de sangre.

jueves, 13 de marzo de 2008

LA CHOLÓSFERA ¿VERDAD O ILUSIÓN?




Ayer asistí a uno de los últimos eventos del coloquio de la Biblioteca Nacional sobre Lo cholo en el Perú cuyo tema fue "La blogósfera chola". Se discutió las características de los blogs peruanos así como –a mi parecer excesivamente- la pertinencia del término “cholósfera” .

Así, Fernando Obregón afirmó que uno de los factores que más han consolidado la presencia de los blogs es que éstos, a diferencia de los otros medios, sacian las necesidades comunicativas de los internautas, además él no encontraba un equivalente en otra parte del mundo al término “cholósfera” (nadie habla de una gauchósfera o una charrósfera). Por su parte, Javier Albarracín, uno de los fundadores de perublogs y muy optimista sobre la consolidación de las nuevas tecnologías en el futuro del Perú, hacía hincapié en la pluralidad y simultaneidad temática de los blogs peruanos (un blog político puede hablar de comida, un blog literario hasta de fútbol). Para él, el eje de la choledad de los blogs estaba en esa vieja costumbre peruana de recoger y adaptar muchas cosas de afuera. Roberto Bustamante resaltó que en el Perú los blogs ocupan vacíos de representación, sobre todo políticos. Esto ha hecho que los blogs tengan más credibilidad que otros medios e incluso hayan invadido la presencia de los partidos. Finalmente, Marco Sifuentes ve en los blogs más una digitalización de la oralidad. Los blogs pueden informar o entretener, pero sobre todo “conversan”.

En cuanto a mi humilde opinión sobre el fenómeno de los blogs en el Perú, lo tienen aquí.

Y en cuanto a lo de cholósfera, ayer me puse en plan pesimista (no me cuesta mucho hacerlo) sobre el término y sus connotaciones: ¿Hasta qué punto es chola, una comunidad de internautas abrumadoramente limeños, salidos de tres universidades capitalinas, con una formación y un ingreso económico ampliamente superior a la media nacional? ¿Qué tan real es una identidad de jóvenes más próximos al conocimiento globalizado que a la práctica cotidiana de millones de sus compatriotas? ¿Acaso el solo hecho de ser internautas casi a tiempo completo, de disfrutar de un amplio capital de tiempo para navegar, de acceder al conocimiento de las nuevas tecnologías deja a las claras el tremendo elitismo de los bloggers? (oigan, que me incluyo).

Creo que lo que no hay que olvidar es el tremendo impacto que tienen las nuevas tecnologías sobre la sociedad y la manera como ese impacto reconfigura nuevas categorías (entre ellas, la de "lo cholo"). Mi tocayo Albarracín considera que el abaratamiento progresivo del hardware terminará por masificar aún más el uso de las computadoras. Y Bustamante, que tiene un proyecto de nuevas tecnologías en la Huancavelica rural, comenta que el Hi5 –más que los blogs- está haciendo furor entre los usuarios de Internet en el interior del país. Y un servidor, quien trabaja con adolescentes en las alturas de San Juan de Miraflores, es testigo de la masificación de los MP3 y celulares entre la chibolería. ¿Qué identidad tienen estos jóvenes que seleccionan egoístamente su consumo musical, se inventan personalidades provocativamente eróticas al chatear, bucean entre el mar fotográfico de la red o descargan su agresividad jugando al Starcraft? Por otro lado ¿Acaso la transculturación masiva que produce Internet no puede ser otro vehículo de “cholificación”?
Un pajarito, off the record, fue más cáustico: En el fondo, la brecha digital en el Perú no es otra cosa que la brecha entre ricos y pobres. Y punto.

Bueno ¿Qué tiene que ver todo esto con la literatura? Porque consid,ero que los blogs son la literatura del futuro. Y aquí están ustedes para decirme si me equivoco.

jueves, 6 de marzo de 2008

LOS MOTIVOS DE MELISSA



Gustavo Faverón, que parece convertirse en otro habitual de este blog (nuestro primer habitual, de momento, la está pasando de puta madre en el Caribe) ha publicado un post polémico acerca de la detención de la poeta Melissa Patiño. Frente a la formidable riada de declaraciones y manifiestos de apoyo a la poeta, Gustavo se ha descolgado con unos comentarios a contracorriente, que le ha llevado a recibir una pateadura en la blogósfera y del cual destacamos dos puntos:

1- Faverón sospecha que Melissa no es tan inocente, dado que asistió a un evento repleto de chavistas y adláteres, todos simpatizantes de las FARC y con lazos con diversas organizaciones izquierdistas, cada una más radical que la otra. La teórica cercanía con esos colectivos, además, le parece de por sí repelente. Ah, y Gustavo defiende su derecho a sospechar.
2- Faverón implícitamente descalifica a poetas y artistas que optan por vías y salidas que a Faverón personalmente le repugnan (léase grupos que exaltan la lucha armada o que aún creen en la sociedad sin clases o aún beben del marxismo clásico, por mencionar algunos). Al preconizar la violencia, ya no son inocentes: Han cruzado la linea roja (nunca mejor dicho).

Frente a las respuestas de Silvio Rendón (La culpabilidad, y no la inocencia, es lo que se prueba. La asistencia a un evento chavista no la convierte en terrorista), Faverón replica que él no habla como abogado, sino desde una suerte de polisemia apoyada en su derecho a dudar y sospechar.

Yo solamente tengo que decir tres piedras:

-Las sospechas de Faverón no son literarias ni existenciales. Son ideológicas. Faverón desconfía profundamente de todo lo que huela a progresismo y hace cruces frente a la pirotecnia bolivariana, máxime ahora que se ha hecho más presente en el panorama regional. Le parece obvio que la Coordinadora Bolivariana sea un organismo de fachada de grupos terroristas y –no lo dice, quizá no lo supone, pero lo sospecha- Melissa sea una de esas compañeras de viaje y tontas útiles, de la cual la historia del siglo XX está llena (sobre el concepto Compañeros de Viaje, pueden leer dos interpretaciones antagónicas aquí y aquí).

-Personalmente, a Melissa no la apoyo por su condición de poeta. La defiendo porque cualquier persona tiene derecho a asistir a un evento y con eso no hace daño a nadie ni la convierte en un ruiseñor del chavismo. Es más, aún si tuviera posiciones de ultraizquierda sigo defendiéndola porque tiene derecho a expresarse, a decir sus ideas en voz alta. Y punto pelota.

-El problema del planteamiento ideológico de Faverón es que se le puede volver en contra. Si Faverón asiste a un evento patrocinado por la multinacional Monsanto ¿Eso lo hace cómplice de las atrocidades ecológicas que perpetra esa empresa en medio mundo? ¿Y si él y sus superamigos de EEUU participan en un mitin de la Legión Americana, eso los hace esbirros del fascismo contemporáneo? ¿No desearía Faverón que lo defendiéramos si –Zeus no lo quiera- cayera preso por el régimen de Beijing (mismo Richard Gere en Red corner)?


Poetas u obreros, intelectuales o empresarios, trabajadores del metal o del arte, todos, absolutamente todos tienen derecho a opinar y a discernir. Si sus opiniones y acciones no me gustan, eso no es óbice para cerrar los ojos ante lo que es una canallada más de nuestro fútil Ministerio del Interior.

Que Faverón recuerde el brechtiano poema de Martin Niemöller:

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los
comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista..."


Bueno, venga esa discusión.
Actualización: A pedido popular, acabo de sacar el enlace de un blog que, ya me convencieron, es un blog basura. Las abundantes razones las tenéis en las piedras de aquí abajo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

¿Lo que se viene?




Ayer, martes cuatro de marzo, un puñado de poetas, artistas e intelectuales quisieron congregarse frente a la sede de la Dincote. Motivo: Mostrar su rechazo con la arbitraria detención de la poeta Melissa Patiño.


Contra ellos, el gobierno mandó su cochambroso rochabús, cuarenta policías y tres camionetas rurales armadas como si se fueran a la guerra. Los defensores de la ley y el orden se batieron valientemente aporreando al escritor Rodolfo Ybarra y destrozando la peligrosa cámara de su compañera Gisela. El cochambroso rochabús se abrió paso y cual invencible panzer empezó a rociar agua hirviendo contra la multitud de iracundos poetas, ensañándose con Víctor Delfín (posiblemente por su pasado antifujimorista) y Dante Castro (seguro porque vivió y estudió en Cuba). Luego, los heroicos policías se reagruparon y cargaron contra Rosina Valcárcel (comunacha conocida) y Miguel Ildefonso (para qué vives en Apolo). Destaquemos también el intrépido apaleamiento a Giancarlo Huapaya (que amenzaba con realizar una performance artística) y a Domingo de Ramos (otro poeta del pueblo, nunca aprenderán). Y no se olvidaron de repartir palizas a los jóvenes escritores Alessandra Tenorio y Florentino Díaz, seguramente para que no imiten a sus mayores.


Si el Estado se comporta así para taparles la boca a poetas y escritores ¿Qué es lo que vendrá después? ¿Listas negras? ¿Encarcelamiento preventivo? ¿Encierro bajo cargos infundados? ¿presiones a las editoriales para que no les publiquen nada? ¿Nos pondrán a todos en un campo de concentración para mantenernos quietecitos durante las cumbres mundiales de Lima?


No se veía una represión similar a poetas y artistas desde las célebres huelgas del SUTEP a fines de los años setenta. En esa ocasión el responsable de las golpizas era una dictadura militar. En este caso, un gobierno que ya se le parece bastante.

lunes, 3 de marzo de 2008

El Colmo





La poeta Melissa Patiño Hinostroza debe ser liberada inmediatamente.La joven gestora cultural y poeta Melissa Rocío Patiño Hinostroza (20años) ha sido detenida y acusada de terrorista por asistir como promotora cultural y comunicadora social a un encuentro político de la Coordinadora Bolivariana de Ecuador.Melissa Patiño es miembro del grupo cultural "Círculo del sur" grupo que reúne a jóvenes poetas que organizan recitales en Lima sur. Además, participa en la producción del programa "Todas las voces" de radio Stereo Villa 101.7. Es estudiante de administración en la universidad de San Marcos. ¿Qué hacía Melissa con la coordinadora Bolivariana? La historia es la siguiente: el director y conductor del programa radial, Luis EnriqueAmaya Álvarez, recibió la invitación de la Coordinadora Continental Bolivariana para asistir a este encuentro en su calidad de hombre de radio.El II encuentro de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), congregó a alrededor de 800 delegados de Cuba, Venezuela, Perú,Uruguay, Brasil, Bolivia y se hizo a puertas abiertas en Ecuador, con conocimiento de las autoridades de ese país. Cuando terminó el encuentro, Mellissa fue subida a un bus por los organizadores del evento junto a muchas otras personas. En ese bus iban otras seis personas que ahora la policía sindica como "integrantes del MRTA".Los abajo firmantes que conocemos a Melissa Patiño sabemos que ni sus acciones ni su posición política tienen cercanía alguna al de algún movimiento subversivo marxista leninista peruano o internacional. Sabemos que ha sido detenida sin que exista prueba alguna en su contra de algún delito que haya cometido y que ha sido privada de su libertad en un abuso de autoridad intolerable.Los abajo firmantes exigimos su inmediata libertad.

Javier Arévalo Giancarlo Huapaya Cárdenas Rafael García Godos Alessandra Tenorio Florentino Díaz Víctor Ruiz Diego Lazarte Salomón Valderrama Vanessa Martínez Joan Viva Wilver Moreno Luis Enrique Amaya Julio César Vega Pablo Salazar Gloria Ramos Alejandra Escajadillo Julián Alberto Alaluna Paul Guillén Harold Alva Oscar Saavedra Villaroel (Chile)


Y mi firma, por supuesto. El Círculo del Sur es uno de los focos más vivos de la poesía peruana contemporánea.


¿Qué cojones quiere ese genocida que nos gobierna? ¿Que la oposición la encabecen los defensores de la cultura? Pues le daremos gusto al panzón ese.
Actualización: Como primera respuesta, escritores y amigos de la joven han organizado un plantón poético titulado "Hacia Melissa Patiño Hinostroza", el martes 4 de marzo, a las 4:30 p.m., en el frontis de la Dircote (Av. España s/n. Cercado de Lima. A media cuadra de Alfonso Ugarte). Habrá una lectura donde participarán los escritores Javier Arévalo, Miguel Ildefonso, Florentino Díaz, Salomón Valderrama, entre otros; y una performance a cargo de Giancarlo Huapaya.
Que no falte nadie, porfa.

domingo, 2 de marzo de 2008

¡NO PASARÁN!





El centralismo criollo quiere conquistar Cuzco. Cuzco será la tumba del centralismo criollo.

(Como casi siempre lo ha sido, dicho sea de paso)




Lo mejor que ha hecho el gobierno para con el Cuzco es quitarle la sede del APEC (una carísima reunión de burócratas y patronales donde nos toca hacer de mayordomos). Lo mejor que hace Alan es denigrar y caricaturizar a los cuzqueños, reduciéndolos a un hatajo de violentistas y locos. Lo mejor del discurso del APRA quizá sea convertir al Cuzco en el antipaís del país oficial. Si los poderes hegemónicos sueñan con obligar a los cuzqueños a arrastrarse por las monedas de plata del turismo, lo tienen claro: La identidad regional enfrentará a la demagogia gubernamental, la energía local enfrentará a la rapiña internacional, ser del Cuzco terminará siendo ser más peruanos que nadie. La crítica cuzqueña al centralismo es algo más allá que manifestaciones y proclamas, se ha convertido en parte integrante de todo un epos que ya es un referente de otras formas de pensar y escribir sobre el Perú.

Cuzco también tiene grandeza literaria. Su singularidad cultural ha creado sus propios subgéneros y temáticas en su peculiar aventura de interpretar nuestro país a través de la Ciudad Imperial.

Es en Cuzco donde, por ejemplo, se ve con mayor intensidad el dilema de cómo compaginar tradición y modernidad. Así nos encontramos una narrativa que elabora una sinergia con la ciudad, donde hay un Cuzco inmanente e inexorable, que marca una personalidad literaria moderna, que encara sus momentos conflictivos y que, afirmándose, canta segura sus contradictorias y desafiantes raíces (Es el caso del gran poeta y narrador Enrique Rosas Paravicino en Ciudad apocalíptica, Libranco editores, Lima 1998).

Pero también tenemos Cuzco, después del amor (Peisa, Lima 2003)del afamado escritor Luis Nieto Degregori, donde se reflejan las disonancias de una ciudad otrora conservadora y estamental frente a la irrupción de la migración campesina por un lado y la presencia cada vez más hegemónica del turismo internacional. Hay un regusto de amargura bastante comprensible en una ciudad milenaria cuya presencia prehispánica es muy importante para entender esta región (dentro casco histórico y alrededores, rara es la edificación que no se levante sobre cimientos profesamente incaicos). La modernización de la urbe andina es una transformación real pero asimismo agresiva, foránea, irrespetuosa y fuera del control de los ciudadanos. Si en Lima lo que vemos es una andinización generalizada de la antigua capital criolla; en Cuzco, Puno o Huamanga es un proceso casi vengativo, donde se domeña y maltrata el rostro tradicional de la ciudad, cambia la vida cotidiana de la ciudad, se explota turísticamente la identidad original y se desconectan las antiguas exigencias telúricas y milenaristas. Nieto, como otros autores cuzqueños, nos habla de esa actitud incómoda (casi un desencanto) de la modernidad en el mundo andino. Modernización que, bien pudiera ser positiva y deseable, pero que casi siempre se ha manifestado como ajena y enajenante.

Pero, más allá de ese malestar sobre la modernidad, ésta da otros elementos de identidad regional concreta como la consolidación del bricherismo como temática de la literatura cuzqueña y la cultura popular en buena parte del país (Puno, Arequipa, Huaraz e incluso Trujillo). El brichero, posiblemente, sea el personaje literario –bastante más literario que real, según afirman muchos- más popular de la literatura peruana en los últimos años. Producto indirecto de la industria turística, estos andean lovers son reflejados en la narrativa de Mario Guevara y otros epígonos. En sus andanzas se dan la mano la picaresca como estilo, el acceso local al horizonte cosmopolita y una vía adicional a las sublimaciones sexuales tanto del autor como de los lectores.

La poesía cuzqueña es una gran desconocida en este país que nunca le ha dado a Raul Brozovich (1928-2006) el homenaje que se merecía. Por citar tres generaciones mencionaría la extraordinaria poesía de Ana Berta Vizcarra que mezcla vanguardismo, crítica social y erotismo ("Me gustan los duraznos/ como los hombres/ a veces/ tiernos maduros/ los tomo a placer/ dorados rojizos pardos") . O la poética política de Iván Yauri (sobre todo sus últimos poemarios Reapertura del sumario, Octubre sediciones, Cuzco 2007 y Viento de fuego, Editorial Hipocampo, Lima 2007) y su actitud bolchevique de poetizar la realidad injusta y hacerla crítica feroz “Demasiadas almas /les restan por salvar/ sobre los campos/ donde siempre la mies/ surtió tan abundante/ como las ratas” . O el caso de una multitud de jóvenes poetas, de quien solamente citamos a PávelUgarte, con versos de fuerte acervo metalero.

Y qué decir de Ángel Avendaño, patriarca de las letras cuzqueñas y referente de esa hermosa identidad que tiene el Cuzco (orgullo del pasado, crítica del presente y forjador de utopías para el futuro). En esa perspectiva tenemos también el caso de Karina Pacheco, sorprendente narradora en su celebrada novela La voluntad del molle (San Marcos, Lima 2006) donde varios de los dilemas arriba señalados se reproducen en clave familiar. Karina es más sorprendente si nos referimos a ella como antropóloga –una de las ciencias sociales más queridas por los cuzqueños- y leemos su producción. La diversidad oprimida: centralismo cultural y reivindicaciones excluyentes (INC, Cuzco 2006) es un ensayo premiado que critica el grosero contrabando de imágenes criollas que se autodenominan nacionales mientras mantienen, virtualmente y en la clandestinidad, las referencias andinas. Un ensayo en el cual, sin estridencias, dice verdades como un templo:

“…en un país que lastra un profundo y complejo racismo, el centralismo cultural constituye uno de los mayores mecanismos de discriminación étnica, territorial y sociocultural y de mantenimiento de profundas estructuras de poder y desigualdad socioeconómicas. Por ende, resulta uno de los grandes problemas que cabe superar si de verdad se pretende democratizar la sociedad. Y es que desde los principales sistemas de formación identitaria, como la escuela, el colegio o los símbolos patrios, así como desde los principales ejes formadores de opinión, como los medios de comunicación, de manera cotidiana se contribuye a la discriminación de aquello que no sea el modelo criollo y elitista de modernidad”.

Cuzco no es un lugar de resentidos o perdedores. Más bien es la tierra prometida de aquellos que creemos que otro país –y otro mundo- es posible. En ese sentido, y bajo la dirección de ese gran hombre de teatro que es Hugo Contreras, Cuzco albergará este año el VIII Encuentro Nacional de Escritores Manuel Jesús Baquerizo. Ojalá los búfalos apristas no lo prohíban.

Que Alan haga de mesero en sus cumbres mundiales y nos grite que somos modernos y cosmopolitas porque construimos edificios de cincuenta pisos, profanando ruinas con sus columnas de acrílicos y sus luces de neón bamba. Acá en ell Cuzco nos proponemos otro país, otro liderazgo y otra promesa de auténtica y democrática felicidad.