martes, 19 de mayo de 2009

LAS OTRAS MUERTES DE MARIO BENEDETTI



“Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio”.

“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”.

“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo”.

“Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios”.

Mario Benedetti (1920-2009)


No hacía falta ser muy complicado para decir asertos tan vigorosos y radicales. Sencillez y contundencia, ir al grano con elegancia y hasta belleza, producir sentencias universales sin despegarse de su jerga local, tratar al lector con una afectividad que nunca llegó a caer en la cursilería, hacer literatura política sin exceso de retórica o aburrimiento, llamar las cosas por su nombre sin dejar de sorprendernos ¿Qué otro escritor puede reunir esas condiciones?

Posiblemente ninguno porque con Benedetti se fue toda una forma de pensar y hacer la literatura, murió también toda una estética, una poética y una ética. Difícilmente haya escritores que –aún queriendo y leyendo a Mario- quieran escribir como él.

La globalización y las nuevas tecnologías han cambiado los mapas culturales y las dinámicas de creatividad. La producción literaria se ha trasladado de los entornos socioculturales del escritor a la instrospección personal del mismo. Los hombres de letras ya no acuden a estadios de fútbol o a mítines políticos, en todo caso se recrean en simulacros virtuales de aquellos. Los juegos eróticos de una juventud que desafiaba los patrones culturales paternos se han disuelto en la brutal erótica de nuestros días donde las relaciones sexuales forman parte de una estudiada y agotadora serie de negociaciones de sexos, cuerpos y pulsiones. El viejo placer de escuchar una melodía en una plaza próxima o poner un disco de Tchaikovsky en la radiola ha dejado paso al nuevo placer de estallar vociferantes y extáticos en los macroconciertos de rock en vivo. Y las oficinas de hoy –personalizadas, conectadas permanentemente a internet, sumidas en empresas cada vez más pequeñas y mutables- no se parecen en nada a las que el autor refería en su primer poemario.

Han muerto también los lectores de Benedetti, aquellas generaciones de jóvenes que soñaban cambiar el mundo con algo de ruido y nada de sangre, quienes consideraban la izquierda como el lado natural de la cultura, los que creían que la revolución podía ser una fiesta, los que entendían el amor libre, la pareja democrática y el disfrute sexual como los primeros pasos de eso que llamaban socialismo.

Lo que no significa necesariamente el olvido (aunque en tiempos de feroz demanda de novedades espectaculares, quién sabe). Benedetti ya es un clásico de una época ya diseccionada y museizada: El siglo XX. Todo lo que recibimos solo veinte años antes devendrá, en este nuevo siglo, en otras cosas : El fútbol, el sexo, el conocimiento, la política, el placer, la literatura; todo eso continuará pero en formatos distintos al universo que Benedetti conoció.

Y justamente, por eso mismo, Benedetti debe ser leído por nuestros hijos y nietos, debe incluirse en los cánones profesorales del Plan Lector, debe seguir presente en nuestras bibliotecas familiares. Para decirles a los que vendrán no un “todo tiempo pasado fue mejor” sino abrirles la ventana a un universo tan distante, imaginativo y original como los socorridos de Tolkien, Rowling o Lewis: Un mundo donde las estrellas de fútbol vivían al lado de tu casa, donde los romances empezaban con largas caminatas nocturnas (y clandestinas) hablando de literatura y donde los sueños de un mundo mejor no eran vistos como utopías despreciables sino como pensamientos decentes.

Aunque -no lo olvidemos- Benedetti ha muerto y los torturadores y genocidas a quien él siempre combatió, siguen vivos, gozosos e impunes. Que estamos en el siglo XXI.

martes, 12 de mayo de 2009

EL RETORNO




« Et m’écrie avec joie : un ennemi de plus ! »

Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand, 1897


Se acabaron las peleas de colegio, las cosquillas a los engreídos, la confianza en los que han demostrado que no la merecían.

Se acabaron las esperanzas de debate contra gente que solo insulta, las ganas de dialogar con los egos puerilmente superlativos, hacer mayéutica con quienes solo hozan en busca de monedas convertibles y fama espúrea.

Se acabó el sueño de una blogósfera “peruana” como Atenas o Alejandría. Ingenuo de mí, la blogósfera forma parte del gran charco humano que todos pisamos cotidianamente. Los bloggers criollos no necesariamente son informadores ilustrados ni comunicadores de ciudadanía. Por lo general, son seres humanos con todo el tiempo del mundo para medrar junto a una PC pagada por papito. Por no hablar de nuestra gama de residentes en el extranjero para quienes los posts y los comments son un extraordinario momento donde la compañía virtual reemplaza todas las miserias de su soledad real. La blogósfera es una tremenda minoría. Colón ¿Qué coño alucinabas?

Pues frente a la codicia oficial, habrá que crear una nueva Hermandad de la Costa, entre libreros, escritores e intelectuales. Y ahí apunto a mi bajel (artillado, por siaca).

Regreso airado y feliz como el Sandokán de Salgari. Violinista, dipsómano y al grano como Sherlock Holmes. Bruto y mostrenco como Sancho Panza. Soy un Ernesto que se tira de cabeza sobre el Pachachaca, un Varguitas que se larga a la Amazonía saqueando la caja familiar. Un Julius extorsionado por las putas del Cinco y Medio. Un Claudio Alaya Manrique que terminará sus días en el Frontón como miembro del comité jaujino del PCP.

Venga amigos, vamos a amargarle el desayuno a tanto hijo de puta de aquí y el mundo entero. Como el Cyrano de Rostand digamos: “¡ Un enemigo más, qué gozo!”

De plagios y otras hierbas. El pajerismo de los conciertos del Estadio Nacional. El Barça jugando tres títulos. El pequeño paraíso de San Pedro de Lloc. El nuevo cancionero de Del Pueblo del Barrio. Luces y sombras de nuestro Plan Lector. La estética huachafa de los "parques" del alcalde Castañeda. Los cuerazos apurimeños. La gran guitarra de Renzo Gil. La nueva cultura política que trae la Amazonía para este año. El Boom de las editoriales de provincias. De cómo me gasté casi 90 soles en una novela rusa. Las buenas noticias que vienen de Buenos Aires. Y las mucho mejores que vienen de Huamachuco y Huamanga.


Todo esto y mucho más.

¿Que no te gustaba? Pues dos tazas.