viernes, 28 de diciembre de 2007

¿Y él será el del año que viene?


El Maestro, El Águila, La Gorda o simplemente Oswaldo, como quieran ustedes llamarles.


Oswaldo Reynoso, una leyenda viva de las letras nacionales así como uno de los escritores más queridos en el Perú (tendríamos que verlo en Huancayo o en San Martín de Porres rodeado de centenares de estudiantes, profesionales y público en general pidiéndole un autógrafo o una dedicatoria) hace varios meses está dándole vueltas a su próxima novela. Huamanga Huamanga (según el autor es un título provisional, pero...) es una historia que se construye a tres tiempos: En los inicios de los años sesenta cuando la Universidad de Huamanga vuelve a funcionar y se convierte en un atrevido experimento cultural, en los años noventa -tiempos de represión y barbarie estatal- y en la época actual donde el autor reflexiona sobre sus pasos.


Oswaldo nos ha leido algunas partes de su novela en conferencias y eventos donde participaba. En el último número de la revista Arteidea ha publicado un capítulo. Ahora que la novela de la violencia se ha puesto de moda; la narrativa y el testimonio de Oswaldo es fundamental para entender mejor nuestro pasado inmediato.


Si el Maestro finalmente la publica en el año que tenemos ad portas, quizá ya estamos adelantando quien sería el escritor del 2008.

El escritor del año que se va....


No, no ha salido ni en Perú 21 ni en La República, su libro no lo exhiben ni en Crisol ni en librería de la Católica. No lo van a invitar ni a las tertulias de RPP ni al espacio de madrugada del Canal 11. Tampoco firmó nada en la última feria de Miraflores. Como mucho nos hicimos un espacio en los viernes del Yacana junto con otros. Hablo de Fernando Cueto.


No, todavía no estoy ebrio y no me he equivocado de nombre. No hablo del Cueto que ustedes conocen, hablo de otro.


Fernando Cueto, chimbotano, acabó de publicar Llora Corazón una bellísima novela sobre su ciudad natal en los mágicos setenta. Una novela que pinta el ambiente optimista, bohemio y romántico de una ciudad que para ser bastante joven ya tiene su propia tradición literaria. Los Pasteles Verdes, los domingos de fútbol viendo al José Galvez de César Cueto y Otorino Sartor, las interminables noches en El Saoco, la ciudad laboriosa de pescadores y obreros del acero, una visión poética de una ciudad que hasta hace poco era vista como una barriada gigante que despedía mal olor.


Llora Corazón se suma a su anterior novela Lancha varada que es una evocación de la infancia en el Chimbote post-terremoto, donde se narra el abrupto final de una generación optimista que soñaba con cambiar este país.


Ambas novelas están llenas de vida intensa, de una pluralidad de sujetos y situaciones, con una policromía que tiñe las páginas: El azul brumoso del mar, el sol del norte, los arenales atravesados por humedales insólitos, el dorado fresco de las cervezas, las bandadas de pelícanos apoderándose de la ciudad como en una película de Hitchcock, las camisas de colores chillones, los cebiches del mercado, el puterío diurno y nocturno en todo su esplendor. Fernando no solo nos ha ofrecido un buen libro, nos ha regalado toda una ciudad.

Primera piedra


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