miércoles, 11 de enero de 2012

Los sociólogos, los técnicos y los escritores




En una entrevista que el ex-gerente de la Municipalidad de Lima concedió al periódico El Comercio, la periodista Milagros Leiva le interrogaba con bastante agresividad y no poca mala leche por la presencia de sociólogos en los programas municipales en vez de poner en frente a técnicos (imagino que se refería a ingenieros, economistas, administrativos del sector público, contables peritos en recaudación, abogados especializados en gestión local o incluso agrimensores urbanos, si cabe el palabro). De hecho, buena parte de las críticas a la actual administración municipal así como las pedradas lanzadas a los izquierdistas que se fueron o que aún permanecen en el gabinete del gobierno peruano rayan en lo mismo: Los caviares/rojos/rabanitos se hinchan de sociólogos cuando deberían dejar el trabajo serio a los "técnicos", reclutan charlatanes cuando el país necesita gerentes que resuelvan problemas concretos.


No voy a defender a mi antigua profesión, a la cual podría lanzar dardos bastante más dolorosos (me consta, pero eso es materia de otro post) pero sí me interesa destacar el actual discurso conservador, fujimorista y derechón que rezuma no solamente en los pasquines paramilitares de La Razón sino, como véis, alcanza al elegante y facho Decano de la prensa peruana: Las ciencias sociales son un conjunto de disciplinas obsoletas, poco rigurosas y bastante palabreras que producen profesionales oportunistas que viven de la caridad de las agencias extranjeras, son asesores/agitadores de gobiernos regionales y locales y auténticos inútiles cuando se les deja en sus manos cosas tan serias como la administración del Estado o la gestión de grandes ciudades o ministerios. Y encima dan la lata con ese rollo tan antipático como son los Derechos Humanos...


Por contra, la derecha peruana da el ejemplo de buena gestión desde los lejanos tiempos de ese japonés y su peculiar régimen hasta la cínica administración del último ex-alcalde de Lima. Los técnicos son, fundamentalmente, aquellos profesionales que todo lo traducen en cemento y en servicios espectacularizados para consumidores lelos, se ufanan de simplificar trámites y gestiones (que igual hay que pagarlas por caja) y que nunca se equivocan ni autocritican (pese a que las obras prometidas terminen costando el triple, duren más de lo anunciado y se adjudiquen dentro de una opacidad exasperante). Cuentan con una apreciable -y carneril- cobertura mediática que ha creado un poderoso consenso popular: El viejo dicho "roba, pero hace obra".


(Maniqueísmo absurdo: Claro que hay científicos sociales lenguaraces y ociosos. Y claro que hay técnicos y tecnócratas competentes. Y viceversa.)


Pero esa falsa diarquía está moviendo demasiada polvareda en la administración pública y sus políticas. Y que tiene como terrible ejemplo el actual conflicto social cajamarquino: Enfrentamiento entre técnicos que con números te demuestran el imperativo de dinamitar seis lagunas naturales para que el Perú tenga la mina de oro más importante del globo, versus las comunidades locales que ponen otros valores en juego (sensibilidad ecológica, confianza, vida cotidiana, identidad, lazos internos), valores que no tienen ningún sentido (no se pueden medir, no encajan como variables en ningún modelo aprendido en EEUU)para esos "técnicos".  A riesgo de caer en la caricatura y la banalidad, agregaría que ese conflicto pareciera una adaptación andina de Avatar.


¿Y dónde están los escritores en todos estos debates sobre las políticas en el Perú? ¿Dónde han estado en la penosa administración del Ministerio de Cultura?¿Dónde están en el desafío que representa la nueva administración de la actual municipalidad limeña? Y, en todo caso ¿los estamos extrañando?


Recordemos que tanto en las propuestas culturales del  Ministerio de Cultura como en las iniciativas culturales de la Municipalidad de Lima (mucho más activa ésta que aquel) el segmento literario casi brilla por su ausencia. Se prefiere optar por la conservación del patrimonio arqueológico e histórico (obvio), realizar conciertos musicales (normal), organizar festivales donde prima la danza, el teatro y la producción audiovisual (faltaría más), montar una futura Bienal de Fotografía (qué bacán), de la nada surgió una iniciativa ministerial para reponer una película peruana en la cartelera (Las Malas Intenciones, se las recomiendo), y se prodigaron espectáculos en cuatro puntos de la capital bajo el nombre de Cultura Viva (ya era hora). Repito, en todas estas loables movidas casi no hay rastro de literatura.

Y luego, nada. Ni revisión de la Ley del Libro, ni propuesta de fondos editoriales, ni asomo de concursos de poesía o similares. El Ministerio de Cultura hizo una convocatoria al mundo de la literatura, donde una serie de valiosas conclusiones terminaron –con el tiempo- diluyéndose en la nada más absoluta. La Municipalidad de Lima auspició de forma bastante huera la Feria del Libro Peruano que el Gremio de Escritores montó discretamente en un extremo del Parque Universitario.

Sin embargo, estos sucesos desalentadores no se deben solamente a un olvido/menosprecio de la literatura por parte de las autoridades y funcionarios. Creo que el meollo del asunto está en el poco peso de los escritores dentro de la producción y el consumo cultural en el Perú.

En una sociedad donde la oralidad sigue siendo un baluarte de la cultura popular, donde lo letrado ha dejado paso desde hace décadas a lo audiovisual, donde las nuevas tecnologías de comunicación e información se están convirtiendo, año tras año, en las principales formas de conocimiento y ocio; es normal que los escritores tengan menos presencia en la arena pública que músicos, videastas, bailarines y artistas en general que se apoyan en formatos audiovisuales y escénicos. Y, para qué nos vamos a engañar, la inmensa mayoría (que alcanza incluso a sectores universitarios) prefiere un espectáculo de danza -sea una hermosa marinera chiclayana, sean los escarceos rítmicos de El gran show- una chocarrera telecomedia o un vistazo a la prensa chicha, a coger un libro.


(En los años ochenta, a Juan Mejía Baca le preguntaron ¿Quién compra libros en el Perú? Él respondió: "El que tiene plata". Esa afirmación sigue siendo válida más de treinta años después)


Pero no todo es cuestión de echarle la culpa a la indiferencia de las autoridades o a la supuesta incultura del vulgo. Lo real es que el escritor no se enterado de los reales cambios en la juventud peruana, del impacto de las nuevas tecnologías, de los nuevos hábitos de consumo y de entretenimiento. O de cómo ahora el gran público peruano puede acceder o no a muchas manifestaciones culturales. 


Muchos escritores publican su obra y esperan sentados a escuchar críticas académicas y de sus amigos sin importar que nadie los lea. Las presentaciones de libros suelen ser autobombos sin ningún rasgo de crítica o debate. Ya no existen polémicas literarias más allá de las inquinas personales de unos contra otros. Los recitales poéticos (que a veces incluían happenings o discusiones espontáneas) han perdido su atractivo popular. El narrador o el poeta consagrado va a ceremonias públicas a leer rutinariamente su obra (a veces como si fuera la lista de la compra), ignorando el peso escénico que el público reclama (¡Quiere algo distinto!¡algo que no ve ni siente en otra parte!). Por no hablar de los eventos literarios puramente argolleros que solo contribuyen al engreimiento de la minoría que los cobija. O de editores holgazanes que creen que sólo con publicar el libro ya han cumplido con el escritor, más allá de promocionarlo profesionalmente y difundirlo entre nuevos públicos. A los escritores no les interesa participar en los foros ciudadanos, salvo si les pagan. Incluso en acontecimientos como la tragedia de Bagua o los movimientos antimineros, el escritor sólo ha contribuido con firmar algún remoto manifiesto. Cuando se organizó en el 2007 la manifestación de trabajadoras del hogar contra las prácticas discriminatorias en la plutócrata playa de Asia, habían incluso más estrellas de televisión que escritores. Hay mucha condescendencia con demasiado escritor mediocre, por no hablar de la avalancha de parvenus con plata que creen que publicar un libro ya es estar por encima del resto de los mortales.  Y encima tenemos a esos narradores mediáticos (como muy bien los clasificó Oswaldo Reynoso) que tienen más en cuenta la publicidad y el marketing que el más elemental estilo literario. En fin, muchos escritores y editores viven como si estuviéramos en 1940.


Con esa actitud ¿Cómo no hablar de la soledad del escritor en el Perú de hoy? ¿Cómo no terminar aislado e ignorado en los grandes debates actuales sobre la cultura?


Tampoco quiero ser injusto. Me consta  la feliz existencia de escritores radicados en los diversos puntos del país -narradores y poetas consagrados- quienes se esfuerzan en publicar pese a una industria editorial invertebrada, en sociedades no acostumbradas a leer, sin ningún tipo de ayuda pública y donde publicar un libro sigue siendo una empresa heroica. Escritores de raza, no importa que hayan cuatro gatos en la presentación del libro, que en la municipalidad los ninguneen, que tengan que financiar toda su publicación y se dejen avasallar por editores sinvergüenzas, que malvendan su obra y la repartan entre familiares, amigos y recomendados. No importa, ellos siguen escribiendo y ya sueñan con su próxima obra. Pero siguen estando solos. Y siguen siendo ignorados.


Los escritores le están regalando la cancha a otros actores sociales y se autoanulan en los debates públicos. Pareciera que solamente Mario Vargas Llosa, los invitados a la página cultural de El Comercio y los engreídos de los redactores de Quehacer son los únicos escritores peruanos que existen. Las personas más autorizadas para hablar de la literatura relacionada con nuestra guerra interna debieran ser Sócrates Zuzunaga, Julián Perez o Dante Castro y no el hijo de nuestro canciller o los espectaculares reporteros de esa revista hecha a semejanza de El Gatopardo


Pero eso no pasa. Así están las cosas por acá.


Mal hacen los escritores peruanos retirándose de debates e iniciativas que les atañen. Y donde el campo de discusión está solamente entre científicos sociales y "técnicos".


Sé que me voy a quemar pero lo digo de forma abierta y casi artera: Me gustaría que David Abanto capitaneara una crítica literaria que fuera más allá de los libros que se publican y que revisara seriamente el Plan Lector. Que César Ávalos o Vedrino Lozano propusieran al Ministerio de Educación iniciativas novedosas de promoción cultural y creación literaria. Que Ricardo Virhuez pudiera organizar una red de colegios privados con un plan lector crítico y peruanista, que Marcel Velásquez regresara al ruedo público y político, que haga que San Marcos vuelva a fundirse con los agentes sociales más pujantes y creativos. Que Teófilo Gutiérrez -el mejor editor de textos poéticos en el Perú- formule a la Municipalidad de Lima modelos de publicación y consumo de poesía. Que Miguel Idelfonso proponga talleres de creación poética en los colegios públicos y anime a los docentes de literatura. Que Jonnhy Barbieri se encare con los jerifaltes de la UGEL y proponga espacios de producción y consumo literarios necesarios en los colegios del país. Que el maestro Gonzalo Espino se involucre en los programas de educación intercultural y bilingüe del Ministerio de Educación. Que el gran Domingo de Ramos se pasee por los colegios de su querido cono sur limeño, no solamente a recitar su poesía, sino a motivar a los estudiantes a ser más críticos, más levantiscos, más libres. Y ya puestos, que La Primera inaugurara su suplemento cultural y literario de una puñetera vez, que ya es hora.


Y hay muchos más que el espacio de este blog ya no me lo permite. Lo siento.


Si los escritores no toman el espacio público por asalto, el debate de las ideas estará ocupado no sólo por sociólogos y técnicos; sino también por políticos y militares, por coimeros y traficantes, por vendedores de revocatorias y presentadores de televisión. La República de las Letras tiene derecho a formar su propia tribuna. Ahora o nunca. 




(La ilustración que precede al post: Rocinante, Quijote y Sancho, por el legendario Gustave Doré. No lo interpreten a la mala).

15 comentarios:

Anónimo dijo...

g.
Bien puesto los puntos en las ayes , estimado Javier….hay escritores que en vez de darse cuenta o contribuir a dicho fenómeno de conciencia subvertor –por ende, plausible de represión por parte del orden imperante– se interesan solo en sus cuentas, es decir, en sus cuentas bancarias fruto de sus compromisos . El asunto también es, como conversábamos alguna vez, cuáles estrategias están faltando para tener presencia desde esta esquina de la creatividad? En este sentido, lo mediático gana terreno. Pero, como siempre, el reto esta en pie, y todo está por hacer. Como decía Arguedas, Vallejo es el principio y el fin. Vallejo reloaded, Vallejo hoy, …y todos los demás también. Tu post señala una autocritica defondoysitio en todos quienes sentimos entre ascoydolor por las movidas culturosas en el perú de hoy. (Pd en efecto, en parte te me quemas/discrepo en el párrafo de nombres y tareas que apuntas, pero eso ya da para otra piedra). Lo que sí, siempre hay que cuidar deslizarnos por el gremialismo, sesgando que los escritores y artistas se mueven o no según su relación política con la mera realidad, siempre incesante, aguijoneadora y explosiva. La literatura, en fin, en tanto proceso cultural, es parte de, y no está por encima de, como a veces algunos descaminados e idealistas de viejo cuño peroran. Un abrazo este año novo que se las trae. César A.

Anónimo dijo...

¿donde estan los escritores? uno esta en devida con más de doce mil soles de sueldo, y es un recalcitrante parricida, se llama tulio mora, y esta en su salsa por la fumada de sus tiempos aquellos. que asco.

javier dijo...

¿Un horazeriano en DEVIDA? Si Juan Ramírez Ruiz levantara cabeza...

Anónimo dijo...

Creo que usted Javier, pone el puño donde más nos hacía falta,en la flojedad comodona en que hemos caido, en a hormarnos a como lo que tienen el control quieren. Creo que tenemos la necesidad de volver nuestro pensamiento a la sencilles del pueblo y desde ahí acometer lo que nos corresponde como escritores. Gracias por el samacón.

Anónimo dijo...

La diferencia es ke Ramírez Ruiz tenia 2 cabezas –de arriba y de abajo- para levantar, a algunos hz a estas bajuras del siglo solo les queda la de arriba y tampoko la levantan mucho según parece. Asi esta la otrora izquierda peruviana, arrimándose al viejo coche o carromato del poder de turno. De ahí hablan de postmodernidad vs dogmatismo? Bah, timoratez hez política nomás son. homie bagua.

Anónimo dijo...

Hora Zero jamas fue antisistema, nunca dijo nada contra el gobierno de velasco, jamás cuestionó a Fujimori, sus mas conocidos poetas trabajaron con el sistema y las dictaduras y hasta con la hermana de cevallos el narcotraficante, hay uno al que le han llamado sobon de este gobierno, berrinches no más, es la resaca de una noche de fumata, solo juan ramirez fue consecuente y salió ileso por su propuesta y aventura personal y lo maltrataron asi que no vengan con cosas estos residuales. Yacana nunca se olvida!!!!!!!

Anónimo dijo...

Pues lo del Plan Lector me da risa, veo mezclas de autores consagrados con los "arribistas de la pluma" que venden por pura argolla gracias al eje: sello editorial-yunta brava-publicidad.
Y molto certo, HZ fue la pataleta de un grupillo que quería ser punk a destiempo. La versión ¿literaria? de Narcosis.

javier dijo...

Al anónimo de las 11:38:

El plan lector, bien llevado, hace milagros. Quienes trabajan en colegios pueden atestiguarlo. Eb cuantro a Hora Zero, me parece que su onda era más pop que punk (por la época y lo que tardaban las modas en llegar a Lima) y más allá de lo irregular de su producción y el triste fin de alguno de sus integrantes; sigue siendo un referente sustancial en la historia de la poesía peruana. Es más, quizá HZ y Kloaka hayan sido los últimos colectivos de poetas con un discurso propio en lo que quedó del siglo XX. Incluso los veo bastante por encima de Neón, si cabe la odiosa comparación.

Walter dijo...

Hola Javier, te escribo desde Pucallpa.
Cerca de esta ciudad, está el distrito de Masisea. El año pasado la municipalidad distrital convocó y realizó los Primeros Juegos Florales. Participaron más de 100 trabajos. Previamente organizó el voluntariado lector, donde hay más de 150 personas entre jóvenes, niños y adultos que reciben publicaciones que hace el Fondo Editorial que ha organizado la Municipalidad Distrital de Masisea, que ya ha publicado, promocionado y presentado dos libros de autores regionales y que está preparando un libro con los cuentos y poemas ganadores de los Primeros Juegos Florales y que será presentado con la Convocatoria a los II Juegos Florales con una Convención de los Voluntarios Lectores. Se hace alguito.
Un fuerte abrazo, tus líneas son inspiradoras, pero Lima no es el Perú.

javier dijo...

"..pero Lima no es el Perú"

Afortunadamente!!

Lo de Masisea es un ejemplo de lo que se puede hacer, con voluntad política, sentido común y ganas de ayudar a la comunidad. Ojalá otras comunas lo imiten.

Luis Kleiber dijo...

Si a este comentario agregamos,sobre los escritores que participan en los diferentes medios escritos de Lima y del interior del país, poco o nada de crítica literaria encontramos.En tal sentido el usuario lector pareciera que encuentra mayor placer en el deporte por deporte, páginas sociales y otros que nada aportan con lo planteado por JAVIER.Yo como profesor universitario me inscribo en su linea de trabajo, es hora de levantar nuestra voz con elegancia, autoridad literaria y profesionalismo. LKHC

Anónimo dijo...

Y a mi no me ha gustado nada de lo último que Ampuero en "El peruano imperfecto" a pesar de toda la publicidad que tiene en esa libreria del óvalo gutierrez.

Anónimo dijo...

Pues es la argolla de siempre: Gustavo Rodriguez, que arregló el Copé de Cuento para premiar a su socio Javier Arévalo, y que además recomienda sus propios libros para el plan Recreo.Y allí Fernando Ampuero, el representante de Alfaguara en Perú y toda la digna y culta gente que pertenece a aristocracia literaria, la oficial, claro está.

Anónimo dijo...

QUE MAL ANDA LA POESIA PERUANA
que el concurso Grito de mujer a hecho un lobby para dar premios a poetas desconocidas y lesbianas. Que corrupcion.

ABEL Giacomo

javier dijo...

Abel: ¿te refieres a esto?:
http://mujerespoetasinternacional.blogspot.com/2011/12/concurso-latinoamericano-de-poesia.html