jueves, 17 de enero de 2008

LA LIMA SIN NOVELA (en el día de su santo)



Varias veces, conversando con mis patas literatos (sí, son mis patas, y escritores ¿Qué pasa?) preguntamos dónde está la literatura de la Nueva Lima, la de los conos sabrosos, de harta chamba informal (y harta chela normal), la Lima emergente macerada ya en varias generaciones de migrantes. Y concluimos que aún no se consolida esa soñada narrativa que nos hable del nuevo perfil limeño escrita por los propios protagonistas de la tremenda transformación experimentada en la gran ciudad durante el último tercio de siglo pasado. En cierta manera, no tenemos un equivalente en narrativa a la poética del vate Domingo de Ramos.


Escarbamos un poquiño: La migración, como empresa colectiva no exenta de dramatismos, empezó en la cuentística de Congrains y Ribeyro, para lograr su expresión más acabada en la propia narración (ejercida ya por escritores migrantes y no por residentes capitalinos) acerca del nacimiento de nuevos sujetos sociales invasores y constructores de una Lima extrañada. Ahí tenemos Patíbulo para un caballo de Cronwell Jara o la novelística de Miguel Almeyda sobre el emblemático distrito de Villa El Salvador -Zicario azul (Sinco 2005), Barrio (Sinco 2006). Sin embargo, nos parecen novelas que exploran más la veta social y humanística, pasando por alto toda la explosión cultural (música, sabores, estéticas) que la Lima andina ha producido desde hace un cuarto de siglo. Destellos de esa nueva cultura popular urbana aparecen en algunas páginas de Qantu, flor y tomento (Ed. San Marcos 2005) de Félix Huamán Cabrera donde se escenifican las actividades públicas de los sujetos migrantes (fiestas familiares y patronales, así como su praxis laboral en Lima) y que son un perfecto ejemplo de esa cotidianidad andina adaptada a las grandes ciudades sin tantos conflictos culturales internos ni desgarros colectivos como uno supondría.

Lo que hay, eso sí, es la furiosa búsqueda de nuevos sujetos sociales (lindante con el límite, la marginalidad y el feísmo)que esta mugrienta ciudad lleva en su vientre, merodeando otros caminos de socialización y de construcción. Así, Carlos Rengifo –virtual padre del realismo sucio a la peruana- nos ofrece una Lima de sujetos marginales, no solo económica sino social y culturalmente, que se refugian y medran en los agujeros negros de la ciudad.


Tenemos también el caso de Miguel Idelfonso, cuyo Hotel Lima (Mesa Redonda, 2006) es la visión desencantada que, desde los márgenes de una identidad social pauperizada, se tiene de una ciudad engullida por la violencia política. En esa perspectiva, la novela de Martín Roldán Ruiz Generación cochebomba (autoedición, 2007)parece decirnos que esa nueva Lima, ajena a cualquier manipulación simbólica por parte de la literatura oficial, es la que nace de una valiente y directa interpelación con la memoria de nuestra guerra interna.


Y justamente siguiendo ese curso, nos topamos con la agradable sorpresa de Rafael Inocente, cuya novela La ciudad de los culpables (Zignos, 2007) parece ser -¡por fin!- una novela que parte desde los interiores de la urbe migrante, una novela que nos puede contar la experiencia de esa otra, gran Lima que ya suena con fuerza hace ratazo en las radios, está imponiendo su estética en la prensa y la TV, se ha enseñoreado del mercado audiovisual, ha cambiado nuestra dieta criolla y -tiempo al tiempo- terminará expresando con la palabra escrita el vértigo de esta bizarra ciudad donde el Megaplaza se mezcla con el clásico de mazamorra y arroz con leche. Si Iquitos o Chimbote ya tienen sus narradores e incluso sus novelas, la polifónica megaurbe limeña aún espera por su Gógol.


Allinlla punchay, Lima. ¡Y una fuente de rachi con sus dos chelas!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cómo, y a Zein Zorrilla, donde me lo dejas?

javier dijo...

Imagino que te refieres a "Dos más por Charly". Zein Zorrilla -a quien dedicaremos un buen post en el futuro- escribe más sobre el Ande moderno y sobre la nueva urbe consolidada como un personaje más en sus novelas. Y no creo que le interese mucho escribir sobre Lima, una ciudad que -como él suele decir- siempre le ha recordado que es un forastero y durante años lo ha tratado como tal.

Anónimo dijo...

O sea que no has leido "7 rosas de hierro"...