"- Quechua, los indígenas lo usan.
-¿Y quién te lo enseñó?
-Mmmmm, larga historia, peleé con Pancho Villa, varios de sus hombres lo hablaban..."
Bueno, a estas alturas del partido ya todos nos hemos enterado de las barbaridades de la taquillera película Indiana Jones y la calavera de cristal . Además de la hilarante referencia al quechua; por la película nos enteramos que la música popular peruana se parece sospechosamente a las rancheras mexicanas, Nazca queda al ladito del Cuzco e incluso tiene hasta aeropuerto. Además, siguiendo a Indy, en nuestra Amazonía podemos encontrar pirámides mayas a la más pura imitación de Chichén Itzá.
El volumen de falsedades, inventos y frivolités gratuitas ha sido tal que nuestro canciller ha aparecido en una entrevista huachafa recomendando que no veamos la película. También podía decir que los peruanos no viéramos tampoco los noticieros del canal siete, igual de falsos.
Algunos bloggers han hablado de la inmunidad del argumento: Las barbaridades son, en el fondo, el guión de un producto industrial que se comercializará por millones. Total, lo que aparece sobre el ecran es ficción. Cualquiera tiene derecho a hacerse pajazos públicos en nombre del cine. Además, el cine yanqui ha tratado la historia y la geografía como le ha dado su capital gana. Ellos pusieron a homos sapiens luchando contra dinosaurios en pleno Paleolítico, dibujó a los hacendados sureños de EEUU como amables caballeros bondadosos para con sus esclavos, pintó a los mexicanos como indios bárbaros incapaces de tomar una fortaleza tejana defendida por cincuenta gringos.
El cine comercial norteamericano ha sido uno de los grandes constructores de imágenes y estereotipos a nivel mundial: Para los yanquis, los españoles son un pueblo semianalfabeto y sucio que baila flamenco, los franceces unos presumidos inaguantables, los italianos unos erotómanos animales, los alemanes unos cabezas cuadradas, los rusos unas bestias barbudas (con razón abrazaron alguna vez el comunismo), los japoneses unos monos amarillos cuando van de militar y unos sirvientes obedientes cuando van de civil. Los judíos, aunque con sus rayaduras, eran un pueblo amigo. Los árabes, no importara la bandera, eran taimados traidores que solo pensaban en matar. Estereotipos que forman parte ya de nuestro sentido común de entrecasa y del volumen de prejuicios embutido en nuestro aprendizaje y del cual es muy difícil salir.
Por lo general, la cholósfera ha dicho que no hagamos tanta bulla. La vieja excusa vargallosiana: Es ficción!! Me puedo cagar en tu puta madre, pero no te preocupes, es ficción!! Es decir, la licencia literaria se transmuta fácilmente en patente de corso para caricaturizar, ridiculizar e insultar si tengo plata y me sale de las narices ¿Eiiinn?
Ese perdonavidas que la comunidad académica y devota de Hollywood propone es legítimo. Pero yo -aguafiestas impenitente- diría unas cosillas: ¿No cuentan las productoras con un asesor histórico para la película? (el mismo menda que aparece en los créditos) Imagino que el asesor o es un imbécil diplomado a sueldo rastrero de cualquier service o, en el mejor de los casos, un historiador que ve como el director tiene derecho a destrozar sus opiniones si le place (como en la célebre peli de Adam Alda). El cine yanqui, cumpliendo una vieja tradición, no es rigurosidad histórica y más bien plasmación de prejuicios colectivos. La industria cultural gringa no falsea la historia por ignorante inocencia, más bien construye el guión en función de intereses de audiencia. Así que, por mor del espectáculo, si hay que hacer añicos Machu Pichu, pues sea. El cine yanqui no trabaja ignorando la historia, sino manipula la historia (y la geografía) según sus metas empresariales. Que no pasa nada, miren la foto de acá abajo, así era la ciudad de Barranca en 1939 : Que los buenos poetas de dicha ciudad (que son bastantes) se manifiesten... (en la imagen, Sólo los ángeles tiene alas, de Howard Hawks)
El Perú, desde hace siglos, tiene una imagen exotista. No tanto por las ondas telúricas de los Andes como sí por cuatro avispados criollos que explotan hasta el cansancio la gallina de los huevos de oro del turismo: Machu Pichu como un santuario de energías positivas, Nazca como un cosmódromo intergaláctico, Marcahuasi mágico. Y agreguemos el ayahuasca, el san pedro y toda la ristra de esoterismo patrio con que encandilamos a los opulentos pazguatos nórdicos. Porque, cuando nos conviene, nos calzamos la Mascaipacha y valoramos teatralmente la herencia andina. Una herencia andina lejana. Cuando más lejana mejor, porque resulta conmovedor saber cómo queremos a los antiguos incas al tiempo que despreciamos a sus descendientes.
Entonces ¿De qué nos quejamos? Spielberg sólo colecciona las mentiras y exageraciones que inventamos sobre nuestra cultura. Si los peruanos no hemos sido suficientemente honestos con nosotros mismos ¿Por qué creer que los mercachifles extranjeros sí lo serán? ¿No ha sido Alejandro Toledo el primer mentiroso mostrándose como mono de circo en el humillante documental Royal Tour del canal Discovery? (Sí ,ese en que Toledo dice que los huanchaqueños practicaban el surf antes que los hawaianos o que los indios yaguas usan a las serpientes amazónicas como mascotas).
Así que los escritores, si quieren promover el turismo y las inversiones, sigan el ejemplo de Spielberg y llenemos de estereotipos nuestro país: Sacerdotes ciegos que te regalan amuletos con superpoderes, cuevas amazónicas de secretos otorongos con plumaje celeste, chakanas con símbolos mormones y una tribu perdida de incas ocultos en la Antártida. Total ¿Qué puede decir uno de algo que no conoce y, mucho menos, ame?
*El fotograma de "Barranca" del sugerente artículo del blog cinéfilo La soga.
*Una mayor profundización sobre el turismo, la marca país y la identidad peruana está en el quinto capítulo del tremendo volumen de ponencias Industrias culturales: máquinas de deseos en el mundo contemporáneo (Ed. López Maguiña, IEP 2007)
domingo, 8 de junio de 2008
Typical Peruvian
Publicado por javier en 0:52
Etiquetas: cine, identidad, industrias culturales, política cultural
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6 comentarios:
Por un lado:
"El cine yanqui no trabaja ignorando la historia, sino manipula la historia (y la geografía) según sus metas empresariales."
Es decir, sí conoce la historia, pero la tergivesa adrede para ganar más.
Bueno, no es sólo del "cine yanqui". Hay una larga tradición con el asunto: "Los Incas" de Marmontel, los diversos temas peruanos de Offenbach, Tintin en el Templo del Sol, Julio Verne. Todas tergiversaciones, fruto de la imaginación o de la historia.
¿Por qué que Indiana Jones diga que aprendió quechua con los hombres de Pancho Villa cumple mejor las "metas empresariales" que cualquier otra explicación? ¿Acaso es quechua lo que habla? (Creo que más quechua hablaban en Starwars que en Indiana Jones). ¿Es creíble que Indiana Jones hable quechua, y tantas otras lenguas amazónicas? Impugnarlo por eso es como impugnar que Superman pueda volar. Es como que un astrónomo se queje porque Kriptón es una tergiversación del universo. O porque en Nueva York un personaje voltee la esquina en una calle conocida y se aparezca una calle de otra zona. Pasa todo el tiempo.
Las maravillas peruanas están dispersas por todo el país. Cada lugar tiene lo suyo. Que en una película concentren dos maravillas como Cusco y Nazca es una simplificación que va con la trama.
Por otro lado:
"Entonces ¿De qué nos quejamos? Spielberg sólo colecciona las mentiras y exageraciones que inventamos sobre nuestra cultura. Si los peruanos no hemos sido suficientemente honestos con nosotros mismos ¿Por qué creer que los mercachifles extranjeros sí lo serán?"
Claro, ha habido una actitud brichera con el asunto. Pero, una vez más esa actitud existe en todo lugar donde haya turismo: los locales adoptan su estereotipo, pues eso es lo que busca el turista. Normal también.
Repito que todos tenemos estereotipos: "Epopeya", "Nuestros Héroes de la guerra del Pacífico", "Melgar", "Tupac Amaru", "Bolívar", "Vallejo". En todas estas producciónes hay estereotipos e inexactitudes varias.
Finalmente, haré notar algo que creo que nadie ha reparado. Francisco de Orellana parte al Amazonas desde el Cusco, no desde Quito, como afirman nuestros vecinos ecuatorianos. En Indiana Jones se respeta esta verdad histórica. No me sorprendería que en el Ecuador se quejen por esta razón, incluso a nivel de cancillería.
En el supuesto negado que uno estuviese de acuerdo con el Ministro, y quienes se rasgan las vestiduras por las inexactitudes históricas de "Indiana 4", ¿a donde nos llevaría esta actitud? ¿A no ver la película? Hollywood no pierde un dolar. ¿A boicotear su difusión, como se hizo hace tiempo con la "La última tentación de Cristo"? ¿A tirar piedras a s los espectadores?
De otro lado, esta es la película más olvidable de la saga de Indiana Jones, personaje por demás memorable. ¿A qué convertirlo ahora en un Von Daniken, en un abuelo chocho, en un pobre tipo que en el colmo de lo políticamente correcto es forzado a casarse con una tipa guatona y careloca, solo por que es el padre de su hijo y "debe cumplir"? Yo si que protestaría por eso, por darle un final tan indigno a una saga que tuvo sus buenos momentos.
Igual hicieron con la "digitalización" de Star Wars, cuando Han Solo (otra vez Harrison Ford) dispara primero en el bar, como el contrabandista conchudo y tramposo que es. Pero luego alteran esa escena y hacen que el pobre Greedo dispare primero, convirtiendo así a Han Solo en una suerte de marine bonachon, incapaz de hacer daño a una mosca.
Javier:
No sé a quien puede convencer esa cabeza de marciano hecha de fibra de vidrio. Aparte de lo que anotas en tu post –y otras bestialidades que en nombre del “buen” cine se acometen- quiero apuntar que la interpretación que tienen estos señores del Perú es la misma de siempre, o sea, la que dice que andamos con taparrabos, que nos comunicamos guturalmente (así el quechua sería una “modulación gutural” y no un lenguaje), y en el mejor de los casos somos antropófagos, coprófagos o, simplemente, “no contactados” esperando a que un gringo pendejo nos descubra ¿? El problema principal es que -en mi particular visión- creo que no estamos lejos de ello. Somos un pueblo ignorante hasta los tuétanos, donde es posible “debatir” sobre postmodernidad cuando niños en la sierra central mueren de frío y hambre en una situación feudal; y cuando las escuelas de Lima se caen a pedazos. Para no ir tan lejos, aquí en unos pueblos jóvenes aledaños se les está acondicionando Laptops para “ayudar” en la enseñanza cuando pocos se dan cuenta que esos niños con poca capacidad de lectura y de entendimiento no saben exactamente cuál será el verdadero uso de estos aparatos. Por ahí escuché en una de mis caminatas por la realidad cotidiana, que los niños creen que les están “regalando” un nintendo y con el último Super Mario Bros incluido (sobran palabras).
Con respecto a la película y para no desviarme del tema (sí, ya sé que soy acusado de atomizar los comentarios y por ahí han dicho que soy “indigesto”, preferiría ser considerado “laxante”). Bueno, continúo; leí un artículo, donde el director de la película, Spilberg, declaraba que para crear este personaje se había inspirado justamente en Hiram Birgam (recordemos que uno de los co creadores es el esquizoide George Lucas), el “green go” brichero que “descubrió” “Macchu Picchu” y se robó miles de huacos y restos arqueológicos de incalculable valor que el imperio ahora no quiere devolver (¿Ésta película motivará al gobierno peruano para que exija lo que se nos ha robado?)
Volviendo a la huachafada, es decir a la película, donde lo mejor siguen siendo los f/x (efectos especiales) como la explosión nuclear (aunque nadie puede creer que un ser humano dentro de un refrigerador se pueda escapar de semejante hecatombe) que parte de una escena robada a “Los Ojos de la montaña” (“Mountain Eyes”, un clásico y película de culto que mostraba y denunciaba los males genéticos (deformaciones, cambio del adn, idiotismo, etc) que las prácticas nucleares estaban haciendo (¡¡en los años cincuenta!!) en los lugares alejados de Estados Unidos, en estados como Texas o Nuevo México. Así esa escena de los maniquíes y la casa vacía simulando una vida inanimada y esperando la explosión pavorosa, puede ser aceptada por la oficialidad cinemaniaca como un “homenaje”, para mí no es más que una vulgar copia y en sus dos versiones (“Los ojos de la montaña” en los años setenta y luego, si más no recuerdo en los años noventa).
En lo que respecta a los otros elementos donde se mezcla a una suerte de nazi con poderes clarividentes, a un motociclista a lo James Deam (y que por oh, casualidades del destino termina siendo el hijo no descubierto o redescubierto de Indiana Jones ¿?) y a un invencible luchador que resucita cada vez que lo matan (chequeen que en una escena lo botan del carro, cae al piso o al fango y en la siguiente escena aparece, otra vez, montado. Terrible error, para un acucioso espectador) hasta que al final una suerte de cucarachas o coleópteros mutados se lo comen vivo.
Qué decir, sobre todo cuando supuestamente la persona más importante de la película, o sea el científico, el más cercano a la cultura indígena, está loco. El uso de la telepatía y los agregados –mal hechos- de la cultura Nazca, más el ovni que no se ve, pero del cual se sabe que despega por todos los recursos técnicos desplegados, me hacen pensar que hay una interpretación una hermenéutica libre de los postulados de otro peruano que aquí no dan mucha importancia, pero que afuera sí la tiene, y me estoy refiriendo a Sixto Paz, ufólogo a quien conozco y de quien puedo dar fe de que sus postulados se aplican casi al 100 por ciento en esta película (para los no iniciados, leer los libros de Cony Méndez que son los más simples para entender lo que aquí estoy tratando de decir). No Sé si apuntarlo como una curiosidad o como una aseveración. En fin, sólo se trata de un comentario breve sobre esta película malísima de Spilberg.
Y es que el Perú, señores, es un lugar para buenos negocios. Recordemos esa película “El Aviador” sobre la vida del “excéntrico” (esa palabrita se usa para los millonarios y plutócratas, para los pobres simplemente se usa loco u orate) Howard Hughes, donde viajaba al Perú para cuestiones que tenían que ver con combustibles y ciertos aditivos (recordemos que en los cincuenta se dice que se usaba la grasa humana como un eficiente aditivo para motores y por eso, al parecer, crecieron los pishtacos y el clásico cuncataka o cortadura del cuello)
El día de hoy leí en “La República” que el fenilcetonúrico Bruno Pinasco ha doblado a Monkey (¡gran logro? Risas de la platea y del gallinero), personaje del “Kung Fu Panda” en la película de Hollywood. Qué tienen en la cabeza estos turiferarios y ganapanes mierdosos del sétimo arte. Al respecto dice Bruno (léase Bruto): “El doblaje de Monkey, personaje que tengo en Kung Fu Panda, lo hice durante tres días en México. Ha sido una experiencia distinta creo que el director quedó contento. Monkey tiene mucho de mí, es hiperactivo, travieso” curiosa alegoría del para qué sirven los peruanos, sobretodo si estos son arribistas, no tienen formación política y viven suspendidos en la faja de lo virtual que eyectan las pantallas del televisor y el mal cine.
Respecto al comentarista de “Repito que todos tenemos estereotipos”, me parece una piedra lanzada al vacío. Esto es una certeza, una pregunta, una verdad a medias, una metáfora o un calzado a la exacta medida de ciertos otros comentaristas que viven encerrados frente a un panel de computador desde donde perciben la realidad falseada y con polvos de rubor y lápiz labial de larga duración.
Gracias por el tiempo y el espacio. He tratado de ser lo más breve posible.
Silvio: Sería bacán que hicieras un post sobre aquella obra de Offembach sobre aquel peruano...veo esa opereta tremendamente actual.
Ybarra: Haga el favor de ser más breve todavía la próxima vez. Ah, y ese Sixto Paz es una celebridad bizarra peruana a nivel internacional ¡casi otro estereotipo! ¿Por qué no te haces un post sobre ese prócer del ufologismo?
Muchachos:
Mucha letra para esa MIERDA de cine hollywoodense.
Simplemente lo ignoro y punto.
Hace muchos años que no pierdo el tiempo contemplando bazofia. Tiempo es lo que hace falta, compas.
Salud y Libertad
Rafael Inocente
Oye Javier, este Ybarra se la ha agarrado con los académicos. Nos interesa tu opinión.
El datero
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