jueves, 30 de agosto de 2012

HISTORIA, LITERATURA Y PAJERISMO (Acerca de las nuevas formas de contar la historia del Perú)



Hoy hablamos de un pequeño libro llamado Contra-historia del Perú. Ensayos de historia política peruana (Mitin editores, 2012) . Dicen que fue uno de los libros estrella de la última Feria del Libro. De serlo, ya debe ir por una segunda o tercera reimpresión, porque la de lanzamiento constaba solamente de 500 ejemplares. Toscamente impresos, dicho sea de paso. Otra peculiaridad del libro es su casi decena de copyrights, que invita a pensar que los autores de esta compilación hicieron su chanchita para financiar la publicación, práctica que se está extendiendo entre muchos intelectuales y que da qué pensar sobre el negro panorama de los libros de ensayos en el Perú.

¿Cómo así su atractivo? Porque trata de una disciplina muy poco practicada en el Perú: La ucronía. Esto es, hurgar en la famosa pregunta ¿Qué hubiera pasado si….?

En ese sentido, el libro se pone a preguntar ¿Qué hubiese pasado si Pizarro hubiera elegido como capital a Jauja y no a Lima? ¿Qué hubiese pasado si Túpac Amaru hubiera tomado el Cuzco? ¿Si el APRA hubiera triunfado en 1962?¿Si Vargas Llosa hubiera ganado las elecciones a Fujimori? ¿Si los vladivideos nunca hubieran salido a la luz?

Según los compiladores –Eduardo Dargent y José Ragas- los autores de estas ucronías  (que, por eso de las modas, les llaman ahora “contrafácticos” como para darles cierto cachet académico) tuvieron varias condiciones: Que el texto se hiciera dentro de un contexto, y que además fuesen factibles de realizar, que no se hiciese pura ciencia ficción (como la deliciosa pieza teatral sobre astronautas peruanos en la Luna, digo) y que no fueran una compensación a las interpretaciones derrotistas o a ese pesimismo histórico que albergamos nosotros (los títulos deportivos que se nos fueron de las manos, las guerras que no se ganaron). Por lo demás, les dejaba volar la imaginación. Imaginación que voló muy poco en la mayoría de los ensayos.

Así, Tupac Amaru toma el Cuzco para luego retirarse de allí (Pablo Macera en su Historia del Perú para escolares dice cosas mucho más interesantes sobre cuál habría sido el destino del Perú si Condorcanqui echaba a los españoles). O Manuel Pardo, si no fuera asesinado, se entendería ¡con Piérola! y el Perú estuviera más unido frente al conflicto con Chile. O que Vargas Llosa haría un fujimorismo económico que no político, una suerte de neoliberalismo con rostro humano (además de ver como el Nobel se lo daban al mexicano Carlos Fuentes). O un Haya de la Torre que llega al poder ¡pactando con Odría! frente a la oposición de los militares y encima siendo mentor del general Velasco. Muchos de estos ensayos, curiosamente, han terminado en pura ciencia ficción.


El problema es que este ejercicio de ucronías tiene poco margen de maniobra para la Academia. En la introducción, los propios compiladores reconocen que la actual historiografía no da mucha cancha para jugar con el azar y que los avatares individuales tienen límites precisos frente a los procesos sociales. ¿Cambiaría algo la historia del mundo si Lenin no tuviera -como se menciona- sus habituales ataques neurológicos? Seguramente, pero el comunismo como proceso histórico, hubiera seguido por los mismos derroteros puesto que su ascenso en Rusia y en otras partes de Europa no dependía solamente del carisma y el genio de aquel abogado de provincias.


Sin embargo, la ucronía es una hermosa práctica literaria. Valgan los ejemplos de George Orwell (1984, sobre una Inglaterra sovietizada), Philip K. Dick (El hombre en el castillo, donde nazis y japoneses gobiernan el mundo, el Perú se convierte en una semicolonia nipona, por ejemplo), Cormac McCarthy (La Carretera, la aventura cotidiana en una América ¿postnuclear? devastada). Por no hablar de los productos audiovisuales, sea Patria (una Europa gobernada por los nazis donde se desconoce el holocausto judío), sea CSA (donde imaginamos qué hubiera pasado en EEUU si el sur hubiera ganado la Guerra de Secesión). Acá en el Perú, salvo los extraordinarios delirios de José Adolph, no hemos manejado nada parecido (actualización, dejé en el teclado la novela de Enrique Congrains El narrador de historias, con una Mendoza convertida en un protectorado de la ONU), con la excepción del cómic peruano, que le va comiendo terreno a nuestra narrativa desde hace ya algunos años.


Martín Tanaka nos dice que la importancia de los contrafácticos está "en la medida en que ayudan a entender no tanto qué hubiera pasado si los actores tomaban otras decisiones, sino por qué hicieron lo que hicieron, a pesar de tener otras opciones, incluso mejores, disponibles, En otras palabras, es una herramienta que permite entender mejor la racionalidad de los actores". Loables intenciones, pero que no impiden que el profesional termine disparándose solo y proponga hipotéticos escenarios que, pese a las contravenciones, acaben en los laberintos de la especulación, en el disfraz de proponer nuestras subjetividades. En fin, de hacer ciencia ficción. Que no está nada mal, pero que no alcanza la rigurosidad histórica esperable, se mire por donde se mire.


La ucronía no es otra cosa que un creativo ejercicio de pajerismo. Y tampoco está mal.


Porque no quiero quedar como mezquino. Me ha encantado el ensayo de Natalia Sobrevilla sobre el triunfo de la revolución de Pumacahua y los hermanos Angulo como la posibilidad de una independencia liderada no solamente por criollos y que pudieran haber creado un Perú mestizo avant la lettre. O el ensayo de Eduardo Dargent sobre un extenso fujimorato -donde los vladivideos nunca se hubieran descubierto- que incluía la tercera reelección del genocida, el mandato de su hermano Santiago 2005-2010, la vuelta al poder del chino de marras, su nueva reelección y la entrega del poder a Keiko de cara al Bicentenario, una saga de auténtico terror fiction. Y me quedo con la hermosa historia sobre Leopoldo I, Emperador del Perú, una narración de Mauricio Novoa  sobre el triunfo del proyecto monárquico del general San Martín (imagínense un mausoleo familiar de los Sajonia-Corburgo en el Cuzco o un descendiente de éstos capitaneando la última carga de caballería de la historia contra los ecuatorianos en 1941, no digo nada más). Estos ensayos los leo como literatura, un espacio de ensueño, entelequias, pasión y hasta locura que nos ayuda e mirar las cosas más allá de nuestra racionalidad cotidiana y el rigor profesional de las disciplinas académicas.


Por último, resulta sintomático que no se haya construido -ni en el libro ni en ninguna otra parte- una necesaria ucronía: ¿Qué hubiera pasado si la guerrilla maoísta hubiera ganado nuestro conflicto armado interno? (¿Seríamos una Camboya sudamericana como tararea nuestra prensa criolla? ¿Una Norcorea nuclear panandina tocándole los cojones a Chile y Colombia? ¿Un país de cooperativas estatales produciendo a destajo soya y minerales?). Fernando Tuesta Sobrevilla cita el asunto pero no ha querido ir más allá. Y es que incluso en la ucronía, en el pajerismo por excelencia, hay temas que todavía no queremos tratar en el Perú.


Posiblemente, por miedo.


Oswaldo Reynoso me contó una ucronía sobre el tema que ha pensado escribir alguna vez. No se las voy a decir. Pregúntele a él. Oswaldo, a diferencia de muchos, no tiene miedo.



4 comentarios:

javier dijo...

Juan Ayala, hombre de teatro, nos alcanza este comentario. lo parto en dos partes por problemas de capacidad:

Hola Garvich:
1) Este es un texto, a todas luces, provocador. Provoca, por ejemplo, redactar nuestras propias ucronías [luego pondré algunas con respecto al quehacer teatral limeño, especialmente las que nos podrían aportar algunas “moralejas” en un evento que implicó un contexto de ruptura]. Pero antes, deberemos abordar la cuestión principal: y esa tiene que ver con todo lo ideológico-conceptual que corre por debajo y más allá de lo evidente y de lo anecdótico e incluso que no tiene que ver con la literatura en sí ni con la historia narrada de los hechos, sino más bien con la Historia como devenir humano.
2) En ese sentido escribo: estoy de acuerdo contigo ¡esta es una literatura del pajazo!, pero…, podría ser a la vez no cualquier literatura, ni mucho menos cualquier pajazo, sino más bien ¡una gran literatura y un gran pajazo! [de aquella literatura que se produce cuando se tiene mucho que decir y no hay quien se atreva a decirlo, por ejemplo, Manuel Scorza con sus 5 baladas de “La Guerra silenciada”; y sobre los grandes pajazos que cada quien se remita a su propia experiencia…].
3) Y entonces pregunto: ¿la literatura histórica que se inscribe dentro del género de la ucronía es necesaria y hasta cierto punto saludable? Sí, si es que no se vuelve la tarea principal de los historiadores y literatos; y No, si es que pretende erigirse como instrumental de psicólogos conductistas y desde el cual se pretende escamotearlo todo [entiéndase, “válvula de escape” y “evasor de la realidad”] y como interrogamiento (policíaco) “caleta” [por ejemplo, como hábil cuestionario para sonsacarle a alguien lo que realmente piensa de…].
4) Te leía y no podía dejar de hacer sinapsis con Guy Debord y “La sociedad del espectáculo” (1967) y con el “sí mágico” de Constantin Stanislavski (Véase, “Un actor se prepara”). Tal vez, revisando otro texto de Debord [Manifiesto Situacionista, 1957] podamos entender mejor la relación que la Lógica modal plantea entre el “evento o situación” con el “evento o situación actuales”…
Es decir, así como los “reality shows” pretenden vendernos el cuento de que estamos ante la “realidad” y sabemos que no es ni puede ser así, ¿le ha llegado entonces el turno a la literatura (histórica) para generar textos “contrafácticos” o ucrónicos que ya sabemos que no son reales? Al parecer son tiempos bastantes esquizofrénicos los que nos hacen vivir/padecer aquellos que desde sus pequeñas y grandes parcelas detentan el poder. Tiempos que se caracterizan por no querer asumir la verdadera tarea: ¡en vez de ficciones, mitificaciones, etc. se necesita recuperar el discurso del realismo social! Ya déjense de joder y escamotear el asunto principal: ¡hay que refundarlo encontrando las formas que lo expresen en las coyunturas actuales! En caso contrario, seguiremos con los experimentos formalistas que no atacan el problema principal y que como bien saben los pajeros, sólo los mantienen atrapados ¾como escribió Nietzsche en “Así habló Zaratustra”¾ en el “velo de Maya” aceptando que la ficción puede ser a la vez “cierta” y “placentera”.
5) Menudo reto que le queda a los (verdaderos) historiadores y literatos: dar cuenta de la realidad explicando las causas que vayan a contracorriente del discurso oficial que ya sabemos está cargado de mentiras y mixtificaciones. En ese la "acción directa" se convoca desde la re-escritura del discurso oficial.

javier dijo...

Y va el resto:

6) Y para terminar, ahí te van mis ucronías:
Acto 1: ¿Qué hubiera pasado en la Huamanga teatral de finales de los años ‘70s, concretamente al cierre del primer semestre de 1978, si ante la protesta multitudinaria de los pobres de esa ciudad se hubiera logrado impedir que se produjera el VI Encuentro Internacional de Teatro de Grupo que los teatreros memoriosos conocemos como “Taller Ayacucho ’78” bajo el argumento de que ese “encuentro”, por más que lo organizaba, finalmente, la UNESCO en nada les beneficiaba…? [recuérdese que, por ejemplo, un huayno combativo y memorioso como “La flor de retama” ya llevaba escrito cerca de una década y que daba cuenta de la masacre ante la multitudinaria protesta de 1969 en contra de la Ley de Educación de los militares golpistas del ’68…]
Acto 2: ¿Qué hubiera pasado si esa carta de protesta por la presencia en Lima de un eurocentrista e imperialista cultural como Eugenio Barba del Odin Teatret de Dinamarca y que en su momento publicaran los grupos de “teatro popular” de la ciudad de Lima en la primera página de la revista Marka de mayo de 1978, lograba desencadenar una ola de indignación social y de boicots a las presentaciones del Odin en Lima con apedreamientos a locales teatrales, latigazos a los teatreros colaboracionistas, marchas, mítines y agitación por doquier?, ¿se hubiera logrado entonces un real compromiso de los teatreros “populares” por elevar el nivel de un teatro popular que cada vez sea expresión del pueblo bajo y llano y no de los clasemedieros, aún en el mejor de los casos de los que provienen de una extracción “baja” y ya no “alta”?, ¿los teatreros que apostaban por un teatro nacional-popular hubieran conseguido algo más que una gran victoria que siguiera consolidando lo que en esos años era incuestionable?, ¿se hubiera retrasado en 10, 15 ó 20 años la traición y el abandono al proyecto de construcción de un teatro moderno?, ¿ante tal escarmiento hubiera Barba regresado a los años y perdonado a quienes participaron de “El Odin no va”…?, ¿de no haber sido Barba el indicado quién lo hubiera reemplazado años después: Peter Brook, Giorgio Strehler, Ariane Mnouchkine, Renzo Vescovi, Julian Beck…? ¿Qué oportunidad hubieran tenido Carlos Jiménez, María Escudero, Horacio Czerkov, Atahualpa Del Cioppo, Augusto Boal, Enrique Buenaventura… de poder influir en la misma medida que finalmente lo hizo Barba?, ¿entonces, hubiera sido diferente el proceso del “teatro peruano”…?

Finalmente, gracias Garvich. Obviamente este ha sido una repuesta deliciosa de escribir, a pesar que sé que decir todo esto no sólo representa volver a soltar una nueva “carga de caballería”, que en estos tiempos significa, ir al “sacrificio”, o sea, “gastar pólvora en gallinazo”, es decir, “no se oye, padre", sino que también representa constatar lo patética que ha sido y seguirá siendo la “historia” (oficial) peruana y la necesidad de que hay que reescribirla a contracorriente, aunque eso tenga un costo y sanción social…


Juan Ayala
Cronista de la XX Muestra Nacional de Teatro Peruano 2002
Cronista de la XII Muestra Regional Costa centro 2010
Cronista del 5to Festival de Teatro de Aficionados - ACPJ 2011
Cronista de la XIII Muestra Regional Costa centro (Lima-Callao) 2012
http://revistaelzahori.blogspot.com

Anónimo dijo...

cesar angeles L: No se si la pregunta fértil en la historia sea POR KÉ se hizo o no lo ke se hizo, sino PARA QUÉ….es más bien una pregunta por el sentido de los actos políticos, antes que una pesquisa policial lo k sirve a la buena historiografía

Por otro lado, kè buena idea hacer ‘terror-fiction’, un genero nuevo made in peru?

Mi ucronia, claro, e s ké hubiera pasado si Sendero ganaba la guerra? Còmo se contaría la historia i kè cambios o no se hubieran dado en este herido país? Me tinca que la dirigencia de SL revelò, en las mazmorras del SIN, que no estaba hecha para consumar dicho proceso, i más bien al ritmo de montesinos i el baile del chino se doblegaron vergonzosamente, como sabemos (torta de cumpleannios incluida)

Por cierto, no vi este libro k comentas, pero coincido con vos en que, idem que en los sicológico, en lo político-social, para ciertos autores y demás hay tabúes que son un gran síntoma, más que de sus individuales miedos, del temor a servir de inspiración para ideas de cambio radikales, a las cuales, en el fondo de sus amenguados corazones, temen

Me alegra Javier k cierres este interesante post con un homenaje claro a Reynoso, al ke una vez mas las grises gárgolas del mundillo literario perucho quieren, vanamente, tirar abajo. A diferencia de ellos, Oswaldo no solo no les teme -nunca temió a ninguna gárgola ni heraldo negro de la burguesía- sino que es ya tan grande que, como m dijo recién la poeta victoria G., es un indestructible, i eso lo saben aquellos que se alquilan como mastines orgánicos (sin cobrar, o cobrando barato) al poder hegemónico

Pd ké buen comentario extenso el de j ayala…..si le quito algo de hígado, lo suscribo todo

Pd aki te adjunto una anticcua interviú k le hice a la actriz aurora colina, hoy en Londres…chekeate sobre todo el final

Pd Por lo demás, sobre Congrais i el tema tocado t dejo este enlace:
http://www.letras.s5.com/ca060708.html

Anónimo dijo...

De mitos y archivos en la historiografía ucrónica del Perú

Jummmpf

Bien, Garvich, siempre pensando.