jueves, 31 de enero de 2013

ARGUEDAS PARA EL SIGLO XXI



Se acaba el mes de Arguedas, de la conmemoración de su nacimiento. Enero, definitivamente,  se ha convertido en el mes de Arguedas. Para bien.

Sin embargo, para los discursos dominantes, Arguedas cada vez más nos recuerda a un museo donde él es la momia. El escritor de un tiempo extinguido, el representante de una literatura ya agotada, el poeta de una cultura ya extinta. Arguedas es pasado, nos lleva a un campo semifeudal que ya no existe, a un país de gamonales y pongos ya superado. Arguedas solo es un testimonio histórico cuya vigencia es la misma que los discursos de Riva Agüero o Porras Barrenechea. ¿Para mal?

Hoy la onda es el cholo postmoderno, chicha, emprendedor, occidentalizado por mor del capital, las nuevas tecnologías y la globalización. El futuro del indio en Arguedas no ha sucedido, no era el hombre solidario y orgulloso de su cultura andina; ahora es el individualista que la hace, que se las apaña para cimentar su capital originario. El emprendedor que echa mano del autoritarismo familiar, el trabajo infantil, los contratos laborales precarios y la evasión de impuestos para consolidar su riqueza personal. El migrante que mete a sus hijos en universidades privadas de juguete (total, solamente es un cartón para que mi chibolo tenga algo de prestigio), que lee solamente El Trome, que practica el machismo y la violencia de género, que explota a sus paisanas como trabajadoras domésticas malpagadas y maltratadas, que aprovecha el clientelismo político y la corrupción institucionalizada, que paga coimas y vota por la revocatoria en Lima. ¿Para bien o para mal?

Ante ese panorama ¿dónde Arguedas? ¿Qué sitio tiene hoy en día? ¿El sitio de las momias?

Lo interesante de Arguedas es su propuesta. Su propuesta vital -ser encuentro retroalimentador y progresista de dos mundos- pero también su propio discurso (acá pueden leer dos importantes aportaciones suyas). Soy de los que creo que Arguedas puede ser hoy un ícono vivo y que tiene muchas cosas que decirnos.

Frente a la propuesta del cholo capitalista, individualista y alpinchista, Arguedas propone un peruano que no olvida su linaje andino, que proponga salidas comunitarias al desarrollo y no copie. Que defienda su tierra, sus recursos, su pasado. Que no se venda, que no se alquile. El mestizaje de Arguedas no era una fusión armoniosa de todas las sangres (esa frase prostituida por tantos gobiernos) sino la de un Ande capaz de apropiarse de lo mejor de otras culturas y avanzar. Para Arguedas, su peruano ideal hablaría castellano y quechua por igual. Imaginaba las potencialidades de una cultura andina que pudiera desenvolverse exitosamente en el concierto de las naciones, que esa cultura andina pudiera también transitar por los prometedores caminos de las culturas japonesa, china, árabe o del subcontinente indio. Es decir, una cultura originaria que  utilizara creativa e inteligentemente los aportes de otras culturas y sociedades pero sin perder el sello de lo propio.

Hoy, el actual discurso nacionalista está secuestrado por los políticos, empresarios y militares criollos. El Perú es una oferta turística internacional, un granero para inversiones internacionales que se nutre del cholo barato y sin derechos, una marca comercial que ignora las condiciones laborales de millones que contribuyen a ella, un agujero de telebasura, de la peor prensa de Sudamérica, del discurso único sobre la guerra interna (señalando a los buenos y malos), de la forma obscena con que la jerarquía católica se exhibe públicamente, de  las cadenas a cualquier ley decente sobre salud sexual y reproductiva (señalando lo que es el bien y el mal). 

Arguedas propone algo radicalmente distinto: Un Perú de los de abajo, que desde abajo se construya un discurso alternativo donde la riqueza no signifique destrucción del ecoambiente ni envilecimiento del hermano. En el Perú de Arguedas los actores sociales respetan y practican una moral originaria que respetan como propia, como los códigos familiares (¿recuerdan eso de ama sua, ama llulla, ama quella?). 

En literatura, Arguedas tiene mucho más que decirnos: Intentar construir una nueva lengua donde las lenguas quechua y castellana pudieran cohabitar creativamente. Donde se aprecie una nueva sensibilidad hacia el interior del Perú, libre de prejuicios y victimismos. Y eso se ha dado: Desde Feliciano Padilla hasta Efraín Miranda, desde Felix Huamán Cabrera hasta el gran Sócrates Zuzunaga, desde Enrique Rozas Paravicino hasta Marcial Molina Richter (me olvido de un montón más), hemos construido un nuevo lenguaje que potencia nuestra creatividad, nuestro arte y, quizá, esa cosa rara que podemos llamar nuestra peruanidad.

Los escritores, los docentes, los que habitamos el Perú letrado quizás hemos sido los que mejor hemos bebido de Arguedas, aunque esto suene a ombliguismo. Creo que ese peruano con que soñaba Arguedas se ha dado más en el sector de los profesionales de las letras que en cualquier otro. Eso es una esperanza, pero también un tremendo límite. El límite que ahora tiene la lectura, el libro y lo letrado en un Perú más abocado a lo audiovisual, a lo espectacular y performativo.

Pero Arguedas era interdisciplinario. Su literatura estaba muy unida a su praxis antropológica, pedagógica y folklorista. Ese acento polifacético es otra de las palancas para que Arguedas siga importándonos en este nuevo siglo. Los escritores tenemos que salir ya a la calle, tenemos que impulsar bibliotecas donde sea, tenemos que buscar fórmulas para editar libros más baratos y mejor distribuidos, vincularnos mucho más a los colegios y las universidades, tenemos que hablar más con los niños. adolescentes y jóvenes. Tenemos que participar en los grandes festivales públicos que se realizan. Arguedas iba a los coliseos, a las plazas de la periferia, frecuentaba centros culturales, buscaba fuera de Lima nuevos escenarios donde vislumbrar nuevas propuestas, estaba siempre en contacto con la gente ¿Por qué los escritores no pueden hacer lo mismo? 

Eso sería una muestra que Arguedas no es una momia sino que está más vivo que muchos (escritores) peruanos de hoy, que su sitio en el siglo XXI es el del hermano mayor del cual todavía podemos aprender.

Arguedas vive. Conversemos con él. Lo necesitamos y lo merecemos.

3 comentarios:

javier dijo...

El teatrista y maestro de teatristas Juan Ayala nos invita a leer este comentario:

"CERO
Haciendo la salvedad de que luego lo desarrollaremos en detalle, permítenos Garvich plantear nuestro esbozo de opinión.

UNO
¡Qué buen tema! Y lo es por tres razones principales: 1) la primera, digamos de “apertura”: no sólo porque estamos a 8 años de la francachela “nacional-chauvinista” del “bicentenario”, sino porque opinar de tu artículo sobre Arguedas implica re-pensar ―finalmente― si el Perú o los Perú del siglo XX es/son el/los mismo(s) del siglo XXI; 2) la segunda, digamos “táctica”: porque hablando del hoy nos retraemos ―curiosamente― en torno a la mesa redonda sobre “Todas las sangres” de junio de 1965 en el IEP en el sentido de ¿cuál es el papel de la literatura y la realidad?; y, 3) la tercera, digamos de “finales de rey contra rey, alfil y caballo”: porque tras el cierre sangriento del ciclo del “desborde popular” de Matos Mar que tiñó casi todo el siglo XX [entiéndase, desde la huelga general por las 8 horas de 1918-1919 hasta la guerra de los maoístas de SL de 1980-1992], parece que sólo ha sobrevivido para cierto pensamiento crítico la ―“pajera”― ventaja moral.

DOS
En tu tema subyacen dos grandes temas: 1) ¿es posible que esas relaciones económico-sociales de las que da cuenta la novelística de Arguedas y que en su momento coincidieran con el diagnóstico y el análisis de los “7 ensayos” de Mariátegui que llegó a tipificar al Perú del siglo XX de semi-colonial y semi-fieudal, sobrevive actualmente ―al parecer― en la superestructura como modos de comportamiento, “cultura” e “ideología”? [para ello, analizaremos dos casos: la moda posmoderna de la vanguardia teatral (“actual”) y el comportamiento mafioso ―entre otros tantos y más allá de ellos mismos― de la agrupación Arena y Esteras de Villa El Salvador que termina obteniendo el Premio 2012 del Ministerio de Cultura del Perú a las “Buenas prácticas culturales” a pesar de fraguar una licitación]. Si esto fuera así, ¿estamos frente a algo más que un problema teórico o meramente práctico? Es decir, ¿es posible que una superestructura ideológica pueda sobrevivir y por ende seguir operando, a pesar de los ―dizque― cambios estructurales y económicos que responderían a otras superestructuras distintas?, ¿no será que por alguna razón que nadie se atreve a explicar, no podemos/sabemos distinguir en el supuesto “éxito” del “cholo emprendedor” muchas de las características de explotación y sub-explotación que ya se encuentran en la novelística (rural) de Arguedas?; y, 2) ¿sólo nos queda ―entre otras similares referencias― contentarnos con parte del espíritu del tango “Cambalache”? Es decir, ¿reconocernos como no “facho”, asolapado o disfrazado, como no inmoral y demás es lo único que podemos ansiar/hacer frente a la actual coyuntura de reflujo, “macartismo” y “contrarreforma”?

TRES
Debemos señalar que desconocemos a los autores (actuales) que señalas. Como ciudadanos que ya pasamos largamente o no los 50 años nos quedamos en Scorza. Sin embargo, debemos incidir que retomar la pasión de la lectura debería estar acompañada, no sólo por una práctica de lectura crítica, sino también por una práctica de debate y discusión. En ese sentido, la internet como biblioteca de bibliotecas es una (poderosa) ayuda, más no la solución final o total. Lo que no debemos perder de ningún modo es el “convivio” con y entre nuestros pares, sobre los otros que no lo son, como escribiera Cortázar en Rayuela “que los agarre el beriberi” [Véase, final del Capítulo 79].

Si juzgáramos tu artículo como una partida de ajedrez, tendríamos que decir que tus ocho tesis representan sendos “gambitos”. El artículo por escribirse dará cuenta en cuántos de ellos hemos tomado la pieza o no."

JA
Revista El Zahorí
Febrero 2 de 2013

javier dijo...

Mi gambito favorito es la Defensa Budapest.

Txomin Goitibera dijo...

La verdad es que en las dos novelas que conozco de Arguedas, El Sexto y Yawar Fiesta, lo que destaca por encima de su supuesto indigenismo y de su dicotomía Costa/Sierra, es el canto a la solidaridad. Con los materiales que le brinda el Perú, construye una narrativa con validez universal.

Varguitas que lo menospreció a pesar de haberlo prologado en más de una ocasión, no ha conseguido que sus prejuicios ideológicos le permitan leer a Argudas en toda su magnitud. En el prólogo que escribió para El Sexto apenas logra disimular mirarlo con aire de superioridad. Para mi que sus anteojeras liberales le hicieron parderse más de la mitad de la novela.

Muy buena entrada, me has animado a leer más Arguedas.

Un saludo.