viernes, 12 de diciembre de 2008

Políticas culturales desde arriba y políticas culturales desde abajo




A partir de la demagógica idea de crear un Ministerio de Cultura y al calor de algunas actividades que nuestro nacionalcatólico INC viene organizando en las últimas semanas, se ha vuelto a discutir sobre la necesidad (más bien la viabilidad) de las políticas culturales –o, dadas las circunstancias, siquiera de alguna política cultural- en el Perú.

El sociólogo Santiago Alfaro, en un blog que se renueva menos aún que el mío, señala la necesidad de una financiación mixta a la cultura, que combine la inversión estatal cualificada (fondos nacionales), la exoneración de impuestos a las inversiones privadas en cultura así como una novedosa ley de mecenazgo: Lo ideal no es optar por el financiamiento privado o público sino por ambos. Una manera de hacerlo es la formulación de fondos nacionales y leyes de mecenazgo, entre otros marcos normativos y programas institucionales. Con ello se diversificaría la fuente de recursos para la sostenibilidad de las actividades culturales, contribuyendo a la ampliación de las opciones de los ciudadanos para crear y consumir autónomamente”.

Suena bonito, y más ahora que han regresado las Galas de Beneficencia para los Pobres.

A mis años, ya me he convencido que tienen que pasar cosas muy fuertes en este país (una revolución, por ejemplo) para que el Estado gaste en cultura de forma, digamos, decente. No nos comparemos con Francia, que lleva medio siglo gastando presupuestos peruanos enteros en programas culturales. Hablemos de países más cercanos como Chile, cuyo liberalismo tan cacareado por sus copiones peruanos es capaz de becar poetas, cosa que en el Perú suena no digo a cachita, sino a utopía.

(Y he dicho Chile para pasar piola, porque si nos referimos a países más cercanos todavía encontramos propuestas que en el Perú son simplemente inimaginables o se nos ponen como delirantes.).

Estamos en el sótano de las políticas culturales de Estado, por si alguien no lo sabía. Somos los trogloditas de Sudamérica. Nadie lo diría con la tremenda oferta histórica y cultural que vemos todos lo días pero así es. Cuba, país más pequeño y con muchísimo menos patrimonio arqueológico, histórico y cultural que el Perú es nuestra hermosa odiosa comparación: "La Organización de Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) concluyó en su informe anual, que Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que cumplirá la Meta del Milenio de Educación para Todos, ocupando el primer lugar con un Índice Alto". Sí incrédulos, verlo aquí.

En cuanto al sector privado, que no nos encandilemos con las superstars del norte peruano, donde las empresas invierten selectivamente en proyectos turísticos muy rentables y punto. De hecho, el sector privado se centra en asuntos de corto plazo como carísimos libros fotográficos, eventos literarios selectos y puntuales, full turismo y nuestras creaciones heroicas de fin de siglo como la gastronomía. Háblenles a los empresarios de proyectos culturales a mediano plazo y de mayor impacto masivo y ya veréis lo que les dicen (o la forma como le dan el portazo).

Dicho en plata ¿Por qué el sector privado se gasta una millonada en libros de lujo sobre los auquénidos del sur peruano y no le da la gana de apostar por una red de librerías en el Perú? O, siendo ya realsocialistas ¿Por qué, siquiera, no invierte en las comunidades campesinas ganaderas?
Además, en los días de hoy, la crisis financiera es la excusa perfecta para darte siempre de menos.

Pero, optimista del ideal, en otras partes veo otras formas de políticas culturales. Y me centro en literatura.

Hace uno meses sucedió el VII Encuentro Nacional de Escritores Jesús Manuel Baquerizo en Ayacucho. La iniciativa partió del humilde Gremio de Escritores del Perú y del Centro Cultural de la Universidad San Cristóbal de Huamanga. El empuje final lo puso su director, el poeta y hombre de teatro Marcial Molina Richter. Fue una carrera contra el tiempo para montar el evento en menos de dos meses y casi sin recursos. Pero salió. Lo más importante: Los escritores fueron inmediatamente destacados en tríos a los colegios e institutos pedagógicos de la ciudad para que hablaran con los escolares difundiendo el amor por la lectura. Lo que dio no solamente jornadas de escritores (que se peleaban por estar en las ternas) que hablaron con escolares durante más de seis horas, sino de escenas de excepción como la veintena de colegialas que asaltaron el vestíbulo del hotel en búsqueda de Oswaldo Reynoso, como si fuera un auténtica estrella de rock. (Más o menos, así lo es).

Uno de los resultados de ese evento fue que la Revista Peruana de Literatura , con la colaboración de los docentes y autoridades, ha convocado un concurso sobre narrativa mítica entre los escolares de los dos colegios más numerosos de Huamanga.

Meses más tarde, el distrito de Marca -un distrito digo, no una cabecera provincial ni mucho menos capital de región- organiza el XVI Encuentro de Escritores Ancashinos de forma apabullante. Allí, nos recibieron con banda de música y lluvia de flores -qué quieren que les diga, dudo que vuelva a gozar de este tipo de recibimiento en los años que me quedan de vida, ojalá me equivoque- nos dieron a a comer lo mejor de sus fogones y nos llevaron a conocer sus tesoros ocultos (hartos dibujos rupestres...) y no tan ocultos (sus pallas, tan fabulosas como las de Corongo). En ese pequeño pueblo, de difícil acceso, donde no hay cobertura para telefonía celular y suelen cortar la luz por las noches; el conocido artista plástico César Quispe Virhuez Quispejo montó una pinacoteca de lujo en el único gran colegio de la localidad (exhibiendo cuadros de pintores residentes en el extranjero, que que valían más que todo el presupuesto del gobierno local), los escritores donamos libros para la futura biblioteca municipal (que ya está en funcionamiento) y, ante un auditorio repleto, los estudiantes de secundaria interpretaron frente al dramaturgo Áureo Sotelo una de sus obras ante el entusiasmo general (pocas veces he visto la poderosa magia del teatro como en ese momento). El esfuerzo de llevar a casi cuarenta escritores peruanos se hizo no solamente por el esfuerzo del consistorio sino con la participación de toda la población que abrió sus casas y acondicionó dormitorios para los participantes. El dinero gastado durante ese evento, con seguridad, ha sido bastante menos que cualquier brindis de honor ministerial.

¿Adónde quiero llegar? Que en el Perú hay muchos más actores sociales que pueden involucrarse en las empresas de gestión cultural además del Estado o la empresa privada. Me refiero a gobiernos regionales y locales, organizaciones de la sociedad civil, colegios profesionales, universidades e incluso instituciones educativas (los colegios nacionales -y algunos privados- son un aliado estratégico, un territorio siempre amigo, un lugar aún indisputado por las grandes transnacionales). Gente más allá de la burocracia centralista. Quienes defendemos una cultura popular debemos ya tener nuestras propias redes, activar nuestros propios circuitos, generar nuestras propias dinámicas. Y hacerlo desde abajo.

No es pensar en pequeño, es realismo. Y no es apostar por una utopía sino invertir en experiencias que funcionan. Que otros esperen sentados la inauguración del Ministerio de Cultura, nosotros tenemos mucho que hacer.
Y el gran Quino, una vez más, nos lo señala clarísimo.







2 comentarios:

Paul Cañamero dijo...

deberías tocar el tema del negocio editorial. de cómo ahora escribir un libro es como preparar un gran buffet.

Anónimo dijo...

Aureo Sotelo... recuerdo haber interpretado a su personaje "El Doctor" de la obra teatral "Juguemos a la justicia", que hicimos en teatro escolar en 1984... los escolares de ahora escenifican "Scooby Doo"...