Sí, hoy hablamos de esa siempre actual –y siempre hastiante - discusión sobre “andinos y criollos” o “hegemónicos y excluidos” o el término binario que mejor le parezca.
Esta discusión –de la cual el congreso de Madrid fue solamente un capítulo- empieza a partir de la queja airada de muchos escritores contra las mafias y las argollas de los escritores limeños o pitucos, que se han adueñado de los medios y las estanterías y que boicotean inexorablemente el aporte de los escritores venidos del interior del país. Es decir, una élite engreída y malvada que publica merced a privilegios mientras manipulan los hilos editoriales y reproducen conductas racistas para seguir ignorando la creciente marea de escritores provincianos.
Por el contrario, la inmediata respuesta es esta: Los llamados andinos o excluidos son una caterva de fracasados y resentidos, losers que mascullan su rabia por no tener ante el público el éxito de otros. Incapaces de triunfar en el mercado, incapaces de ser leídos por los peruanos; crean sus fantasmas y se refugian en un victimismo llorón. En vez de aprender de sus paisanos músicos, que ya se han adueñado de las ondas y los espectáculos; esperan que alguien les dé la ayuda que su falta de excelencia –y exceso de mediocridad- les impide.
Bueno, he caricaturizado la vaina para ponerle pimienta a una discusión demasiado enfurruñada. Ahora sí meto mi cuchara:
-Sí, existe exclusión (me parece inaudito que escritores como Sócrates Zuzunaga o Cayo Vásquez sigan siendo poco más que clandestinos). Ahora bien: eso es algo normal en sociedades de democracia incipiente e incluso fallida, donde los prejuicios se adelantan a la información y donde los mecanismos de poder y dominación actúan casi con impunidad en un país de instituciones débiles, por no decir inexistentes. El que haya una minoría hegemónica y una mayoría de buenos escritores “invisibles” no es tanto por el egoísmo de los primeros como sí por la actual conformación de nuestra sociedad.
-El mercado editorial en el Perú es débil, invertebrado y muy irregular ¿Qué mercado del libro existe en un país donde éste es un virtual artículo de lujo, externo y lejano? ¿Qué tipo de mercado editorial tenemos en un país que no cuenta siquiera con una miserable red de librerías a nivel nacional y donde la mayoría de librerías en el Perú son más bien papelerías con bestsellers pirateados? ¿Qué mercado hay cuando la mayor parte de las editoriales nacionales se portan con los escritores de una forma leonina, casi venal, sabiendo que nadie les castigará? Mercado será la producción audiovisual (incluso, la informal) o la gastronomía, donde los capitanes de empresa la han sudado solitos y han generado una aceptación popular. Temo que (aún) no podemos decir lo mismo en el campo editorial.
-La excelencia por sí sola no gana batallas, no en el Perú. Que lo diga el gran escritor huanuqueño Andrés Cloud, cuya chispeante narrativa solo fue conocida cuando ganó –hace algunos años- el famoso premio cuentístico de una revista limeña. Sin embargo, lo peor que les puede suceder a los escritores del interior es que les suban al carro escritores mediocres o menores que esperan el chorreo de los consagrados. Y -aunque parezca sólo amor a la camiseta- yo tengo fé en los nuevos escritores que están surgiendo en varias ciudades del Perú.
Concluyendo: La exclusión en la literatura peruana existe pero no es producto de miserias privadas como sí de problemas sociales vigentes. Esos problemas se cristalizan en la debilidad del mercado como mecanismo de publicidad de los escritores (y más bien tienden a fortalecer las argollas) así como en la imposibilidad de una distribución más o menos uniforme de la producción literaria nacional. Además, en una sociedad predominantemente audiovisual, donde la oralidad es la base de la cultura popular y las nuevas tecnologías están revolucionando las dinámicas de información y de ocio; el campo literario tiene mucho menor margen de maniobra.
Sin embargo, creo que la solución no pasa por el ejercicio de la queja pública. Chau al muro de las lamentaciones. Los escritores tenemos que HACER ALGO.
Propuestas que podremos discutir en otro momento:
-Crear circuitos editoriales alternativos teniendo como base escuelas, institutos pedagógicos, colegios profesionales e instituciones públicas. En Chimbote ha funcionado una alianza entre escritores, libreros y colegios para que los escolares lean y conozcan autores de su región.
-Conseguir nuevos agentes financiadores del libro y su difusión, señaladamente hablamos de Gobiernos regionales y locales. Hay antecedentes muy positivos en Huánuco y Loreto.
-Que los escritores intenten constituir alguna asociación gremial que pueda proteger sus intereses como autores. Ya hay un ejemplo (minúsculo y aún poco difundido) como el del Gremio de Escritores del Perú; pero sabemos que hay homólogos regionales en provincias. Sería bueno que unificaran sus prácticas y se comunicaran mejor.
¿Se me ha escapado algo? Seguro, a ver, soy todo oídos…
Esta discusión –de la cual el congreso de Madrid fue solamente un capítulo- empieza a partir de la queja airada de muchos escritores contra las mafias y las argollas de los escritores limeños o pitucos, que se han adueñado de los medios y las estanterías y que boicotean inexorablemente el aporte de los escritores venidos del interior del país. Es decir, una élite engreída y malvada que publica merced a privilegios mientras manipulan los hilos editoriales y reproducen conductas racistas para seguir ignorando la creciente marea de escritores provincianos.
Por el contrario, la inmediata respuesta es esta: Los llamados andinos o excluidos son una caterva de fracasados y resentidos, losers que mascullan su rabia por no tener ante el público el éxito de otros. Incapaces de triunfar en el mercado, incapaces de ser leídos por los peruanos; crean sus fantasmas y se refugian en un victimismo llorón. En vez de aprender de sus paisanos músicos, que ya se han adueñado de las ondas y los espectáculos; esperan que alguien les dé la ayuda que su falta de excelencia –y exceso de mediocridad- les impide.
Bueno, he caricaturizado la vaina para ponerle pimienta a una discusión demasiado enfurruñada. Ahora sí meto mi cuchara:
-Sí, existe exclusión (me parece inaudito que escritores como Sócrates Zuzunaga o Cayo Vásquez sigan siendo poco más que clandestinos). Ahora bien: eso es algo normal en sociedades de democracia incipiente e incluso fallida, donde los prejuicios se adelantan a la información y donde los mecanismos de poder y dominación actúan casi con impunidad en un país de instituciones débiles, por no decir inexistentes. El que haya una minoría hegemónica y una mayoría de buenos escritores “invisibles” no es tanto por el egoísmo de los primeros como sí por la actual conformación de nuestra sociedad.
-El mercado editorial en el Perú es débil, invertebrado y muy irregular ¿Qué mercado del libro existe en un país donde éste es un virtual artículo de lujo, externo y lejano? ¿Qué tipo de mercado editorial tenemos en un país que no cuenta siquiera con una miserable red de librerías a nivel nacional y donde la mayoría de librerías en el Perú son más bien papelerías con bestsellers pirateados? ¿Qué mercado hay cuando la mayor parte de las editoriales nacionales se portan con los escritores de una forma leonina, casi venal, sabiendo que nadie les castigará? Mercado será la producción audiovisual (incluso, la informal) o la gastronomía, donde los capitanes de empresa la han sudado solitos y han generado una aceptación popular. Temo que (aún) no podemos decir lo mismo en el campo editorial.
-La excelencia por sí sola no gana batallas, no en el Perú. Que lo diga el gran escritor huanuqueño Andrés Cloud, cuya chispeante narrativa solo fue conocida cuando ganó –hace algunos años- el famoso premio cuentístico de una revista limeña. Sin embargo, lo peor que les puede suceder a los escritores del interior es que les suban al carro escritores mediocres o menores que esperan el chorreo de los consagrados. Y -aunque parezca sólo amor a la camiseta- yo tengo fé en los nuevos escritores que están surgiendo en varias ciudades del Perú.
Concluyendo: La exclusión en la literatura peruana existe pero no es producto de miserias privadas como sí de problemas sociales vigentes. Esos problemas se cristalizan en la debilidad del mercado como mecanismo de publicidad de los escritores (y más bien tienden a fortalecer las argollas) así como en la imposibilidad de una distribución más o menos uniforme de la producción literaria nacional. Además, en una sociedad predominantemente audiovisual, donde la oralidad es la base de la cultura popular y las nuevas tecnologías están revolucionando las dinámicas de información y de ocio; el campo literario tiene mucho menor margen de maniobra.
Sin embargo, creo que la solución no pasa por el ejercicio de la queja pública. Chau al muro de las lamentaciones. Los escritores tenemos que HACER ALGO.
Propuestas que podremos discutir en otro momento:
-Crear circuitos editoriales alternativos teniendo como base escuelas, institutos pedagógicos, colegios profesionales e instituciones públicas. En Chimbote ha funcionado una alianza entre escritores, libreros y colegios para que los escolares lean y conozcan autores de su región.
-Conseguir nuevos agentes financiadores del libro y su difusión, señaladamente hablamos de Gobiernos regionales y locales. Hay antecedentes muy positivos en Huánuco y Loreto.
-Que los escritores intenten constituir alguna asociación gremial que pueda proteger sus intereses como autores. Ya hay un ejemplo (minúsculo y aún poco difundido) como el del Gremio de Escritores del Perú; pero sabemos que hay homólogos regionales en provincias. Sería bueno que unificaran sus prácticas y se comunicaran mejor.
¿Se me ha escapado algo? Seguro, a ver, soy todo oídos…
ACTUALIZACIÓN: Como odio la discusión a solas, sugiero también leer el texto (y el blog) de Federico Villarán, lleno de ironía, mala leche y mucha verdad. Asimismo, pásense por el sugerente texto del escritor chimbotano (¡cómo no!) Roger E. Antón Fabián, con nostalgia de la buena. Ah sí, también los inefables comentarios de Faverón, Paolo de Lima y quien será -malgré lui- un habitual en esta casa. Que nadie me llame sectario, porfa.
3 comentarios:
Se te escapó las blogósfera. Quipu hizo algo de bulla. Cada crítico podría tener su propia versión. Digo "cada crítico" porque un blog puesto por un grupo de escritores que se publica a sí mismo, como que no tendrá credibilidad.
Sí, el problema es que yo soy muy neófito en esto de las nuevas tecnologías. A veces creo que los blogs literarios pudieran hacer algún tipo de foro de debates o proponer algún tipo de campaña en común por la defensa de los escritores frente a los abusos de las editoras o la desidia del Estado (en el año pasado se montaron campañas contra Bákula o el cierre de Radio Caracas). Pero a veces creo que el blog, pese a su tremenda difusión, sigue siendo una empresa individual, un proyecto muy personal. Otro problema es la difusión y uso masivo de internet en el Perú, que es bastante limitado y suele generar que las temáticas se inclinen fundamentalmente hacia un público "más integrado". osea, Lima.
No tengo cifras sobre la penetración de Internet en el Perú, pero al ojo te digo que está bien avanzado. Trabajo con una fuerza de ventas que está en casi todo el país, y los que no tienen una cabina a la mano es porque están de verdad lejos (Juanjui, por ejemplo) o no saben manejar el buzón electrónico y se están haciendo los locos (que no sería una problema en este asunto, porque el público sería principalmente universitario).
Esto de los blogs ciertamente es algo muy personal, como lo puede ser una columna en una revista. En fin de semana me enteré en la columna Rafo León que hay experimentos que sí funcionan de reforestación y captación de agua de neblina. Una columna no evita la desertificación, pero algo ayuda.
Yo tampoco sé mucho de esto de los blogs, pero algo he ido aprendiendo. Si tienes alguna pregunta, pásame gallardoleon@gmail.com, de repente encuentro la solución.
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