lunes, 24 de marzo de 2008

El racismo nuestro de cada día




Bueno, llego un poco tarde al debate que se ha generado en torno a la importancia del racismo en el Perú. Todo esto vino a partir del libro de Jorge Bruce, en la cual el autor sostiene que la práctica del racismo es generalizada, interiorizada y consolidada en las entrañas de nuestro lazo social. El racismo es una práctica que atraviesa casi todo el espectro de los peruanos. Por el contrario, Martín Tanaka señala que, en nuestros tiempos, el racismo ha perdido legitimidad en los nuevos sujetos populares que ya han dejado de sentirse discriminados y no reconocen el factor étnico como medida de jerarquización. Por un lado hay un énfasis en el racismo como un rasgo de cotidianidad social. Por el otro, ser más cauto ante el avance de nuevos sectores sociales que se apropian de espacios y símbolos y para quienes el racismo no tiene cabida en su mentalidad emprendedora.

Bueno, tiro mis piedras.

-Si bien soy profundamente desconfiado de las interpretaciones psicoanalíticas de los sujetos sociales, eso no es óbice para estar de acuerdo con Bruce en reconocer la importancia radical del racismo como práctica habitual para la mayoría de los peruanos. Una importancia que marca gran parte de nuestra identidad y nuestra concepción de país.

-La modernización y emergencia de los nuevos sujetos sociales es algo inobjetable que ha cambiado el perú; pero no ha traído necesariamente una mayor democracia ni una mayor tolerancia. Los nuevos peruanos han conquistado el mercado musical, pero ellos no determinan la política de los medios de comunicación. Como muy bien lo estudió Pedro Pablo Ccopa, hay mucho más moteles y mayor laxitud para disfrutar el sexo, pero eso no ha significado una disminución del machismo. Por el contrario, la violencia de género se practica a niveles espeluznantes. ¿Por qué tendría, pues, que disminuir el racismo?

-En una sociedad tradicionalmente discriminadora, sin instituciones ni mecanismos que hayan garantizado los derechos más elementales, con una democracia de juguete y bajo un sistema capitalista que ha terminado de imponer la ley de la jungla en todo el país ¿Es de extrañar que el racismo disminuya? Buena parte de la construcción de este nuevo mestizaje se produje, como dice el Morsa, porque los peruanos no tenían otra. Más que una apuesta esperanzada de integración fue una apuesta defensiva de supervivencia en un miedo hostil de escasez. Una apuesta no exenta de prácticas autolacerantes como el sepultar su lengua materna ante su familia y terceros.

-Y lo que hay ahora es una reproducción de prácticas racistas en espacios populares, supuestamente más abiertos y democráticos. El que tiene más plata “cholea” a su inferior. El liberalismo a lo salvaje te acostumbra a mirar tus semejantes más como competidores que como iguales y ha promovido una cultura discriminadora con el que menos tiene. El racismo se apoya y atraviesa profundamente la pirámide social donde los más vulnerables son los que pagan pato. Un ejemplo claro es la forma como se explota a las trabajadoras del hogar en zonas populosas de Lima, allí –lejos de construir algún tipo de lazo- la trabajadora tiene muchísimo menos derechos de los pocos que conserva en las zonas adineradas.

Desde la literatura hay una huella profunda del racismo y, más que textos integradores, lo que abunda es la crítica airada al racismo como nuestra conducta habitual. Paolo de Lima hizo una selección extraordinaria de textos de literatura peruana reciente donde el racismo (a veces solapado, a veces confeso) está presente con cruel perseverancia. En esa ruta, yo sólo les dejo con un extracto de La Ciudad de los Culpables, de Rafael Inocente (Zignos, Lima 2007).

Ahora la tengo frente a mis ojos. Excluida del mundo. Sola. No me mira directamente.

La obediencia inculcada en su alma desde los primeros años otorga a sus gestos ese aire de sumisión y respeto que guardan las mascotas bien educadas con sus dueños (…)

-hola ¿por qué tan tarde? –pregunto, intentando con el tono de voz darle algo de confianza. Sé bien que las empleadas domésticas salen los domingos más temprano que otros días.

-Es que la señora me mandó al mercado. La señorita quiere comer pescado y por aquí no venden fresco –responde con evidente temor, disimulando mal una vergüenza que no logro comprender. Otea la avenida abarcando todo lo que iluminan sus hermosos ojos de vicuña y a lo lejos reconoce el microbús al que deberá subir. (…) El micro sofrena y el cobrador –de la misma condición social, del mismo color de pie- mirándola con una mueca insolente de desprecio y deseo, la tira del brazo para que suba más rápido mientras el chofer arranca en tercera. Apenas si nos despedimos. No me queda más que lanzar un salivazo a la tierra muerta, mirando con rabia el gesto artero del cobrador que grita ¡Habla jugador, vas vas! En ese instante detesto profundamente a las combis, a los choferes de combis, a los cobradores de combis, a la música que pasan en las combis, al rebaño servil que permite el abuso en las combis…


Con estas reflexiones, les recuerdo que estamos en la Semana contra el Racismo que vienen impulsando diversos colectivos. Como broche de oro, el domingo 30 se realizarán actividades por el Día Nacional de la Trabajadora del Hogar (Efectivamente, aunque no lo crean, las empleadas domésticas tienen su día) en La Casa de Panchita. Todo el mundo está invitado.

Que esta semana nos haga más tolerantes y pensemos cómo rayos combatir el racismo, uno de los principales problemas de nuestra sociedad.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Javier, hablemos a calzón quitáu:

El prejuicio racial es un juicio previo a la experiencia acerca de una persona, de quien se recela por pertenecer a un grupo determinado sobre el cual se poseen determinadas creencias o estereotipos. ¿Eso sucede en nuestro país? Dicen que el peor racista es el propio cholo y creo que es muy cierto.

"El problema del blanco", debió haber denominado Mariátegui el brillante capítulo de Los Siete Ensayos: los indios no son problema, por el contrario, constituyen la base para ser una NACIÓN LIBRE, pero ello no pasa por la educación ni la salvación del alma ni por cuestiones morales: es una lucha de caracter económico, social y político.

Una verdad rotunda como un zapallo:

El "hombre blanco", así entrecomillado, no dejó de hablar del hombre cuando simultáneamente lo asesinaban dondequiera que sea, en África, Asia, América u Oceanía.

Más de 20 millones de negros fueron arrancados de las selvas africanas para ser esclavizados, 12 millones (según los más optimistas) de amerindios murieron debido a la invasión europea (carnicería, enfermedades) y en Oceanía (Australia, Nueva Zelandia y las islas) los pocos maoríes o nativos que quedan están confinados en reservas: ETNOCIDIO es lo que se cometió con las poblaciones autóctonas en donde "el hombre blanco" pisó tierra e implantó su sucio dios cristiano.

Pero además, los japoneses durante la guerra sinojaponesa mataron en pocos años a más de 10 millones de chinos, violaron a sus mujeres para "purificarlas", los gasearon y masacraron con total ferocidad y saña.

¿Y Ruanda? Millones de muertos por un conflicto generado por el colonialismo belga, al preferir a los tutsis y despreciar a los hutus; podríamos seguir pero empiezo a sentir náuseas.

El racismo es una corriente de pensamiento que incluso pretende bases científicas (Gobineau, Chamberlain, la sociobiología de Wilson, etc.)traficando con la supervivencia del más apto del buen Darwin; aquí en Perú hay colegios que llevan nombres de racistas notables como A. Deustua, Clemente Palma, Ricardo Palma.

Dice Denegri que el racismo es natural; no ser racista es más bien una actitud CULTURAL, aprendida,tolerante.

Más allá del burdo estereotipo de belleza aria que propalanlos anuncios comerciales de cuanto producto pueda ser vendido, más allá de aquella vieja sentencia de muchas viejas putonas que pululan cada domingo a las doce después de la misa, hijita, tienes que "mejorar la raza", empujando a la niña al emputecimiento, más allá de los archiconocidos, es bonita pero trigueña, en el Perú las clases dominantes que se suceden cada cinco años en el poder están conformadas por un grupete de blanquecinos funcionales al Imperio.

Ahora, en pleno clímax de globoidiotización, no olvidemos que en el Perú se dieron hace poco medidas de caracter eugenésico a las mujeres de los segmentos más pobres del país, el ejército aplicaba inyecciones y ligaban trompas como parte de una campaña sistemática que emanaba del propio Estado peruano.

Por otro lado, tengamos en cuenta que un proceso de desnutrición crónica que ya lleva siglos produce CAMBIOS EN LA EXPRESIÓN DE LOS GENES, en palabras simples, un pueblo DESNUTRIDO POR SIGLOS, agachado en la mita y el obraje, envilecido por el alcohol y el catolicismo, despojado de su lengua y sus dioses, un pueblo colonizado y desorganizado políticamente no tiene mucho futuro sobre esta tierra.

Perdona el pesimismo, pero es mi particular percepción del estado de las cosas.

En círculos científicos, se habla ya de una PSEUDOESPECIACIÓN del Homo sapiens, por los cambios bioquímicos y genéticos que ocasionan las carencias nutricionales propias de la miseria y la pobreza en los países colonizados.

Rafael Inocente

Anónimo dijo...

Cada vez que alguien trata de iniciar una discusión sobre el racismo en el Perú, la discusión degenera en lo anecdótico, donde cada quien parece que sólo desea contar alguna vivencia racista, donde aparece como víctima o testigo, pero nunca como actor. Curioso, pues creo que es imposible negar que todos tenemos algo de racista, difícil escapar a un uso social tan extendido.
El único aporte que se me ocurre, para desterrar el racismo, es partir de la misma definición de "racismo". Si uno analiza el racismo como teoría, cómo y en qué contexto se originó, quienes lo defendieron y cuáles son las teorías racistas en la actualidad (y de paso, repasar un poco de genética), verá que el racismo (esto es, la aseveración de que ciertas características mentales y de personalidad son propias de determinadas etnias, por ejemplo, el blanco intelectual, el negro flojo y el indio indolente) carece de cualquier sustento científico, y que en la realidad, se puede constatar que en cada etnia hay de todo, desde el sensible poeta hasta el bruto violador de menores.
Una vez desenmascarado el racismo, despojado de cualquier sustento (o peor aún, del peligroso "puede ser"), es más fácil atacarlo en quienes lo ejercen. Es decir, en uno mismo.

javier dijo...

Rafael:

He intentado aterrizar el problema del racismo a un problema de una sociedad donde los sectores vulnerables no tienen instituciones ni recursos para revertir el discurso legitimador y reproductor del racismo. En ese sentido sigo siendo pesimista. Pero si se diera un cambio cualitativo en la administración del poder que genere nuevas dinámicas más independientes para el gureso de los discriminados sería más optimismo.

Anónimo:
Temo que la labor educativa de desenmascarar al racismo no es suficiente. La realidad, la cruel realidad, rezuma y propagandiza discursos y prácticas racistas todos los días y por los cuatro costados al punto que, como tú dices, todos terminamos por tener algo de racistas. En fin ,todos siempre tenemos a alguien por debajo de nosotros a quien cholear impunemente. Repito, impunemente.

Anónimo dijo...

Por supuesto que no basta con desenmascarar al racismo. Ni siquiera Mariátegui se libró del estigma: en su ensayo sobre El problema del indio, refiere que los negros solo trajeron atraso y superstición. Y tanto Marx como Engels creían de buena fe que lo mejor que le podría pasar a los mexicanos era ser absorbidos por los gringos.

¿Cómo es que estos hombres, de pensamiento tan avanzado, pudieron sostener ideas tan retrógradas? Justamente, por que la ciencia de su tiempo, que recién principiaba a entender los mecanismos de la evolución, no podía dejar el panorama clasista de la epoca. Aceptaban que el hombre descendía del mono, pero no que todos los hombres eran iguales. Y la teoría de la evolución fue malamente utilizada para justificar la desigualdad. Se argumentaba que del mono descendía el negro, luego el asiático, luego el indio y en la cúspide, el blanco. Por tanto, el colonialismo y la esclavitud se justificaban, puesto que la naturaleza "demostraba" que habían razas superiores e inferiores.
Luego de la barbarie nazi, ser racista dejó de ser políticamente correcto. Nadie lo admitiría abiertamente. Pero si escuchas con atención, todo el mundo tiene una justificación para ser racista, y siempre esta justificación se basa en criterios seudocientíficos. Humala hablaba de mayorías étnicas como factor determinante para establecer cuotas de poder. Todo eso sonaba muy técnico, pero no es más que racismo enmascarado, supuestamente reinvindicativo.
Actualmente, un ex premio Nobel de genética lanzó la afirmación de que había encontrado diferencias genéticas entre negros, blancos y asiáticos, según las cuales los negros eran los menos inteligentes de estos grupos étnicos. Todo ello envuelto en cifras y medidas "objetivas". No me lo creo, pues no existe teoría racista que no lleve a la conclusión de que la raza superior es la raza blanca.

Una cosa más, señor Garvich. Me parece que cuando usted considera insuficiente la educación (el conocimiento) como base para atacar el racismo, cae usted en una postura racista. Es como decir que somos tan brutos como pueblo que no podemos librarnos de nuestros defectos y esquemas mentales errados. Cae en lo anecdótico, como ocurrió hace poco en otro blog. Un poco de fe en la gente no le vendría mal.

javier dijo...

Anónimo:
Buena parte de mi trabajo es con colegios de zonas populares donde intentamos que nuestros niños y adolescentes sean más asertivos. Fé no es lo que me falta. Pero temo que ya que las raíces del racismo en el Perú son muy profundas, pues la solución vendrá de medidas radicales (es decir, de raíz). Por eso hablaba de modificaciones en la gestión del poder que consoliden instituciones garantes de derechos o incluso que promocionen discriminaciones positivas. Algo que en otros paises es lo más normal del mundo, pero que en el Perú a muchos les sonaría a fundamentalismo.

¿Usted se imagnia que el gobierno regional del Cuzco o de Puno imponga un plan de normalización lingüística que premie a instituciones y colegios donde se promueva el quechua o el aymara, promocione colegios donde todo se enseñe en runa simi?¿O que la región de Ucayali decida que los altos funcionarios públicos de la región deben saber shipibo conibo o alguna otra de las lenguas amazónicas de la comunidad? No sería necesario ser Alditus o Althaus para que motejaran esas iniciativas con los peores adjetivos posibles. Más bien ¿Tiene usted fe en la necesidad de esas medidas "de raíz"?

Anónimo dijo...

El problema con las discriminaciones es que, por muy positivas que sean, no dejan de serlo. El caso que se me viene a la mente es el de algunas universidades norteamericanas, en las que los alumnos pertenecientes a "minorías étnicas desfavorecidas" tienen ya puntos extra en los exámenes, dizque para nivelarlos con los estudiantes WASP (los blancos anglosajones protestantes). Digo yo, ¿alguien en su sano juicio contrataria a un egresado universitario a quien le han regalado la carrera?
Igual creo (creo, no soy experto) pasa con ciertas lenguas: que dejan de hablarse, por una razón u otra, y ni todos los esfuerzos del mundo las volverán a la vida. Ni el latín ni el sánscrito son lenguas nacionales de ningún lugar. Ya puestos, ¿por qué no premiar a las escuelas que enseñen en muchik, puquina o lo que sea que hayan hablado los mochicas, los nazcas, los chinchas o lo guarcos? ¿Cree usted que eso contribuiría de alguna manera a combatir el racismo?
Creo mas bien que el racismo debe combatirse en su bastión, que en buena cuenta es la ciudad de Lima.
Otra medida que considero factible es abandonar el victimismo, redescubrir la verdadera historia: que los españoles no podrían haber conquistado el incario sin la ayuda de otros pueblos autóctonos que estaban más que hartos de los incas, que luego de las guerras de conquista gran parte de la nobleza indígena conservó sus beneficios, que Paullu Inca fue el último inca reconocido como tal y que firmó la paz con los españoles... Aunque parezca reaccionario, pero creo que es con la República que realmente se genera el estado de postración del indio, con las nuevas leyes que desconocíeron muchos privilegios que estos ya tenían... recuérdese que Tupac Amaru II era un próspero negociante, que su insurrección involucró más caciques que otra cosa, y que en esa época podía existir un Brigadier llamada Mateo Pumacahua... pero dígame si hubo altos oficiales indios durante la República.
Creo que conociendo (y discutiendo) estos datos, que no suelen enseñarse en la escuela (que nos enseña una historia derrotista y acomplejada, donde 50 españoles conquistan un imperio), podemos encontrar una imagen más realista y digna de lo que somos, de lo que hemos perdido y de lo que podemos ser.

javier dijo...

Al anónimo de las 23:46

Por partes:

1-En su momento, la discriminación positiva (DP) significó un elemento de movilización social de la comunidad afroamericana, cumplió su objetivo. Ahora, la sociedad es distinta y la DP nos resulta tan anacrónica como el lenguaje "políticamente correcto" (otra conquista de aquellos años).

2- Mi experiencia en España me ha enseñado que lenguas minoritarias, cuyos usuarios se contrajeron fuertemente en él último medio siglo, pueden "resucitar" y regresar al habla cotidiana. Así ha sido con el euskera y el catalán gracias a más de veinte años de políticas de normalización lingüística impulsadas por los gobiernos autonómicos. Lo que era considerada una lengua rural ya desfasada hoy se habla con naturalidad en las calles de Barcelona o en las tabernas de San Sebastián (o Donosti, como dicen los vascos).

3-Sería hermoso que en los colegios se enseñara puquina, muchik o alguna lengua amazónica. Más allá de su uso práctico, aprender una lengua es acceder a otro universo de contenidos y sensaciones. Como lo dijo Wittgestein "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi propio mundo".

4- Tienes razón en abandonar el victimismo y atacar al racismo en donde es más fuerte. Aunque para eso es necesario cambios básicos en la gestión y control de poder, es decir, cambios políticos fundamentales. Y no sé si nuestra clase polítca esté a la altura de las circunstancias.

Anónimo dijo...

1.- Reconozco mis limitaciones en cuanto a conocimientos históricos. Supongo que, en caso de proponer una política de discriminación positiva, habría que precisar todos los detalles del caso. Recuerdo algo similar, los creditos chicha para agricultores y el vaso de leche en algunos distritos de Lima. En el primero, la plata fácil sirvió en muchos casos para juergas y gastos supérfluos. En el vaso de leche, un reportaje de televisión nos mostró a profesionales con carro y estudiantes de colegio particular haciendo cola para tomar su vaso de leche gratis.

2.- Sobre el uso de las lenguas "minoritarias", creo que debemos tener en cuenta que lengua, además de hablada, implica (al menos en nuestro contexto) escribirla. Nota que la industria editorial peruana en castellano no es muy boyante que digamos. Sin el apoyo de novelas, cuentos y textos variados en otras lenguas, dudo que pueda repotenciarse su uso.

3- Nuevamente, me viene a la mente la implementación y el costo, y quien lo asume.

4.- Recuerdo que en los 70 y 80, historiadores como Heraclio Bonilla ya empezaban a cuestionar la historia oficial. Igual hizo después Maria Rostorowski. Y los descubrimientos arqueológicos que vienen sucediéndose evidencian un pasado más complejo del que se creía, no solo del Perú precolombino, sino incluso del virreinal.
Sin embargo, los peruanos hemos vuelto a dispararnos a los pies: eliminamos el curso de historia en los colegios, y lo hemos refundido en algo de nombre anodino y espantoso, "personal social".