Hace unos días murió Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura del 2006, uno de los más grandes dramaturgos del siglo XX y uno de los críticos más agudos de nuestra (pos) modernidad.
Uno de los grandes, qué coño.
Aquí parte de su testimonio artístico:
"La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la encuentra del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. Claramente, es la búsqueda lo que motiva el empeño. Tu tarea es la búsqueda. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en la oscuridad, chocando con ella o capturando una imagen fugaz o una forma que parece tener relación con la verdad, muy frecuentemente sin que te hayas dado cuenta de ello. Pero la auténtica verdad es que en el arte dramático no hay tal cosa como una verdad única. Hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan la una de la otra, son ciegas a su mera existencia. A veces, sientes que tienes durante un instante la verdad en la mano para que, a continuación, se te escabulla entre los dedos y se pierda."
Y aquí parte de su testimonio político:
"¿Cuánta gente tienes que matar antes de ser considerado un asesino de masas y un criminal de guerra? ¿Cien mil? Más que suficiente, habría pensado yo. Por eso es justo que Bush y Blair sean procesados por el Tribunal Penal Internacional. Pero Bush ha sido listo. No ha ratificado el Tribunal Penal Internacional. Por eso si un soldado o político americano es arrestado, Bush ha advertido que enviaría a los marines. Pero Tony Blair ha ratificado el Tribunal y por eso se le puede perseguir. Podemos proporcionarle al Tribunal su dirección si está interesado. Es el número 10 de Downing Street, Londres".
Y acá su testimonio ético:
"La tortura supuestamente no existe porque un acuerdo internacional la prohíbe. Ahí termina el debate. Está prohibida, por lo tanto no existe. Hay una tendencia a olvidar a la gente que es torturada cuando está detenida. ¿Qué les sucede? Si salen, pueden quedar lisiados. O se mueren. A la gente no le importa demasiado. Turquía es una vergüenza. El gobierno y los militares en Turquía son una vergüenza. Pero pienso que el apoyo que reciben, como el de Estados Unidos y el del Reino Unido, es una vergüenza aún mayor porque gira en torno del comercio. Les vendemos armas y les acordamos créditos para mantener a los torturadores. Lo que sorprende es que Turquía tiene el mayor número del mundo de periodistas perseguidos. Si un periodista dice que los kurdos son gente inteligente e íntegra, comete un delito y es acosado. Mientras hablamos hay una persona que irá a prisión en Turquía por decir que un jefe kurdo es respetable. A la gente sólo se le permite decir que el kurdo es un terrorista".
El Kurdistán se parece muchísimo al Perú. Y no solo geográficamente. Siempre he creído que el drama del pueblo kurdo (un pueblo histórico sin Estado -con iguales pergaminos que el pueblo palestino- engullido por cinco países) es muy parecido a la tragedia peruana (una guerra interna por una comunidad virtualmente sin Estado real, con pueblos subversivos -y virtualmente icários- sin ningún respaldo internacional). Es decir, un escenario de impunidad de los poderosos bajo la indiferencia mundial y con un montón de muertos de por medio.
El deceso del -también virtual- camarada Pinter tiene mucho que ver con otro dramaturgo peruano recluido casi a cadena perpetua: Víctor Zavala Cataño, padre del teatro campesino en el Perú y de quien, posiblemente, solamente oiremos hablar en la hora de su muerte (lo siento, pero no hay reseñas decentes de él en internet, habrá que hacer una). Testigo de excepción de una generación de dramaturgos que no solamente criticó un stablihment cotidiano, sino fue capaz de crear un teatro popular, alternativo y -para muchos- hasta revolucionario . Un teatro que salió a las calles, que se presentó en las fábricas, que tuvo su casa en los sindicatos, que nunca se inmutó de mancharse los zapatos frecuentando los pueblos jóvenes y los asentamientos humanos.
Sí señores, en una época éramos una potencia mundial del teatro, cuando todas las facultades universitarias y los institutos pedagógicos tenían talleres y grupos de teatro, cuando todos nos fuimos a las plazas, las escuelas y mercados, cuando los encuentros nacionales de teatro eran multitudinarios y los grupos tantos que los festivales terminaban hasta bien entrada la madrugada (y sin chupar). Cuando, alojados en las aulas de algún colegio de provincias, comiendo con los cupones del comedor universitario y haciendo presentaciones en las estaciones de autobuses, hablando y aprendiendo con la gente común, los teatristas nos creíamos emperadores del universo.
Un teatro que, desgraciadamente, desapareció entre la hiperinflación del primer alanismo, la guerra interna y la zarpa artera del fujimorismo.
La muerte de Harold Pinter es la muerte de un tipo de teatro que se nutría de la crítica al poder, de un teatro político por excelencia, de un teatro que -sin ser panfletario- decía las cosas por su nobre y mostraba los conflictos a la luz de todos. un teatro para pensar, un teatro para indignarse, un teatro para luchar.
A ver si seguimos haciendo realidad la condena histórica de Pablo Macera:
"Un país que convierte en héroes a quienes quieren salvarlo: es decir, los mata".
Que el Perú del 2009 no mate a sus artistas, que los artistas de hoy se pongan las pilas y se atrevan a disputarle parcelas al poder, un teatro que le diga al gobierno fascista, fascista. Que desde las calles no se se hable de chacotas, racismo y bromas fáciles sino que se grite, se digan cosas auténticamente prohibidas, nos atrevamos a lo no permitido. ¿Acaso eso no es el corazón y la esencia del teatro?
Como dicen los viejos teatristas, ...Mierda, mierda!!Y aquí un texto de lectura obligatoria, el discurso de Harold Pinter cuando recibió el Nobel. Como siempre, diciendo al pan, pan y al vino, vino. Compáralo con lo que dicen nuestros intelectuales de entrecasa.
Un grande, nada marginal, totalmente actual.
Y como se decía en mis tiempos, honor y gloria
lunes, 29 de diciembre de 2008
Mi amigo, el del teatro (tardío homenaje a Harold Pinter)
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miércoles, 24 de diciembre de 2008
REFLEXIONES NAVIDEÑAS (escritas bajo la lluvia de cohetones en plena Nochebuena)
El clima artificial de fraternidad y bonhomía por lo general sirve para que los gobiernos guarden bien la ropa sucia y ultimen grotescos espectáculos que contribuyen a la proverbial alienación de los mortales.
Sin embargo, no todo es opio. Hay una convicción de creer. Y es una convicción positiva. En un país sin instituciones, donde rige la ley de la selva y las desdichas gobiernan en la mayor parte del año; el creer en fantasmas detrás de la nubes y en narraciones mitológicas es explicable y hasta saludable, porque abren al ciudadano un horizonte de vida mejor y le proponen un código alternativo de conducta. El espíritu religioso puede legitimar tiranías, pero también hace la vida más soportable y propone un margen de humanidad en un sistema que vive de negarla. Por eso, desde que el mundo es mundo, la religión ha formado parte de nuestra cotidianidad y por eso la navidad pervive incluso en las sociedades más laicas y tecnocráticas. La religión se confunde con ese otro atavismo comunal que se llama tradición.
La tradición es la narración de la memoria y su persistencia. La tradición existe porque hay ganas de recordar nuestros orígenes y conocer nuestras raíces. La tradición es un rito que quiere decirnos quienes somos y a qué pertenecemos. Y, mientras no seamos todos lobos esteparios, todos queremos saber de dónde venimos y a quién nos debemos.
Claro, todo esto choca con el espectáculo del consumismo descarado y las celebraciones de apariencias y mentiras. Pero ¿acaso no se vive el mismo clima en las fiestas patrias en el que se exhibe una peruanidad ficticia e hipócrita?¿Acaso eso no sucede en nuestros cumpleaños cuando hasta nuestros enemigos nos desean parabienes? ¿Es posible acaso una ceremonia sin doblez ni oportunismo, ni farsa?
Pero quizá porque los ritos y las ceremonias, pese a su protocolo y etiquetas, son espacios distintos y excepcionales de la inmanente cotidianidad, son fechas donde puedes hacer algo que no lo sueles hacer el resto de los días. Hasta la ceremonia más seria y reglamentada guarda en sí una esencia carnavalesca: "hoy harás lo que no has hecho en todo el año, te estará permitido, lo podrás repetir cuando quieras y te aplaudirán por ello".
Por eso, ahora mi calle está que hierve de metralla, fuegos artificiales y pólvora festiva. Hoy la gente puede volarse los dedos con cohetones y ratablancas ilegales. Está permitido festejar así, porque -salvo año nuevo- no lo volverás a hacer. Eso le da sentido al resto del año que, seguramente, estará plagado de infelicidades y tropiezos. El rito, pues, te ayuda a seguir viviendo.
Este blog os desea un feliz solsticio de invierno, acontecimiento astronómico que dio pie a todo esto. Aquí una genial explicación.
ah, y salud!!
*La foto, de este estupendo blog.
lunes, 22 de diciembre de 2008
EL OCASO DE LA CUMBIA (post musical, youtubero y vacilón, va por las Fiestas)
Sí, hoy hablamos de música y vacilón ¿Qué pasa? La cultura popular también es eso. Y la literatura también, que no todo va a ser hablar de premios Copés y Varguitas haciendo footing. Y, para variar, vengo de aguafiestas.
Este año que termina ha coronado a la cumbia norteña, con la cual ha bailado (y cantado, y chupado) casi todo el país. Por encima de la mafia musical de Miami, la cumbia pituca, , el movimiento reggaetonero, la salsa chalaca o las divas folklóricas (me parece ocioso acá citar géneros recontraminoritarios como el rock peruano, el jazz nacional o los restos de nueva trova limeña); hoy lo que manda es el Grupo 5, los Hnos Yaipén, los Karibeños y otros émulos del Sólido Norte, al punto que encontramos cierta lógica que éstos se hayan convertido en la banda sonora del segundo alanismo.
Sin embargo, aviso, ese esplendor ya toca a su fin. ¿Por qué? Por esa maldición de gran parte de la música comercial peruana: la virtual ausencia de creadores.
Hace unas semanas en
Y es que crear es algo complicado, implica inteligencia, arte, dedicación y cierta independencia moral. No es algo que abunde así nomás. Lo que sí encontramos en todas partes son plumas mercenarias, copiones profesionales, bragados mermeleros y mucho mediocre. Eso termina hundiendo no solamente nuestra presencia a nivel global sino –a la larga- liquida la durabilidad y trascendencia de incluso nuestros géneros más exitosos.
Para nuestra cumbia norteña hubo un momento rompedor (basado en la reutilización de la antigua cumbia tropical peruana) que dio cuenta de notables productos, gracias a la creatividad de todo un señor llamado Estanis Mogollón (autor, por ejemplo, de ésto). Luego de la breve primavera, nuestros grupos bandera de cumbia tuvieron que buscar cómo mantener el éxito del género. Podían haber intentado crear más, buscar temáticas y sensaciones distintas al manido tema de “adiós maldita, te dejo pero te amo” que machaconamente se repite en varios hits. Pero se echó mano de lo más fácil y eso fue buscar otras versiones de lo mismo. Así se adaptaron descaradamente viejos éxitos del Puma Jose Luis Rodriguez , hits de la canción romántica italiana de los años setenta o se copió sin roche este conocido tema mexicano (cuya agresividad machista alcanza niveles que el Perú no se dan, quizá de ahí el morbo y el vacilón).
Pero el año se acaba, viene el verano y el público inicia un nuevo ciclo de consumo (vieja ley de la música comercial: todo tiene su plazo, no puedes continuar indefinidamente dando lo mismo). Y el resultado ha sido volver a copiar, y esta vez se ha echado mano de viejos y recientes éxitos de la música andina, tanto en su vertiente tradicional como en la más pop. Así, se ha cumbambiado –valga el neologismo- tanto un éxito del malogrado autor ayacuchano Paul Trejos como este bombazo del chichafolk peruano.
Pero lo que me ha puesto los crespos hechos es la adaptación morbosa y simplona de un viejo (y entrañable) taquirari del oriente boliviano, El sombrero de Saó, masacrado a conciencia por nuestros exitosos grupos y convertido en este nuevo superhit. Si revisan los comments del youtube es explicable las airadas protestas de los internautas del altiplano que ven cómo el Perú de Alan les roba y degrada pedazos de la cultura de un país que está ahora en pleno auge nacionalista (para bien y para mal, porque allí se bronquean por la versión punkcruceña de la mencionada canción).
Como ahora esa música llenará todas las macrodiscotecas y fiestones de fin de año, los profesionales del género están felices. Pero no se fijan en que no hay síntoma más claro del ocaso que la recurrencia casi mecánica a la copia y a la segunda mano. La inspiración –que en algún momento la hubo, al elegir las canciones por ejemplo- ya se acabó, ahora solo queda meterle metales, bongós y coreografías a lo que venga.
No siempre fue así. Ahora en el Centro Cultural de San Marcos podemos ver una extraordinaria exposición sobre el folklorismo de masas en el Perú, aquella aventura entre artesanal e industriosa, en parte telúrica y en parte oportunista que terminó levantando la música popular en primer plano y cambiando definitivamente el ecoambiente sonoro de este país.
El desprecio por la creación y la apuesta por la adaptación fácil no son algo gratuito. Se relacionan claramente con la ruina de nuestro sistema educativo y el desdén del Estado, las clases dominantes y sus poderes fácticos por la cultura: Un país donde se valora más la construcción de una autopista por encima de la infraestructura universitaria y el patrimonio arqueológico, donde bibliotecas o museos son vistos y usados como salas de banquetes y conferencias, donde la tacañería del Estado convierte a encomiables profesionales de la cultura en víctimas vulnerables, donde se censuran creaciones con total impunidad, donde a la hora de crisis se evidencia que la cultura es la última rueda del coche. Eso es lo que hay.
En ese país ¿es de extrañar que hasta sus músicos más exitosos terminen plagiando? Es más ¿es de extrañar que a amplias masas les guste disfrutar de plagios atroces y adaptaciones baratas?
Total, como los chilenos han terminado copiándonos, no pasa nada, nos sentimos chéveres y en las nubes. Chupa nomás y seguimos bailando.
Y no es justo para un género que ya se ha ganado un nombre propio.*La imagen, sacada de una preocupante noticia de carabayllo.net
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viernes, 12 de diciembre de 2008
Políticas culturales desde arriba y políticas culturales desde abajo
El sociólogo Santiago Alfaro, en un blog que se renueva menos aún que el mío, señala la necesidad de una financiación mixta a la cultura, que combine la inversión estatal cualificada (fondos nacionales), la exoneración de impuestos a las inversiones privadas en cultura así como una novedosa ley de mecenazgo: “Lo ideal no es optar por el financiamiento privado o público sino por ambos. Una manera de hacerlo es la formulación de fondos nacionales y leyes de mecenazgo, entre otros marcos normativos y programas institucionales. Con ello se diversificaría la fuente de recursos para la sostenibilidad de las actividades culturales, contribuyendo a la ampliación de las opciones de los ciudadanos para crear y consumir autónomamente”.
Suena bonito, y más ahora que han regresado las Galas de Beneficencia para los Pobres.
A mis años, ya me he convencido que tienen que pasar cosas muy fuertes en este país (una revolución, por ejemplo) para que el Estado gaste en cultura de forma, digamos, decente. No nos comparemos con Francia, que lleva medio siglo gastando presupuestos peruanos enteros en programas culturales. Hablemos de países más cercanos como Chile, cuyo liberalismo tan cacareado por sus copiones peruanos es capaz de becar poetas, cosa que en el Perú suena no digo a cachita, sino a utopía.
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lunes, 8 de diciembre de 2008
LA VAINA DE LA LITERATURA CHICHA
Para un servidor, lo chicha, como todo lo popular que se le escapa al control de las clases dominantes, tiene necesariamente que poseer una impronta rebelde, alternativa y, carajo, hasta clasista:
"Lo chicha es también la emergente burguesía de matriz provinciana cuyo accionar incluso traspasa las fronteras. Chicha también es la voluntad de modernidad de los descendientes de los migrantes, su permeabilidad a la innovación, su búsqueda de satisfacer y potenciar el consumo interno. Chicha han sido muchas iniciativas ciudadanas realizadas frente a la omisión del Estado y sus instituciones (las medidas extremas y ejemplarizantes que se toman en los asentamientos humanos contra la impunidad de la delincuencia). Chicha es la búsqueda experimental de nuevas estéticas, de nuevos gustos, de nuevos productos que no buscan copiar modelos anteriores pero tampoco negarlos (el nuevo porno de consumo popular, el desarrollo de una sub-industria independiente de DVDs que va desde la reproducción de recitales cómicos callejeros hasta la elaboración espúrea y a retazos de documentales de corte histórico y político) Chicha son los caminos plurales –aunque muy contradictorios- por donde recorren las disciplinas y los oficios que han sido reapropiados por estos nuevos sujetos (véase el abanico simultáneo y yuxtapuestos de diversos subgéneros de la música andina moderna) Chicha es también los aportes inéditos que se dan a la cultura contemporánea: Sean los motivos y colores estéticos del pintor Christian Bendayán, sea los nuevos discursos cinematográficos (novísimos, bizarros, ¿fundacionales?) del nuevo cine andino ( el melodrama post-hindú de El Huerfanito, la construcción de un cine de terror trash peruano en El regreso de los Jarjachas). Chicha es la aparición de una prensa informal pero que busca conectar con el consumo de sus pares: Sea la publicación de folletería explicativa de gestiones legales imprescindibles aunque lejanas, sea el boom de la prensa de medicina natural, sea la aparición de secciones y titulares en los periódicos que abordan directamente el tema de la emigración y búsqueda de trabajo en el extranjero.
Por último, el término de chicha es una hermosa metáfora de la chicha misma: Es un producto nuestro, de elaboración artesanal y consumo masivo. Como la bebida andina, forma parte de la tradición pero ha persistido con éxito en la construcción de nuestra oriunda modernidad (la chicha es una bebida con mucha presencia en fiestas populares, es un recurso habitual para conseguir dinero extra en alguna actividad pro-fondos, busca asentarse en otros mercados embotellándose y ofreciéndose en ferias y supermercados).
Y, sobretodo, la chicha es fermentación. Y representa la maceración de diversas generaciones de pobladores, de experiencias, de aprendizajes. Los increíbles caminos de la cultura chicha son producto de décadas de desarrollo continuo, una avenida furiosa de múltiples carriles, cada uno enredándose y desenredándose con los demás y construidas en un proceso discontinuo, a veces casi caótico, pero ininterrumpido".
¿Soy romántico? A ver si la chicha no es otra cosa que un revival sentimental del proceso cultural que tenemos los últimos cincuenta años. Sabiendo que todo empezó, crudamente, aquí.
Buscamos una identidad. Eso está claro. No nos gusta nuestro Estado (y gobierno) que tenemos, y nuestra infraestructura cultural no nos ayuda mucho. A lo mejor nuestros jóvenes escritores son demasiados académicos y han abandonado la saludable senda de la calle. Quizá, como discutíamos con los escritores Miguel Ildefonso y Fernando Carrasco en nuestra querida casa de estudios, la mayoría de nuestros escritores jóvenes no hablan del fenómeno chicha ni de nuestra lujuriosa contemporaneidad y prefiere escribir sobre nuestra raíces andinas -virtualmente bucólicas- o se vacían en novelas históricas. No nos gusta lo que vemos, muchos sentimos que la modernidad andina es jodida:
"Y es que lo chicha está vinculado a la ola de periódicos sensacionalistas que produjo el servicio de inteligencia del fujimorismo. Lo chicha está vinculado a los tristes personajes que rondaban en los programas de Laura Bozzo y sus imitadores, lo chicha eran las nuevas ofertas alimenticias pródigas en mezclar sabores dispares (la mazamorra con el arroz con leche, los combos compuestos por papas a la huancaína, cebiche y tallarines). Chicha era no sólo la nueva industria de reproducir CDs y DVDs sin permiso del autor (actividad también llamada piratería audiovisual) sino también los ambientes donde estos productos se distribuyen y consumen. Chicha es la estética chocante de los afiches que promocionaban antes la música chicha, luego la tecnocumbia y ahora los conciertos de Dina Páucar o Sonia Morales: Colores violentos, fosforescente, tipos de letras desproporcionadas. Chicha es la manera de hablar en las radios chichas: Estridente, atropellada, repetitiva. Chichas fueron (y son) muchos políticos que, haciendo gala de su incultura, medraron en el fangal del fujimorismo. Chichas son esas vedettes semianalfabetas que se blanquean con tintes y siliconas. Chicha es lo deliberadamente informal hasta la delincuencia, la combinación llamativa por lo exagerada y lo antiestética. Las connotaciones negativas de lo chicha son infinitas y, lo peor de todo, las hemos internalizado y las percibimos ya como normales".
A lo chicha lo ha contaminado la corrupción fujimontesinista, la prensa amarilla y sus hijos espurios de los despachos y la calle. Escribir sobre ellos no es sobre el pujante empresariado cholo sino sobre cómo los nuevos segmentos sociales se integran a la cochinada del sistema.
O, carajo, quizá el asunto sea más clasista de lo que se pensara, y el problema sea que los sectores más privilegiados de la gran migración hayan preferido pactar con las clases dominantes. Que Gamarra sea no un ejemplo de la pujante inicitativa migrante sino un capítulo más del acomodo con el poder. Un rollo complejo que a los escritores jode, porque siempre joden las cosas ambiguas, poco claras, relativas…
Para mí , la literatura chicha solo funcionará como literatura agresiva de liberación. Una literatura que hable de las coimas de la policía, de las miserias del poder judicial, de las carencias del sistema educativo, de las contradicciones de la explotación del trabajo infantil, de las taras de la familia verticalista, del carácter ambiguo de las mujeres peruanas (emprendedoras, imaginativas, temporalmente explotadas pero siempre marginadas en las decisiones del poder) de las formas creativas que cualquier peruano de a pie fabrica frente a las adversidades, de cómo le metemos el dedo al poder. Y eso quizá dé mucho miedo hacerlo.
No sé si Dorian lo sepa, pero la futura literatura chicha no solamente será comercial, tendrá que ser revolucionaria.
Chucha! Cojones, escritores. Bueno, aunque suene machista. Necesitamos escritores con su par de huevos (o su equivalente feminista) Total, necesitamos una escritura visceral y total.
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martes, 14 de octubre de 2008
Franquismo a la peruana
Raza fue un éxito de masas en su tiempo entre otras porque el Régimen la había clasificado de "Interés Nacional" y su visionado fue casi obligatorio durante los duros años cuarenta. Luego, con el paso de los años, la película fue perdiendo interés y hoy es apenas vista como una rareza. El destino de Vidas paralelas no llegará ni siquiera a eso.
P.D. A quien le interese la cultura bajo el franquismo (sacando lecciones) puede pasarse por aquí . Y aquí tenéis un excepcional ensayo sobre el arte moderno bajo Franco. Cualquier semejanza con nuestra realidad... pues que no, no es mera coincidencia.
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viernes, 19 de septiembre de 2008
¿Qué mierda hacer (siquiera culturalmente) con Lima?
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martes, 9 de septiembre de 2008
Paisaje después de la batalla
(Dresde,1945.Quien no haya leido Matadero 5 de Kurt Vonnegut, ya puede empezar a hacerlo)
Todo empezó cuando nuestro habitual Iván Thays lanzó una reseña sobre la redición del histórico libro de Miguel Gutiérrez Un mundo dividido: La generación del 50. Básicamente, Iván se refiere a lo que él denomina caducidad del marxismo en el análisis literario en particular y en la producción cultural en general (dividir el mundo en buenos y malos, ver los personajes literarios como meros representantes de clases sociales) pero también hace sangre aludiendo a la supuesta inconsecuencia entre lo que predica Gutiérrez y su conducta personal. Además de los clásicos enrrostramientos por lo bien que se refiere a Abimael Guzmán en su libro, Iván trata desdeñosamente la obra literaria de Gutiérrez, en la cual –según sus propias palabras- habitan personajes estereotipados y convencionales (en los comentarios a su propio post, Iván dice cosas peores). En fin, Thays se metió con uno de los escritores más queridos por estos pagos y, claro, recibió lo que recibió.
Quien enfrentó de forma más directa las tesis de Thays fue el poeta Rodolfo Ybarra. Ybarra - quien se hizo conocido en la defensa de la libertad de Melissa Patiño y se publicitó bastante merced a un manifiesto que apareció hace unas semanas aquí- áfirmó que las críticas de Thays sobre Gutiérrez adolecían de un "individualismo dogmático" así como estar inmersas en prejuicios e ideas fuerza donde "confunde la "libertad del individuo" con la libertad para denostar sobre una obra literaria a su libre albedrío y con la venia de un círculo literario cada vez más desacreditado". Casi no tardó Thays y nuestro otro habitual Gustavo Faverón en dispararle con todo, uno mencionando “las nostalgias terroristas de ese blogger que coinciden con la de otros escritores vinculados al grupo Narración” y otro describiendo al poeta como un “escritor peruano adicto a la verborrea y afecto a conjugar la retórica senderista con el balbuceo underground…”. Ybarra recibió una ola de solidaridad (incluyendo un comunicado oficial del Gremio de Escritores del Perú). Hubo intercambio de posts y Faverón puso el punto sobre sus íes para aclarar a qué se refería con sus (des)calificaciones. Pero la bola de nieve ardiente (como la letra de ese famoso sikuri) ya había empezado a rodar. Si a ustedes les gusta el floreo hardcore y ver como brota sangre de las palabras, les recomiendo revisar las listas de comments de Thays, Faverón e Ybarra. Sobretodo de este último que, según lo dice, no pone ningún tipo de limitaciones a los comentarios que recibe.
El asunto empezó a complicarse cuando se abrió un frente inesperado entre Thays y el economista Silvio Rendón intercambiando posts bastante fuertes (palabrotas incluídas). Mientras tanto Faverón marcaba su territorio frente a Ybarra, al Gremio de Escritores y al Grupo Narración. Y si no faltaba nada, otro frente estalló a causa de las referencias al padre del exitoso blogger Renato Cisneros: nada menos que el cavernario general Luis gaucho Cisneros. Aquí la sangre le salpicó a Paolo de Lima y alcanzó la sala de máquinas del blog de Ybarra (y, si me hubiera puesto las pilas, inundaría la santabárbara del mío, porque eso de defender –por una frase que dijo o no dijo- a un sujeto que pisoteó casi todos los derechos humanos cuando fue ministro del interior y que defendía públicamente a los genocidas argentinos… ).
Ojo, esto no solo sucede en el caso de quienes abominan a este gobierno (o al sistema social en general). También se da en el caso de los referentes del pensamiento hegemónico, que han pasado del silencio desdeñoso o la risa paternalista a reacciones cada vez más amargas y airadas frente a las críticas. Quienes en un tiempo eran considerados como faros de buena información crítica y estimulantes de un debate, han pasado a ser vistos como peones vendidos al sistema, con los vicios y las debilidades de cualquier blogger y que ya no dicen nada nuevo. Y creo que, conforme se va democratizando más la comunicación entre los blogs, el peso de los bloggers supuestamente mejor informados se va a relativizar más aún.
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viernes, 22 de agosto de 2008
ONCE PARES DE BOTAS CONTRA HITLER La odisea de los futbolistas peruanos en las Olimpiadas de Berlín (Sexta y última parte)
La delegación olímpica regresa al Perú en olor de multitudes, foto sacada de aquí.
Dada la apresurada retirada y la evidente escasez de fondos de la delegación de un país semifeudal y subdesarrollado como el Perú; el regreso fue accidentado y al vuelo se pescó a un herrumbroso carguero que marchaba a Sudamérica como improvisado transporte. Los peruanos regresaban a su patria más o menos como los inmigrantes lo hacían al Nuevo Mundo (Con excepción del cuerpo diplomático y otras autoridades que de seguro esperaron a que el gobierno les pagara lujosos billetes de primera clase para regresar).

Nuestro ya conocido Manguera Villanueva, cobrando sus honorarios después del partido: Un suculento pato que se consumirá esa misma noche. Siendo malpensados, diríamos que la jovencita forma parte de la transacción. Podían ser bonitos tiempos, pero también muy crueles.
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jueves, 21 de agosto de 2008
Otro poeta que se va, como los grandes poetas peruanos
Aquí su poema más conocido. A ver si así recuperamos parte de nuestra memoria literaria.
"SI TIENES UN AMIGO QUE TOCA TAMBOR”
Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
Más aún, ya nadie tiene un amigo.
Cuídalo, entonces,
Que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
Que es tu mujer y no la de tu amigo.
Si sigues este consejo, vivirás
Mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
Y un amigo que toca tambor.
(Como los grandes poetas peruanos, Manuel murió lejos, en un olvido que se ha vuelto sistemático, propio de una sociedad donde la literatura se esta volviendo más minoritaria. Ramirez Ruiz, Romualdo, .... ya son bastantes grandes poetas que nos han dejado desde hace poco. Como si nos dijeran algo, como si con sus adioses nos invitaran a recuperar la poesía...)
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ONCE PARES DE BOTAS CONTRA HITLER La odisea de los futbolistas peruanos en las Olimpiadas de Berlín (Quinta parte)
Hasta la fecha, la única foto del partido disputado entre Perú y Austria. Valdivieso despeja un centro ante la carga del futbolista austríaco que hoy cualquier árbitro pitaría como falta.
De la conspiranoia a la amarga realidad
"Por cierto que los austriacos habían sido derrotados (4-2) por Perú, en cuartos de final. Pero ocurrió que al marcar los peruanos el tercer gol, que desempataba la igualada a dos, sus hinchas saltaron al campo para abrazarlos. Se armó un conato de agresión con los austriacos y con la policía... , y aunque el partido se reanudó, incluso con un cuarto gol peruano, los jueces ordenaron la repetición del encuentro "por invasión del terreno de juego". Los sudamericanos se negaron a ello, hicieron las maletas, se fueron a casa y dejaron que Austria siguiera adelante en el torneo".
Citado en una investigación académica. Ver AQUÍ.
"(versión)…del diario londinense Daily Sketch. Según este medio fueron mil peruanos los que armados de fierros, cuchillos y revólveres invadieron el campo de juego en pleno partido, agredieron a tres jugadores austriacos y dejaron a los europeos con ocho jugadores. Dibós Dammert también consignó que esa versión se difundió en toda Europa a la semana siguiente del partido. Incluso comentó que en las calles de Berlín, desde altoparlantes colocados en estaciones de radio, se decía: "los cobardes peruanos han huido a Lima ante los valerosos jugadores austriacos".
Citado en la investigación de Luis Carlos Arias Schreiber sobre el tema en un prometedor libro de Aldo Panfichi, AQUÍ
Un par de horas después, el presidente del Comité Olímpico de Austria elevó a los organizadores de los Juegos una protesta formal: El partido había sido interrumpido abruptamente por la invasión del populacho que abarrotaba un par de tribunas, atacando a algunos jugadores y causando considerable riesgo a la integridad física del resto de los futbolistas austríacos. La queja se cerraba con una demanda para que el partido se repitiera el día siguiente.
¿Cómo fue posible esta situación? ¿Qué pasó en realidad sobre el césped del Herthastadion? ¿Qué factores se coludieron para que se resolviera una decisión extraordinariamente única en la historia de los Juegos?
La queja de fondo iba enfocada a la violenta invasión del público a la cancha. No hay material filmado que atestigüe la invasión de campo y es difícil imaginarse a los disciplinados alemanes del Tercer Reich portarse como hooligans. Y hablamos de alemanes porque difícilmente podía existir alguna barra alegre y bullanguera que aupara a los sudamericanos. De haberlos, solo podían formar parte de las reducidas delegaciones olímpicas, del cuerpo diplomático o, en el mejor de los casos, de estudiantes becados en Alemania que sabían perfectamente lo que era vivir en un Estado policial y racista como el Tercer Reich. Es decir, paisanos poco propensos al vandalismo.
Además, el turismo olímpico estaba en pañales así que tampoco era factible que millares de exaltados franceses o polacos aprovecharan la ocasión para barruntar en las narices de los cuerpos de seguridad nacionalsocialistas. Por lo que solo hay una deducción: Los espectadores berlineses sencillamente aplaudieron el desempeño del seleccionado peruano, se desfogaron frente a la parcialidad del arbitraje y aprovecharon la ocasión para cachondearse a gusto de los austríacos, a quienes tradicionalmente siempre han visto como zánganos, fanfarrones y pedigüeños.
Detalle quisquilloso, dado que el Führer portaestandarte de la raza aria era austríaco de origen (Hitler había nacido en un pueblo de mierda cercano a Linz). El Anschluss (la anexión de Austria al Tercer Reich) aún estaba sobre el papel y la dictadura de Dollfüss, muy celosa de la independencia vienesa, no era precisamente muy amiga de los nazis. Por último, los berlineses -ciudad de fuerte impronta obrera, cuya pequeña burguesía era bastante bon vivant, que tradicionalmente votaba socialista y donde la lealtad al régimen era bastante light- se habían comportado con demasiada suficiencia y chulería frente a sus futuros connacionales. La parcialidad del comité organizador de los Juegos era inevitable: Había que dar una pequeña satisfacción a los austríacos, era cuestión de Alta Política.
A esto agreguemos dos cosas más: El enfrentamiento entre europeos y sudamericanos dentro de la FIFA que se agravó cuando ésta dio el mundial de 1938 a Francia (en vez de devolverlo a Sudamérica, donde Argentina soñaba realizarlo). El otro factor era la permeabilidad de la FIFA frente a las presiones políticas del facismo y cuyo precedente fue la parcialidad de los arbitrajes en el mundial de Italia de 1934 frente al violento equipo local que a puntapiés derrotó a dos rivales muy superiores (España y Austria) y allanó el camino para coronarse campeones. ¿Por qué la FIFA había de comportarse de manera distinta en Berlín?
A nuestros futbolistas, quienes festejaban felices en la Villa Olímpica vaciando fuentes de escabeche de pollo; el repetir el partido no les preocupaba mucho. Total, ya se les había ganado con gusto. Pero la dictadura militar peruana aprovechó la indignación popular para subirse al carro, darse un baño de nacionalismo y distraer a las masas aún politizadas por los acontecimientos de algunos años atrás. Lo que rebalsó el vaso fue la orden de jugar a estadio vacío: Dejaba campo libre a cualquier barbaridad arbitral. El general Oscar Ruperto Benavides, dictador de turno, ordenó que no se transara en absoluto.
Hubo un conato de amenaza regional dada la solidaridad verbal de algunas delegaciones latinoamericanas a quienes no le hacían mucha gracia las bravatas eurogringas. Goebbels, el gran factótum mediático de los Juegos, inmediatamente movió sus hilos: Convenció personalmente a los argentinos a que no hicieran olas y pidió a los yanquis que mediaran frente a los mexicanos para lo mismo (Desgraciadamente, su presidente Lázaro Cárdenas estaba ocupado en cosas más importantes como la Reforma Agraria, el asunto del petróleo mexicano y la Guerra Civil española). Al final, el reclamo peruano se quedó solo.
La selección peruana no se presentó al nuevo partido dictaminado y fue eliminada por walk over. Desde Lima se ordenó fulminantemente el regreso de toda la delegación olímpica, incluyendo basketbolistas o nadadores. Varias medallas en ciernes, las primeras de nuestra historia, se quedaron en hipótesis. Ante la indiferencia general, la delegación peruana arrió su pabellón de la Villa Olímpica y se marchó a casa. Como cualquier don nadie. Eso mismo.
(P.D. A estas Olimpíadas debiéramos haber ido).
Continuará...
viernes, 15 de agosto de 2008
ONCE PARES DE BOTAS CONTRA HITLER La odisea de los futbolistas peruanos en las Olimpiadas de Berlín (Cuarta parte)
Directo en directo, desde el Herthastadion, estimados radioescuchas...
Pese a los fastos de la inauguración y a la impecable organización que exhibía Berlín, las cosas no marchaban tan bien para Alemania. Saltó a la palestra el archiconocido escándalo del saludo nunca dado de Hitler al plusmarquista afroamericano Jesse Owens y su repentina fuga del Estadio Olímpico para no volver nunca más (aunque en los últimos años, varios han criticado este hecho como vulgar patraña). Los japoneses imponían su ley en natación y los húngaros hacían lo mismo en las carreras de fondo. En las competiciones de velocidad, la raza inferior (para los alemanes y también para buena parte de los norteamericanos) derrotaba ampliamente a sus competidores europeos. Se dieron casos tremendos como el del combinado alemán femenino del 4x100 lisos: Siendo favoritas totales, falló el último relevo, la posta cayó al suelo y canadienses, inglesas y yanquis se llevaron las medallas mientras las cuatro valquirias lloraban a moco tendido junto a la pista con una desesperación que seguro no repitieron ni cuando se enteraron del desastre de Stalingrado.
El colmo llegó por el lado menos esperado: El entrenador de la selección alemana de fútbol, ebrio de superioridad (y no sabemos si de otra cosa), mandó a que su equipo suplente jugara la ronda de cuartos ante la cenicienta del torneo, Noruega. Perdieron 2-0. Dicen que el entrenador, más tarde, terminó pegándose un tiro.
Y así, el único representante de la germanidad en el fútbol era Austria. Los austríacos estaban condenados a ganar.

Aquisito, la fotito de la selección olímpica de baloncesto con el uniforme de rigor. También se sintieron medallistas.